Y ahí se encontraba, Margaret, con amargura en su amurallado corazón, y secando sus lagrimas con las yemas de sus dedos, se marchó de ese pasillo hacia su antigua habitación, entrando a su antigua morada, encontró que todas las cosas que dejo, aun seguía en su lugar, nada se había movido ni tan siquiera un milímetro. Se paseo por la habitación, en su armario y finalmente a su tocador, encontrando una caja de madera, no muy pequeña, ella no recuerda haber puesto una ahí, ella la abrió y se encontró con un sobre, una rosa marchita y un anillo de compromiso. Intrigada, abre el sobre, al abrirlo, se encuentra un poema escrito por el Duque Slora, el papel donde se encuentra se ve viejo y frágil, con notables dobleces.
《 Eternidad Contigo
Eres mi única en el mundo.
Eres mi sol y luna.
Mi felicidad y suerte en medio de mi agonía.
Eres el aire que necesito para vivir en este mundo.
Mi luz en medio de mi oscuridad,
Mi joya mas preciada.
No importa el precio,
Si es por ti abandono el juego.
Si muero, desearía casarme contigo de nuevo.
Mil veces moriré y mil veces contigo me casare.
Contigo me quedare por toda la eternidad.
Atte: Richard Slora 》
Margaret, leyó una y otra vez el poema escrito por su padre, cuando se canso de leerlo, abrazo cuidadosamente la hoja, recordando como su padre demostraba su devoto amor hacia su madre, cuando él le cantaba canciones de amor a su esposa; eran buenos tiempos para la familia.
La madre de Margaret, observa con dolor a su hija, que con su poca estadía en el palacio, solo ha encontrado dolor y sufrimiento por el pasado. Con un profundo suspiro, entra a la habitación de su única hija.
─ Recuerdo el día donde tu padre me escribió ese poema ─ Dijo acercándose a ella con una triste sonrisa ─ "Eternidad Contigo", me la se de memoria.
─ Nunca comprendí... la razón por la cual ustedes dejaron de amarse ─ Dijo Margaret, guardando el poema cuidadosamente en la caja.
─ Tu padre y yo... nos enamoramos, nos casamos y con esperanzas de crear una familia, nació tu hermano, él fue quien nos unió mas ─ Dijo mientras se sentaba en la cama de Margaret ─ Él a temprana edad se interesó en el ejercito, y empezó a practicar ya que su sueño era ser el mejor soldado ─ Sonrió al recordar a su hijo ─ Luego, naciste y el juró en llegar a lo mas alto en el ejercito, para poder protegerte en todo momento ─ Dio unas pequeñas carcajadas ─ Pasaba toda la mañana entrenando, y cuando tu recién te despertabas, el corría a tu lado, prestando toda su concentración en ti... Él te amo con todo su corazón.
─ Y yo lo amé con todo mi corazón, también... ─ Dijo tomando asiento al lado de su madre.
─ Cuando cumplió diez y seis años, no perdió tiempo y mando una carta al comandante de ese tiempo. Claro, lo rechazaron por ser un poco joven ─ Dijo mirando a la ventana con un poco de alegría ─ Pero el no se rindió, el sabia que con diez y seis años de edad, podría entrar a la armada, eran pocos los casos donde admitían jóvenes de su edad. Envió carta tras carta, durante un mes hasta que al fin, fue admitido ─ Coloco sus manos en la cama ─ El día en que llego la carta con la buena nueva, él corrió hacia tu habitación y se lanzó a tu cama, estabas dormida, fue un gran susto para ti. El te pidió perdón por eso, pero sin antes de enseñarte la carta ─ Dijo mirando a su hija a los ojos.
─ Lo recuerdo como si fuera ayer, madre ─ Se echó a reír ─ Ese día él estaba tan emocionado que me fue a despertar, le grite mucho ya que me había molestado, pero el me empezó a abrazar cuando yo intentaba volver a dormir. También recuerdo haberlo tirado de la cama, ya no podía soportar más su intensa emoción.
─ Si... ─ Bajo la mirada ─ Después de dos años, ascendió de soldado a cabo, en unos cuantos meses y con esfuerzo, se volvería sargento, el estaba feliz, había avanzado mucho a su corta edad, pero... un incendio ocurrió cuando el regresaba a casa, el deseo de ayudar y rescatar a las personas que quedaron atrapadas en el fuego, fue más fuerte que las ordenes de las autoridades superiores a él ─ Con orgullo y pesar continuó hablando de su hijo ─ Salvó a muchas personas, pero no él pudo salvarse... Una tabla prendida en fuego, cayó sobre él, antes que pudiera salir del lugar. Nadie pudo ayudarle, ya que era imposible ir a su locación ─ Las lagrimas empezaron a salir ─ El murió en el fuego, y sus actos heroicos fueron valorados aun en muerte, en su tumba enterraron las medallas que ganó, en las oficinas del ejercito hay una foto de él colgada en la pared, como recuerdo del joven quien murió rescatando a civiles, aun cuando no tenía que hacerlo.
─ Pero... ¿Porque su muerte los separo? ─ Pregunto con ansias.
─ Como te había dicho... el nacimiento de Artur nos unió más ─ Dijo suspirando fuertemente ─ Richard siempre quiso un niño, y se le fue concedido; amo demasiado a nuestro hijo, que al perderlo, le fue arrebatado una gran parte de él. La muerte de Artur... no solo afecto lo nuestro sino, que te afecto, también. Pero el emperador Robert II, al ver nuestra situación, se aprovechó de nuestro duelo, y le propuso un acuerdo matrimonial entre su hijo, en ese entonces príncipe, contigo, nuestra hermosa hija ─ Dijo mirándola con una sonrisa melancólica.
─ ¡¿Porque padre acepto la propuesta?! ¿No era parte de su credo que sus hijos se casarán por amor? ─ Preguntó un poco enojada.
─ .... ─ Se quedo callada, su hija le hizo una pregunta muy difícil de responder ─ Tu padre nunca me dijo la razón por la cuál acepto el trato. Rogue para que se anule la propuesta, pero él no me escucho, para nuestra suerte, el tema de tu matrimonio era el foco en nuestras peleas. Yo estaba enojada con él por ofrecerte al emperador como si nada, y él se enojaba conmigo por acusarlo de abandonarte así ─ Dijo apretando su puño ─ Eso llevo a nuestro desapego de poco a poco, hasta llegar a como estamos ahora.
Margaret, no sabe como procesar todo lo que su madre le había dicho, no sabía el motivo de forzarla a casarse con Archie, que ahora es su esposo, pero lo que más le costaba digerir es que gracias a esa propuesta, el matrimonio de sus padres termino en desgracia. Ella quiere saber la razón por que su padre, el Duque Richard Slora, la vendió al emperador. Su mente no paraba de dar vueltas, hasta que su madre volvió a hablar.