Con el paso de los días las discusiones entre Sergio y yo aumentaban, cada vez eran más fuertes y duraderas por lo que la relación no pintaba nada bien. Me levanté decidida a seguir mi vida e ignorar sus flechas hirientes, a recuperar mi sonrisa y mis antiguos hobbies.
Estábamos a seis de mayo y en breve tendríamos las vacaciones de verano, a principios del próximo mes, es decir en junio, sería el concierto de la gira Shine Me, de Noah Moore.
Pero, ¿quién es Noah Moore?
Hacía año y medio que había comenzado a seguir su música, y claramente a su persona. En 2019 publicó su primer álbum empezando a destacar entre los demás cantantes y creando a su vez una masa de fans y seguidores bastante importante. Su música se escuchaba a través de varias generaciones y podía movilizar una buena cantidad de seguidores en redes sociales. Sin duda era un chico que emanaba talento por cada poro de su piel y si todo seguía así podría incluso dejar una gran huella en el mundo de la música, algo nada fácil en los tiempos que corrían.
Este 2021 sería totalmente inolvidable, tras mucho tiempo ahorrando por fin podría asistir a un concierto y escucharle en directo, la última vez que vino a mi ciudad las entradas se agotaron en apenas minutos y por no estar bien preparada me había quedado sin ellas, ni siquiera había podido entrar a la página debido al colapso, y aunque movimos tierra, mar y aire, fue imposible.
Salté de la cama emocionada tras quedarme vagueando un poquito en ella, como a casi todos los adolescentes levantarse antes de las once de la mañana era un gran trabajo y por mi parte no iba a ser menos. Fui hacia la cocina y desayuné con mi madre tranquilamente mientras veíamos las noticias, eran las ocho menos veinte de la mañana y aún tenía tiempo suficiente para vestirme e ir al centro comercial y elegir el vestido de mi graduación, tras dos años de bachillerato era hora de elegir carrera.
Esta misma mañana también tenía que ir a casa de Lidia, mi mejor amiga, para comprar las entradas de Noah que saldrían a las doce de la mañana. Con mucho barullo pateamos el centro comercial, visitamos alrededor de diez tiendas pero no encontré ningún vestido fiel a mi gusto y lo suficientemente acorde al evento.
—Mamá, ¿podemos mirarlos otro día? a las doce salen las entradas para Shine me Tour —dije— he quedado con Lidia en su casa para que las compre con la tarjeta de su madre y luego se lo pagamos nosotras. Quiero llegar a tiempo, ya sabes lo que pasó la última vez y no quiero quedarme sin ver a Noah otra vez —la miré entristecida. Ella sonrió levemente y asintió.
—Vale, son las doce menos cuarto ¡vamos o no llegas! —exclamó y yo asentí rápidamente, una sensación de ahogo y agobio se apoderó de mi cuerpo y corrí junto a ella hasta el coche. Llamé a Lidia y lo cogió al segundo, le dije que iba con retraso y que se preparara para coger las entradas en cuanto salieran.
—Cuando lleguemos, ¿entrarás conmigo? —pregunté y mi madre asintió para minutos más tarde aparcar en la puerta de la casa de Lidia. 12:08. Llamé al timbre y me abrió Sandra, la madre de Lidia, nos recibió con una sonrisa y fui corriendo al cuarto de Lidia, allí estaba ella intentando coger las entradas pero fue casi imposible debido a la alta demanda que el cantante inglés tenía.
"¡ENTRADAS AGOTADAS EN CUATRO MINUTOS!”
Miré a Lidia con la boca abierta y pronto mis ojos empezaron a aguarse hasta acabar las dos llorando en brazos de la otra sin consuelo. Un sueño que no podría cumplirse por segunda vez ¡estaba totalmente maldita!
—¿No puedes mirar si hay aún en Madrid? —pregunté cuándo me calmé un poco. Esa podía ser nuestra última oportunidad este año de verlo.
—Voy —contestó. Navegó por la página hasta buscar las de Madrid, también agotadas. Mi mundo decayó en un instante, no podría verle ni escucharle cantar en directo, tal vez la próxima vez sería posible. Otra vez volvíamos al mismo punto de partida, sin entradas, ni concierto, ni Noah Moore.
—Iremos a verle, aunque no vayamos al concierto, lo veremos en las radios, en el hotel, iremos donde sea ¿Vale? —la miré y ella sintió aún emocionada, sabía que para ambas era un sueño que tarde o temprano podríamos cumplir.
—A ver si se les pasa la fiebre de los dieciséis, uno no puede ni estudiar tranquilo ya —se quejó Álvaro, el hermano de Lidia.
Ignoramos el comentario de su hermano mayor y fuimos al salón, allí Lidia le dio la tarjeta a su madre, quien la cogió extrañada. Álvaro se había sentado junto a nuestras madres y nos miraba de una forma bastante peculiar, pasaba la mirada de una a otra y negaba con la cabeza mientras suspiraba. El hermano de Lidia era moreno, de ojos verdes y una piel prácticamente perfecta, tenías diecinueve años y estaba ya en el primer año de carrera, había elegido derecho con literalmente todas las de la ley.
—¿Ya las habéis comprado? —preguntó Sandra. Nosotras negamos y una pequeña lágrima volvió a caer por mi mejilla. Nunca tendría una oportunidad como esta, o por lo menos no este año.
—No te preocupes cariño, otra vez será —comentó mi madre intentando animarme pero sólo consiguió que me viniera más abajo. Esto era una oportunidad entre un millón, y nosotras la habíamos perdido. Noah había sido para mí un pilar fundamental incluso a miles de millones de kilómetros de distancia, podía ayudarme simplemente con escuchar su voz, podía hacerme reír, calmarme o llorar. Su voz era pura magia y seguramente, él también. El camino de vuelta a mi casa fue bastante silencioso, ni mi madre ni yo hablamos tan sólo nos conformamos esperando a llegar a casa lo más rápido posible mientras las canciones sonaban por la radio del coche. Al llegar metió el coche en el garaje.
—Cielo —llamó mi atención— algún día lo verás, estoy segura —dijo y tras eso besó mi cabeza. Fui a mi habitación y encendí el ordenador, terminé unas tareas que tenía pendientes y cené con mis padres en el salón.
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Editado: 24.08.2021