Un ruido afuera de la casa me despierta de golpe poniendo todos mis sentidos en alerta, paso la mirada por todas partes tratando de ver de donde viene el ruido. Mi mirada viaja hasta la ventana, el aire está haciendo que una rama golpe contra ella. Respiro de nuevo al saber que no es nada. Observo lo que hay más allá de la rama, el amanecer llego más rápido de lo que esperaba.
Tomo mi tiempo para cambiarme de ropa, escondo la maleta con mis cosas adentro por si acaso alguien llega a entrar a la casa, agarro mis libros y salgo caminando hacía la escuela.
Esta vez no espero a Archer en el estacionamiento como siempre, entro directo a las instalaciones. Ayer mientras estaba medio dormida se me ocurrió un ingenioso y muy elaborado plan en el que consiste en no toparme con él hoy, por lo menos no aquí donde corremos el peligro de que nos atrapen.
Por mi mente cruzo la idea de no venir, pero eso solo levantaría las banderas rojas hacía Julian. Tengo que continuar cómo si nada hubiera pasado, cómo si en verdad quisiera una segunda oportunidad para coexistir en este planeta con las plagas llamadas humanos.
Logro llegar a mi casillero sin ningún percance. Bien, estoy libre, lo logré. Me detengo de golpe cuando lo veo paradao a un lado de mi casillero esperandome. Evito su mirada lo mejor que puedo escapando.
Qué no me vea, qué no me vea.
Me oculto entre los alumnos lo mejor que puedo, pero es claro que ya me ha visto.
Eso te pasa por celebrar antes de tiempo, Evelyn.
Mi gran plan se va a la basura cuando Archer se acerca a mi antes de que logre escapar, se planta frente a mí como una piedra evitándome poder ignorarlo.
—¿Dónde estuviste esta mañana? Te estuve esperando, pero como nunca llegaste pensé que ya estarías aquí. Que sorpresa me llevé cuando no te encontré aquí tampoco—dice molesto.
—Escúchame, Archer. No puedo hablar en este momento. No aquí, no es seguro—susurro buscando con la mirada a Julian.
Por nuestro bien espero que no haya llegado aún, o que se haya tropezado con su grandisimo ego y le haya ocacionado varios moretones para que no pueda presentarse hoy. Archer entrecierra los ojos sin apartar la mirada. Cómo si el universo no tuviera suficiente torturándome, siento la presencia de Julian en cuanto entra por las puertas de la escuela. Con una rápida mirada de soslayo veo como se empieza a acercar a nosotros.
Demonios.
—Aléjate de mí. Te lo explicaré todo en el refugio. Solo sonríe como si te digiera algo y vete.
—No entiendo...
Le ordeno con una mirada que no deja a discusión que no diga nada más y se vaya. El tiempo se esta acabando, Julian cada vez esta más cerca de nosotros. Archer cierra la boca de mala gana, muestra una sonrisa falsa y se aleja dejándome sola al fin. Giro dejando a Archer a mis espaldas, son segundos los que Julian tarda en pararse frente a mí con esa cara de baboso que tiene.
—¿Ahora qué quieres?—lo enfrento molesta.
—¿Una noche dura?
Sonrió con fingida amabilidad, aunque muy en el fondo deseo poder hacerle daño sin el peligro de salir lastimada en el intento.
—Para nada.
—Espero que no fuera por mi culpa—continua el idiota.
La esquina de su labio se eleva en una pequeña sonrisa. El gusano esta disfrutando esto. Aprieto los puños mientras me concentro en respirar con normalidad. Mi cerebro maquinea una respuesta creíble para que mantenga su guardia baja.
—Estuve haciendo la tarea de hoy—respondo en cambio.
—¿Enserio?—enarca una ceja dudoso.
—¿Porqué tanta sorpresa?
—No por nada—niega la cabeza con suavidad.—Vamos te acompaño al salón.
—Conozco el camino.
—Yo sé que sí. Pero prometí mantener un ojo en ti—guiña el ojo coqueteando conmigo.
Cree que se ve guapo y atractivo haciendo eso, si supiera que parece que esta haciendo viscos cuando lo intenta y solo provoca que me ría de él.
Me quita los libros de mis manos cargándolos. Y yo que pensé que tener a Archer conmigo era una pesadilla.
Desde el segundo que entramos al salón todas las miradas están puestas en nosotros. Ya no les doy la misma importancia que antes, lo que me temía que pasara pasó. Me siento junto a Maia quien nos mira con la boca abierta, Julian deja mis cosas en la mesa frente de mí.
—Aquí están tus cosas, Eve. Lamento que no podamos ser compañeros de trabajo como tanto querías—susurra lo suficientemente alto para que Maia lo escuche.
Lo miro con los ojos entrecerrados. Oh pero claro que no, sé lo que estas tratando de hacer y no va a funcionar pequeño hijo de...
—Si quieres podemos cambiar de compañero, no creo que al maestro le moleste.—Maia le dice con una sonrisa de oreja a oreja. Volteo a verla con los ojos en blanco.
—¿Harías eso por nosotros?—Julian se toca el pecho conmovido.
Niego una y otra vez, le digo que no se vaya, pero ella esta tan embobada con este tonto que no se da cuenta.
—No te atrevas...—intento de nuevo con Maia, pero no me escucha. Y por más que quiera no puedo obligarla, no puedo entrar en su maldita mente para hacer que se quede.
—Claro, no hay problema—agarra sus cosas mirando a Julian con una sonrisa, después me mira a mí muy contenta por lo que cree es su buena acción del día.
—Que buena amiga tienes—una gran sonrisa de triunfo se dibujo en su tonto rostro.
Se sienta en el lugar que desocupó Maia acomodando sus cosas. No lo aguanto más. Sabía que iba a vigilarme, pero esto rebasa la ridiculez. Encuentro la pinzas en frente de mí, lentamente las tomo en mi mano tratando de no hacer ningún ruido, miro las pinzas en mi mano, después a él sentado a mi lado, tiene la vista perdida en el pizarrón.
La voz en mi cabeza me dice que lo haga, será fácil, un ataque rápido y después haré que todos olviden. Pero algo dentro de mi pecho me dice que las deje, es demasiado arriesgado. Suelto las pinzas tomando un gran suspiro, descanso mi cabeza en la mesa rendida.