Archer y yo caminamos hasta la escuela, cubrimos nuestras alas lo mejor que pudimos, debemos mantener un perfil bajo si queremos que esto funcione. No por los humanos, ellos son débiles y fáciles de manipular, sino por los ángeles, están por todas partes. No podemos permitirnos que nos descubran, quién sabe cuando podamos volver a hacer esto si lo hacen, al menos no después de otros cientos de años.
Nos paramos del otro lado del estacionamiento cuando al fin llegamos a la escuela, algunos alumnos entran a clases apurados,otros hablan entre ellos, riendo de lo que sea que se están diciendo. Al instante me doy cuenta de que muchas cosas han cambiado desde la última vez que estuve en la tierra, los autos, las casas, las calles, casí nada se parece a lo que yo recordaba y ya ni hablar de la ropa que tengo que ponerme para poder mezclarme entre los mortales.
—Esto va a ser divertido—Archer dice a mi lado llamando mi atención.
Miro a los humanos entrando a las instalaciones de la escuela, si que esto en definitiva va a ser interesante y divertido. No llevamos ni un día aquí y ya puedo sentir un cambio en los humanos, atravesamos el estacionamiento para poder entrar a la escuela, es imposible negar las miradas puestas en Archer, es estupidamente normal esa actitud, es guapo hasta para las del infierno.
—Creo que lo de mantener un perfil bajo va a ser más difícil de lo que pensabas—susurra en mi oreja para que solo yo pueda oírlo.
Tiene razón, pero que mejor manera de estudiar a los humanos que hacernos pasar por uno de ellos. Alguien se para en frente a nosotros interrumpiendo nuestro paso, el humano es un poco chaparro y regordete, tiene puesto unos lentes de círculos pequeños que se le resbalan por la nariz.
—Me imagino ustedes son los hermanos Harrison, mi nombre es Hudson, soy el director de esta institución—levanta la mano en forma de saludo hacia Archer. La mira antes de apretarla con fuerza.
Archer nunca ha estado en la tierra antes, tuve que decirle todo lo que recordaba de este lugar antes de venir. Vaya mañana que tuvimos.
—¡No tan fuerte!—gritó Pam alejando su mano de Archer—Casí me rompes la mano. ¡Oh, por todos los demonios! Creo que se me esta hinchado.
Stephan se acercó para inspeccionar la mano de su novia. Ingoré los llantos falsos de Pam continuando con la demostración.
—Intentalo otra vez, pero no apretes su mano con fuerza, solo sostenla—le indique sosteniendo la mano de la ridícula para demostrarle como hacerlo.
—Esto es tan incomodo—Archer se quejó.
—Para mi es divertido—Travon no perdió la oportunidad de burlarse de Archer.
—Espera tu turno y verás que tan divertido puede ser—le advertí.
Archer apretó la mano de nuestra reina de quejas con delicadeza.
—Bien. Ya estás listo.
—¿En serio tengo que usar esto?—se quejó mirando la ropa que llevaba puesta, una camisa blanca con un chaleco negro que tarde en conseguir, sus pantalones un poco apretados para su gusto, los zapatos combinan con el chaleco a la perfección, me auto di una palmada mental en la espalda por lo bien que lo hice.—Parezco un maldito mesero.
—Uno muy guapo—Pam guiñó un ojo, Stephan la aceró a él celoso como siempre. Archer ruerda los ojos.
—Deja de quejarte, esto esta perfecto—lo regañe.—Ahora apúrate no quiero que me retrases más.
Lo miro de reojo a mi lado, no estoy de acuerdo con él, no se parece en nada a un mesero, luce más como un pingüino, eso si le queda mucho mejor.
—En efecto somo nosotros—Archer contesta con sonrisa forzada.—Y ella es mi hermana, Evelyn.
—Por supuesto, su hermana—el hombre me estira la mano a mí, la aprieto al igual que Archer.—Su horario esta en la oficina con mi secretaria.
Apunta por el pasillo detrás de mí, indicándome su oficina a unos pasos de nosotros.
—Ahora, por favor señor Harrison, acompáñeme a la sala de maestros, tenemos mucho que discutir.
Archer me mira de reojo antes de irse con Hudson, se alejan por el pasillo hasta que los alumnos me hacen imposible verlo, giro sobre mis talones para ir a la dichosa oficina, alguien tropieza conmigo haciendome trastabillar hacia atras, logro estabilizarme antes de que pueda caer, las hojas que él sostenía caen al suelo, el chico se arrodilla para recoger el desastre que provocó.
—Lo siento, no te he visto.
—Claramente—no oculto la molestia en mi voz.
Su largo cabello gris cubre gran parte de su rostro impidiendome verlo bien. Una vez ya recogido todas sus hojas se levanta, noto como sus ojos me recorren de pies a cabeza, espero que diga algo o que se mueva, pero no hace ninguna de las dos, solo se queda ahí parado como una estatua, observándome con gran puño de hojas dobladas en sus brazos.
—Sabes que existe algo llamado cartapacios, deberías usar uno—le aconsejo antes de pasar a su lado.
Estoy acostumbrada a que me miren de esa forma, después de todo sigo siendo un ángel caído, lo que me molesta es que no se mueva de mi camino. Más irritada que antes, abro la puerta de la oficina para encontrar a una señora sentada detrás del escritorio, tiene la mirada perdida entre el montón de papeles que tiene en sus manos, lee todo con desesperada determinación, finjo toser para que note mi presencia.
—Lo siento mi niña, no te he visto—deja a un lado los papeles dejándolos en pausa.—¿En qué te puedo ayudar?
—Vengo por mi horario, el señor Hudson menciono que puedo conseguirlo con usted.
—Por supuesto—abre un cajón lleno de papeles y portafolios. No me sorprendería que alguien tomara algo de aquí sin permiso y nadie se diera cuenta de que falta.
—¿Tu nombre es...?
—Evelyn. Evelyn Harrison.
—Claro, Harrison—busca algo entre todas las cosas en su escritorio, agarra un papel semidoblado, estira su brazo entregándomelo.—Aquí esta tu horario—miro el papel lleno de números y nombres de las clases que tengo que ir.—Me alegro de que estés aquí, no todos los días tenemos alumnos nuevos—comienza a decir, pero yo ya estoy caminando fuera de la oficina.—¡Que tengas un buen día!—grita antes de que la puerta se cierre por completo.