NOREGARD
Salí del montículo de nieve confundida con la mejilla y el labio latiendo de dolor. Había otros dos bultos que reconocí apenas escuché sus gruñidos; Matthew se ponía de pie despacio y con un cardenal debajo del pómulo, M.J con un corte en la ceja que se curaba con lentitud. El viento silbaba de forma fantasmal y temblaba de pies a cabeza como Matthew pero M.J ni cosquillas le hacía el viento más que despeinar su cabello. No me di cuenta que no llevaba mi anorak, teniendo solo un jersey azul maltratado. Matthew no llevaba ni una campera estando en remera y M.J solo llevaba una camiseta de mangas largas gris.
—¿Y ahora que mierda?—dije frotándome los hombros, Matthew sorbía la nariz. M.J se acercó, puso una mano en mi hombro y el de su amigo, mis sentidos se pusieron en alerta para después sentir en mi pecho un calor reconfortante. Mi cuerpo dejó de temblar y el frío desapareció.
—Les di mi bendición—dijo orgulloso—. Pero no durará mucho, debemos encontrar refugió… cualquier iglú está bien.
Emprendimos nuestra caminata por el desierto helado. Ni siquiera se veían las estrellas, era como si entráramos en una dimensión diferente. Traté un par de veces hablar con Ariel pero nada, aún quedaba el tema pendiente del poder de parar el tiempo que hice en la Fontane de Currie. También del fuego que salió de la punta de la lanza; estoy manifestando poderes de forma aleatoria. Incluso Ariel no me contestaba cuando la llamaba, ya debería acostumbrarme a no responder mis dudas. M.J se detuvo y podía ver como su cabello se volvió pálido, Matthew invoco un fuego en sus manos que lo hizo flotar hasta dejarlo cerca mio.
—Creo que una forma para decirte gracias por ayudarnos, y hacer recapacitar a Marie—dijo sonriendo, aun se veía pálido, y sus muñecas iban curando de a poco—. Tienes el poder de Ariel para ayudarte, pero el fuego mágico sirve para soportar un vendaval helado.
Le agradecí y continuamos caminando por el desierto helado. M.J convirtió su lanza en una esfera de luz que nos ayudaba como un tipo de sol, nos iluminó pero aun así la niebla nos bloqueaba la mayoría de la visión. La pluma destello y en seguida Matthew junto con M.J, estuvieron espalda con espalda, invoque la lanza apuntando en todas direcciones. Si algún monstruo o cazador nos atacaba ¿cómo íbamos a saber dónde aparecen?, unas cuerdas nos agarraron de pies y manos, la niebla se dispersó y unas figuras de dos metros nos rodearon. Todas envueltas en unas parkas blancas, cuyas capuchas tenían cabezas de osos polares. Los arcos estaban tensados, al igual que las lanzas y un tipo de espada curva hecha de huesos. Detrás se acercaron Yetis con rocas en sus manos, mucho más grandes que las figuras, pero estos tenían rostro de lince con cuerpo musculoso de gorila. Las cuerdas se tensaron más haciendo que me inque en una pierna.
—¡ME HARTÉ DE ESTAR SIEMPRE ATADO!—exclamó Matthew y un estallido de luz escarlata hizo retroceder a todos. Matthew estaba volando, con zarcillos de electricidad recorriendo su cuerpo, extendió su brazo y con la palma abierta habló a los desconocidos—. Les doy cinco segundos para que nos dejen en paz y nos lleven a la ciudadela escarchada.
Los ojos de Matthew eran del color de la sangre, su sonrisa era ancha y siniestra, la estática alrededor era incómoda. Matthew juntó ambas manos y las cargó con electricidad, que zumbaba como las avispas molestas. Luego abrió sus manos y una centella roja cruzó él aire... pero justo extendí mis manos, haciendo que él tiempo se detuviera, otra vez. La centella estaba a solo un palmo de dar donde estaban los desconocidos, M.J a punto la lanza a la centella y me miró haciendo un asentimiento. Comprendí enseguida lo que quería y dejé caer las manos, igual ya sentía el peso de la energía en mis hombros. La centella fue absorbida por la lanza como un pararrayos, y la clavó en la tierra, haciendo que la energía fuera redirigida haciendo temblar el entorno.
—¡Matthew detente!—dijo M.J, pero su amigo tenía una sonrisa macabra y su cuerpo soltaba lenguas de energía roja. Extendió su mano y de la punta de sus dedos unas llamas bailaban. M.J invocó los hilos de luz que aprisionaron a Matthew, respondiendo a su energía caótica con energía de la naturaleza; los hilos se tornaron verdes haciendo retroceder al Caos que Matthew despedía hasta estabilizarse y quedar de pie frente a todos, sus ojos también volvieron a la normalidad.
—¿Qu-é pasó?—balbuceó—,¿quiénes son ellos?
—Tranquilo, todavía no nos hacen nada—respondió amable. Una de las personas dio pasos hasta quedar frente a los tres. Se quitó la capucha mostrando su rostro.
Tenía cabello corto, pestañas y barba blancas como la nieve, ojos azules como el atlántico y piel oscura. Definitivamente era la persona más atractiva que haya visto en mi vida; facciones afiladas, pómulos altos y labios carnosos, su cuello marcaba una cicatriz que terminaba al inicio de la mandíbula pronunciada. Los demás imitaron su acción y todos presentaban el mismo tono de piel, cabello y ojos. Los yetis bajaron sus piedras, junto con los demás que bajaron sus armas.
—Me llamo Frey Laufreyson—dijo, nos sostuvo la mirada, pero miraba de reojo a Matthew. Este estaba aún confundido y su mirada desenfocada, M.J se quedó a su lado irradiando tranquilidad—. Son visitantes por lo que veo, eso es interesante.
Las miradas de todos estaban inmersas en nosotros, aun no salía de mi reciente asombro en la forma que Matthew reaccionó. Ni en cómo los cazadores entraron en la Fontane y masacraron a los que estaban ahí, eso es más raro todavía, ¿cómo sabían que estábamos con Marie Laveau? ¿Había alguien en el parlamento, además de los líderes y Adriano, de que vendríamos para aca? Sospecho en grande de Cordelia Astariel, pero solo es una conjetura. Frey volvió a hablar.
—¿Me van a decir a que vinieron, o debería sacarle a la fuerza la respuesta?—inquirió, sus ojos tomaron un peculiar brillo amenazador. Aun así no retrocedí y cuando avance escuche las cuerdas de los arcos tensarse.