Una vez, que aquella muchacha termino de presentarse ante todos nosotros, mis compañeros empezaron por presentarse... Pero yo, en esos segundos, no ponía atención a nada más que no fuera ella.
Era como si el mundo fuera de ella, se pusiera de color negro, y me mostrara un brillo que solo su inconmensurable belleza, su hermosa sonrisa tan brillante como el mismo sol, fuera lo único que brillara en aquel lugar tan oscuro. Su sola presencia tenía mi mente inquieta y mi mirada prisionera por tan increíble belleza.
Mis emociones estaban revoloteando como mariposas dentro de mí, con su sola presencia había encendido en mi emociones que, nunca en mi joven y recuperada vida, sentí dentro de mí.
Cuando llego el momento en que yo me presentara ante la chica más hermosa que yo haya visto, un amigo mío tuvo que darme un coderas para que saliera de aquel pequeño mundo en el que yo, inconscientemente me metí.
—Te hablan Alex.-Dijo aquel amigo al sacarme de ahí regresarme a la realidad, pero cuando me presente, a mí me faltaron las palabras, un suave nudo provocado por aquel cálido sentimiento en colaboración por los nervios me habían provocado la mudes y la tartamudez que ahora se presentaron cuando al fin hable.
-Y-yo... M-mi nombre es Alex, es un gusto Elizabeth...-Cuando ella me sonrió, fue como si una ola enorme de alegría me golpeara directamente en la cara. Ese bello rostro que me provoco tantas nuevas y agradables emociones en tan solo cuatro minutos, habían cautivado algo dentro de mi.
-Muy bien, ahora que se presentaron, siéntate al lado de Alex para comenzar la clase, Elizabeth.-Cuando mi maestra dijo aquellas palabras, aquel sentimiento se comenzó a intensificar, sin desearlo comencé a sudar de las manos mientras otra vez mi mirada, no paro de seguir su trayecto hacia mi lado.
-"¡Dios mío! Ok, cálmate Alex. No te pongas nervioso, solo es una chica, solo es una chica..." Pensé en mis adentros mientras observaba por el rabillo del ojo como se sentaba al lado mío. Viéndola más detalladamente, tenía unos lindos cachetes rellenitos, unos lindos labios marrón claro y una piel tan perfecta...
"Es hermosa..." Me dije. Ella noto mi mirada clavada en su persona, y cuando me volteo a ver, me puse tan nervioso y tan rígido que lo único que pude hacer para poder simular fue estirarme y bostezar. En cierta forma me funciono, pero por dentro me sentía tan tonto que me di una inmensa reprimienda en mis pensamientos.
Cuando pasaron 8 segundos, volví a dirigir mí mirada a ella, y vi cómo se estiraba, yo sin querer ví su abdomen y su ombligo, automáticamente sentí como mi cara se ponía roja, así que desvié la mirada y puse atención a la maestra Bianca, mientras me repetía a mí mismo. -"Tonto, viste su ombligo, Tonto viste su ombligo."
La clase, extrañamente para mí, paso más despacio que en otras ocasiones, tal vez sea porque estaba tan confundido por estas sensaciones que nunca en mi vida experimente. Casi no tuve tiempo de poner atención a lo que decía mi maestra Bianca, lo bueno era que no era nada complicado, solo nos estaba explicando el movimiento de traslación de la tierra y con ayuda de los libros de texto, pude hacerlo bien.
Cuando dirigí mi mirada levemente a Elizabeth, note que a ella se le hacía un poco complicado el seguir el paso a la maestra, yo volví a poner mi atención sobre mi libro "Vamos Alex, tranquilo, solo comparte tu libro con ella, venga."
Respire hondo, haciéndolo de la manera más silenciosa que pude y lo solté de igual manera lentamente... Tome mi libro por un costado y voltee hacia ella. Cuando ella noto mi acción me miro, yo para no ponerme nervioso al conectar mi mirada con la suya, mire a otro lado mientras le acercaba mi libro- T-toma... C-compartamos el libro para hacerlo bien..." Dije con tartamudeos leves. Oí una risita suave atrás de mí, cuando voltee para mirarla mejor, ella me obsequio una linda sonrisa de gratitud.
-Gracias Alex, ven acércate un poco más a mí para compartirlo.- Yo asentí, regresándole en el proceso la sonrisa sin dame cuenta. Arrime un poco la silla hacia ella y puse el libro entre nosotros, ella se acercó al libro recargando su mano sobre el mismo, pero sin estorbarme...
Es curioso, hace tan solo unos minutos estaba nervioso y un poco avergonzado por qué le había visto su abdomen, pero ahora... Lo único que siento es una gran paz, acompañada de un cálido sentimiento en mi estómago... Podía oír como mi corazón latía fuerte, pero en calma en compañía de esta chica, mis manos ya no sudaban y ya no sentía ansiedad... Solo aquel sentimiento tan cálido y el latir de mi corazón...
Pasó la clase y ya era hora de educación Física, amaba esta parte de la escuela. .
-Muy bien Jóvenes, alístense para jugar.- Dijo un profesor un poco gordito, piel morena y un gracioso bigote decorando su rostro. Ese maestro se llamaba "Eduardo", era el segundo maestro con el que mejor me llevaba.
-Hola Eduardo. ¿Podemos hablar un momento antes de que te lleves a los chicos?- Dijo la maestra Bianca.
-Como no, Maestra Bianca. Muchachos, vallan adelantándose al campo, yo iré en unos momentos.- Dijo para salir del salón junto a la maestra y apartarse un poco.
Todos y cada uno de mis compañeros, se levantaron de sus asientos y se juntaron entre ellos mientras salían del salón.
Yo me quede a solas con Elizabeth, ambos nos quedamos a solas pues teníamos que quitarnos nuestras sudaderas para dejarlas aquí, dentro del salón de clases.