Entrecierra los ojos analizándome. Su silencio me preocupa. Ladea la cabeza a un lado esperando que hable.
—Estás aquí—digo emocionada, dejo a un lado todo ese miedo que siento y me concentro en el hombre que está frente a mí.
Quiero abrazarlo, besarlo, tocarlo, pero sé que es imposible. Es su espejismo lo que está aquí conmigo.
—Por un momento creí que no te emocionaba verme.
—Por supuesto que me emociona. ¿Por qué tardaste tanto?
—Perdona, he estado muy ocupado preparando todo.
Por supuesto, organizar a los demonios debe ser una patada en el trasero. Si cuando yo estaba ahí era difícil, no me quiero ni imaginar cómo son ahora. Imagino que la idea de subir a la tierra los tiene más alterados que antes.
Sin intención de invocarlo, la imagen de Julian sentado en el comedor tan cerca de besarme golpea mi mente. Niego con la cabeza queriendo olvidar sus labios, la sensación que dejo cuando me aleje. Quiero olvidarlo, necesito...
—Adam yo...—muerdo mi labio dubitativa.
—¿Qué sucede cariño?
Sin pensar busco sus labios, su toque es débil, por más que trato no puedo sentirlo, maldito espejismo.
—Eve...—susurra apartándome lentamente.—También te extraño—su mano delinea la comisura de mi rostro queriendo acariciarme, pero solo puedo sentir una débil brisa.—No sabes cómo deseo estar de nuevo contigo, pero tenemos que esperar. Pronto sí.
Tal vez pronto sea demasiado tarde para mí.
—Por eso vine a verte, tengo noticias—alzo la vista para verlo.—Necesito que hagas algo. Necesito que encuentres la daga.
—¿La daga?—asiente.—Esta bien. ¿Cómo es? ¿Dónde la encuentro?
—Esa es la parte difícil. No tenemos idea de cómo es, pero sabemos que está en alguna parte de este pueblo. Si alguien puede encontrarla eres tu, sabrás que esa es la daga cuando la veas. Y una vez que la tengas tendrás que bañarla con sangre de un ángel—abro los ojos asombrada.—Eso te ayudara para abrir el portal, para que todos podamos subir.
—Entonces, solo encuentro la daga y la baño con sangre, fácil.
—Me temo que no, cariño. La sangre tiene que ser de un ángel puro.
¿Qué?
¿Puro?
¿Cómo demonios voy a hacer eso?
—¿Y conseguir la daga es la parte difícil?—sonríe al ver mi reacción—Adam...
Esto se esta convirtiendo en algo mucho más difícil de lo que creí. No estoy segura de que pueda lograrlo. No con Julian vigilando cada uno de mis pasos. No después de lo que paso esta noche. Pero no logro hacer que las palabras salgan de mi boca.
—Sé que suena difícil, pero por eso te he escogido a ti. Te conozco y tengo la seguridad de que de alguna manera u otra lo conseguirás. Cuento contigo, Eve. Todos aquí abajo contamos contigo.
Todos cuentan conmigo. No puedo defraudaro, él ha hecho tanto por mí.
—No te preocupes, voy a encontrar esa daga. Les diré a los demás y empezaremos a buscar en seguida.
Recorre la mirada por el cuarto.
—Hablando de los demás. ¿Dónde está todo el mundo?—frunce el ceño.
—Nos dividimos para cubrir más terreno—miento.
Algo dentro de mí me dice que no es buena idea que sepa la verdadera razón del porque estoy aquí sola.
—Sabía que eras perfecta para este trabajo.
Su sonrisa se ensancha, intenta acariciarme pero solo siento la brisa golpear mi piel.
—Juro que cuando volvamos a estar juntos no voy a dejarte ir de nuevo, Evelyn.
Sonrío, no puedo evitarlo. Para los demás Adam puede ser frío e intimidante, pero no para mí. Bajo todo ese aire de superioridad y su mirada atemorizante hay un ser que solo busca amor. Creí que una vez que le contará de mi pasado resistiría de buscarme, pero fue totalmente lo contrario. Él me quiere, supo ganar mi corazón poco a poco con pequeñas muestras de afecto.
Después de mi caída no me quedaba nada más por que luchar, no tenía motivación alguna, hasta que llegó él. Me enseño que hay más, mucho más. Pronto supimos que ambos buscábamos los mismo, vengarnos de Él. Con el paso de los años se convirtió en alguien muy especial. Al principio me encontré resentida con la idea permitir que alguien se acercara a mí de nuevo, pero no pude evitarlo, él es demasiado persuasivo.
Y cómo tantas veces he sentido antes, espero a que las mariposas en mi estomago revoloteen, espero y espero.
Nada.
¿Porqué no siento nada?
—Tengo que irme. Te contactare después. ¿Sí?
Asiento. Desaparece con una débil sonrisa.
Genial.
Ahora tengo que buscar una daga, la cual no tengo ni idea de en dónde está, ni cómo luce. Cómo deseo que este día termine de una vez por todas.
Me meto a la cama mirando el techo de la habitación. Me remuevo de un lado a otro, buscando una posición cómoda, buscando conciliar el sueño de nuevo, por más que lo intento no puedo, mis pensamientos no me dejan en paz.
¿Porqué Julian tenía que aparecer de este modo y arruinarlo todo?
¿Cómo buscare la daga sin levantar sospechas?
¿Cómo me quito de encima al gusano escurridizo?
*-*-*-*
Llegó a la escuela más cansada de lo normal. Archer me espera en la entrada de la escuela. Su expresión me lo dice todo.
—Te vez fatal.
—Gracias. Tu no te quedas atrás—entrecierra los ojos ofendido, pero es cierto, se ve igual de cansado.—Tengo que decirles algo a todos. Nos vemos en el refugio en la noche.
—Les diré a los demás—su rostro se torna preocupado. Paso a su lado para poder entrar a la escuela. Su mano busca mi brazo deteniéndome.—¿Eve?
—¿Qué pasa?—me giro para poder verlo.
Abre y cierra la boca como un pez por lo que siento una eternidad.
—Nada—niega con la cabeza.
Estoy tan agotada que no le pregunto nada más, continuo mi camino adentro. Noto como todos alrededor de mi hablan de algo en susurros. No les tomo importancia yendo directo al salón. Tomo asiento en la silla cerrando lo ojos, deseo poder dormir un poco. Lo que sea. Una voz me despierta de golpe.