Capítulo 2

Mi mejor amiga sigue observándome con asombro. La chispa de entusiasmo reflejada en su mirada me transmite una respuesta llena de picardía, burla y felicidad. ¿Por qué le alegran tanto mis desgracias? Es fácil contestar a esa pregunta, su función dentro de esta amistad es aminorar mis enfados y reírse de mi mala suerte, algo que sucede a menudo.
 

Cansada de escucharle repetir el mensaje en voz baja, le arrebato mi celular y me permito leer otra vez las palabras del desconocido. El desprecio implícito en cada oración provoca furia, vergüenza en mi persona. Su manera de expresar el descontento es grosera y para nada agradable.
 

Lamento informarte que no soy tu 
prima Laura, te has equivocado de 
número. Si tan desesperada estás 
por conseguir una cita crea tu perfil 
en Tinder. Felicidades para ti también. 
11:07 a.m.

Sobran los calificativos despectivos con los que puedo juzgarlo. Deduzco que su gran día del amor no está siendo placentero y quiere descargar su furia con alguien, en este caso, yo. ¿Desesperada? Me ha llamado desesperada a mí, cuando solo mencionaba la cita con aquel chico para rellenar el párrafo. Y esas felicitaciones para terminar...

—Maya, ¿qué piensas hacer? —interroga Chel mientras le da un sorbo a su botella de agua.

—Claramente esto no se va a quedar así —declaro —. Le contestaré de forma muy educada y diré que, si estoy desesperada o no, es un problema muy personal mío —el enojo vuelve de nuevo con más fuerza y controlo los impulsos de retractarme y comenzar a escribir un sinfín de insultos.

—Ohhh, nuestro día promete. ¡Al fin algo emocionante después de todos estos años! —exclama con las manos elevadas y las palmas abiertas, como si le estuviera agradeciendo a una entidad divina.

—Por favor, deja de exagerar las cosas. ¿Podrías pedirle a tu lado dramático un receso?

—Imposible, tenemos que celebrar —dice, ignorando mi petición —. ¿Qué tal un maratón de lectura? ¿Un vinito? ¿Una salida? ¿Me declaro a mi crush?

El entusiasmo en su voz crece a medida que enumera las ofertas. Sus ideas siempre son alocadas y nunca terminan bien. Le gusta vivir al máximo, aunque la mayoría de veces no logre cumplir sus expectativas o la edad la restrinja. Es el tipo de persona que disfruta del presente y olvida el futuro.

—Tomo la primera opción, es la mejor forma de distraerme —comunico, dándole una última mordida al panqué de chocolate que compré en la cafetería.

Pasados varios minutos Rachel señala a los protagonistas del nuevo chisme escolar de esta semana y mis ojos, ansiosos por conocer cada detalle, persiguen sus movimientos. Agradezco internamente el cambio de tema concentrándome en los datos y sucesos que ella narra, haciendo que mi subconsciente se tranquilice y escuche atentamente.

Resumen de la historia: Luis y María son hermanos y ambos estaban en una relación. Todo fue color de rosa hasta que sus parejas decidieron tener una aventura y Luis los descubrió en el baño escolar, desatando una pelea magistral en donde María se agarró por los pelos con su cuñada y Luis golpeó al muchacho.

Inolvidable. Este es el tipo de acontecimiento que yo y mi amiga catalogamos como complicado y le agregamos la etiqueta: "problemas familiares se desatarán". No me imagino sus próximas peleas. Ya no podrán gritarse –tu ex te puso los cuernos—porque después recordarán todo el asunto y el resultado no será bonito.

Una situación incómoda y muy rara.

El timbre interrumpe nuestros comentarios y nos dirigimos al pasillo, caminando sin sentido hasta que por los altavoces la directora anuncia la disponibilidad del teatro para todas las personas que deseen escuchar buena música y participar en actividades. El resto, tiene permiso de regresar a su hogar con el fin de aprovechar la tarde libre.

Chel y yo nos dedicamos miradas de complicidad, sonriendo sin poder evitarlo. Obviamente formamos parte del segundo grupo y abandonaremos la escuela lo más rápido posible, sin dar oportunidad a que cambien de opinión o nos cancelen la salida. Me despido prometiendo llamarla después que resuelva el asunto del mensaje, jugando con los bolsillos de mi pantalón entretanto Ana aparezca para marcharnos juntas.

Por suerte la figura de mi hermana pequeña no tarda en presentarse junto a sus conversaciones sin sentido, así como todo lo vivido en el día de hoy. Me comenta como los chicos del salón le han obsequiado regalos y dado miradas "reveladoras" según ella.

Pensaba que las calles de Osuna, nuestro pueblo, estarían abarrotadas de personas debido al día festivo y la notable cantidad de turistas que siempre rondan por los alrededores, pero me sorprenden los tonos de música suave que acompañan el silencio. Las personas disfrutan de sus almuerzos en restaurantes reservados mientras yo camino de regreso a mi tarde llena de series y hamburguesas.
 

Llegamos a casa luego de varios minutos, con el olor a comida impregnado en cada rincón cuando mamá viene hacia nosotras para recibirnos. Ella luce radiante, su pelo lacio hasta los hombros conserva un brillo natural y el verde de sus ojos ilumina todos los rincones, incluido el vestido de flores que lleva puesto. Jimena Machado Díaz y José Carlos Rodríguez López son nuestros padres, aunque si solo comparamos los rasgos faciales, pareciera que papá es el único progenitor.

Sin demorar mucho y ansiosa por encerrarme en mis cuatro paredes, corro escaleras arriba y lanzo la mochila al piso deseando un buen baño de espumas en una tina enorme, como en las películas; pero esa no es mi realidad.

Mi realidad siempre impidiéndome las cosas.

Un leve dolor de cabeza con fuertes palpitaciones me ataca al recordar fugazmente el regalo que me hizo la Señora Causalidad este día. Necesito resolver ese problema lo antes posible y poner al bobo en su lugar, metiche de quinta, rata atrevida. ¡Desesperado él!