El Amuleto de Luz

Capitulo 6

Nathaniel, aún con la capucha puesta, cargó a Sophia, que aún dormía, en sus brazos y la llevó hasta la entrada de la entrada de la cabaña, dejándola recostada en uno de los sofás antiguos que estaban en la sala.

Ella seguía dormida, al parecer. Tenía pinta de estar desmayada, mejor dicho. El chico pensó un poco la manera de despertarla sin que armase un escándalo que, aunque no podía oírlos nadie ahí en medio de la nada, bien podía reventarle los tímpanos y hacerlo perder la poca compostura que aún estaba intentando sostener.

Se acercó a ella hasta dejar unos centímetros de distancia entre sus rostros y la detalló. No duró mucho tiempo su análisis pues de sorpresa recibió un cabezazo por parte de la chica que lo hizo caer al suelo sobre su trasero. Ella aprovechó para correr hacia la puerta y escapar pero se encontró con que estaba cerrada.

—¡Déjame salir, maldito desgraciado! — gritó eufórica — ¡déjame salir!

Nathaniel se levantó y fue hasta ella de manera paciente, de todos modos no podría ir a ningún lado si él no lo quería. Ella tomó una posición de defensa y se preparó para atacarlo en cuanto le pusiera un dedo encima pero un aullido de dolor tomó lugar en su cabeza.

Era ensordecedor. Tan doloroso y horrible. Sophia sostuvo su cabeza, tambaleándose de un lado a otro, de pronto sintiéndose mareada y con unas ganas enormes de vomitar todo lo que había comido en un año.

Imágenes confusas vinieron a su cabeza, haciendo que perdiera el equilibro por completo y cayera al suelo, perdiéndose entre la oscuridad de los sueños. O memorias. O visiones.

—Hasta que llegas— le dijo una voz muy parecida a la suya pero un poco más ronca.

Sophia avanzó entre la niebla que no le permitía ver nada en dirección al sonido de aquella voz que le parecía tan familiar y que le estrujaba el corazón. No sabía por qué pero sentía muchas ganas de llorar.

—¿Quien eres? — se atrevió a preguntar, con la voz un poco afectada por el nudo en la garganta que estaba sintiendo sin si quiera saber la razón.

—¿Tú quien crees que soy?

A pesar de que la voz sonaba como de una chuca en su etapa adulta, no podía evitar pensar que su tono de voz juguetona le daba un aire infantil. Sonrió un poco.

—No lo sé. — admitió con cierto temor — no siquiera sé dónde estoy.

Esa chica que le hablaba soltó una risilla burlona, de nuevo con ese tono juguetón. Como si hubiese hecho una travesura.

—Bueno, este no es un lugar en sí, yo lo llamo Limbo de Sueños. — cada vez se escuchaba más cerca de ella y un escalofrío recorrió su espalda al pensar en que podría ser alguien que quisiera hacerle daño — Tardé muchísimo tiempo en crear este sitio para poder encontrarnos...

Sophia siguió andando, acercándose mucho más a la fuente del sonido que charlaba con ella.

—¿Tú lo creaste? ¿Cómo?

Realmente no le interesaba saberlo, sólo quería averiguar de una vez por todas quien la trajo a ese lugar y por qué.

—¡Pero qué maleducada soy! — ignoró sus preguntas — Ven, acércate, esperemos juntas a el último invitado. Siempre llegando tarde...

De pronto, toda la niebla se disipó y sólo quedó una hermosa vista frente a ella. Un árbol gigante, lleno de vida y, situada junto a este, estaba una chica de cabello rubia. Igual al de ella.

Se acercó rápido para ver con más detalle y se llevó una gran sorpresa. Era... ¿ella misma?

Sus pies se pegaron al suelo, quedándose a menos de un metro de lo que parecía ser un clon suyo. Pero algo era distinto...

<<Sus ojos>> pensó Sophia con desconcierto. Nunca había visto una tonalidad así en ninguna persona.

Eran color violeta.

—Debo estar alucinando— pensó en voz alta — seguramente me drogaron.

Su clon rió de nuevo, parecía divertirle mucho la situación.

—¿Estar alucinando? No, seguro que no.

—Entinces debe ser que estoy soñando...

Volvió a reír la chica de los ojos color violeta.

—¿Estar soñando? No, seguro que no.

Un relámpago iluminó de colores dia ritos todo el sitio y Sophia se asustó pues la chica frente a ella simplemente sonreía, como si no le sorprendiera nada.

—¡¿Qué demonios es esto?!— gritó alguien en la lejanía.

Sophia sintió como su corazón dejaba de latir por un momento. Cuando pudo asimilar lo que sucedía, corrió hasta el lugar de donde provenía la nueva voz con lágrimas derramándose y empapando sus mejillas.

—¡Matteo! — chilló eufórica y feliz mientras se acercaba a su hermano por la espalda.

Este se giró en el momento en que escuchó su nombre y terminó el espacio que los separaba en un abrazo de oso lleno de amor y añoranza.

—No puede ser— repetía él varias veces — no puedo creer que esté aquí contigo. No tienes ni idea de lo lindo que te he extrañado, hermanita.

Sophia sollozó en el pecho de su hermano.

—Y yo a ti.

Se separaron, ambos con lágrimas en los ojos y se sonrieron por primera vez en siete meses. Después de todo el tiempo que estuvieron separados.

—Ay, qué bonitos son los reencuentros, me hacen llorar siempre —se secó una lagrimita traicionera la chica de los ojos violetas que era idéntica a Sophia. Y ahora también a Matteo.

—Wow, ¿es mi imaginación o ella es igual a ti y a mi? — preguntó él a Sophia.

—Lo mismo pensé.

La chica rió ante sus rostros llenos de confusión.

—¡Pero qué maleducada soy! — cambió de tema, de nuevo — Vengan, acérquense. Estamos completos así que ya puedo comenzar.

—¿Comenzar con qué? ¿Y qué es este lugar? ¿Por qué estamos aquí?

Por primera vez, ambos vieron a la chica perder la sonrisa y reemplazarla por una mueca de fastidio puro. Ella puso los ojos en blanco.




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