Evelyn
Volcán Masaya, Nicaragua
Las palabras de Morningstar siguen repitiendose en mi cabeza como un bucle sin fin, poco a poco los recuerdos de lo que les hice a todos esos humanos y a mi hermanos me atacan torturándome de la peor manera posible. Aún siento su sangre en mi cuerpo, bañando mis manos mientras arrancaba sus alas.
El hecho de seguir peleando contra ellos mientras intento cerrar el maldito portal no ayuda, el fuego a nuestro alrededor se intensifica quemando mi piel.
—Mierda—un perro infernal muerde mi pierna incrustando sus filosos dientes en mi piel. Después otra mordida me desestabiliza. Obligo a mi cerebro a concentrarse emanando energía de mi cuerpo quemando a esos bastardos hasta evaporarse en el aire. Sigo peleando contra los humanos poseídos quebrando partes de sus cuerpo para evitar que vuelvan a levantarse y venir por mí.
—¡Quos ignis exeat et numquam revertere ad iterum luceat!—grito terminando al fin con este maldito problema, preparándome para seguir con el siguiente.
Me giro enfrentando a todos esperando que sean ellos quienes ataquen primero, me deshago de los malditos canes de infierno quemando cada uno de ellos hasta que no queda rastro de ninguno, después voy por los demonios que esperan pacientemente por mí.
Siento el sudor bañar mi cuerpo que padece sin poder recuperarse tan rápido como me gustaría, respiro hondo analizando el panorama, intentando recuperar la fuerza que ellos desesperadamente intentan arrebatarme, toma solo un pequeño movimiento para hacerme reaccionar y desplazarme por el lugar poniendo a dormir a cada uno de ellos, aparezco tan rápido que ni siquiera les doy oportunidad de esperar mi siguiente movimiento.
Termino con ellos sin un gramo de fuerza en mi cuerpo, cierro los ojos a punto de desvanecerme, cuando vuelvo a abrirlos me encuentro de vuelta en la habitación de Julian, un nudo se forma en mi garganta, mi pecho duele temiendo que también le haya hecho lo que le hice a mis hermanos. Lloro abrazada a su almohada aún impregnado con su aroma, no hay justificación para todo el daño que he hecho, ahora menos que nunca va a querer arreglar las cosas, lo perdí no importa lo que haga.
¿Dónde estás mi amor?
Aunque no quiere saber de mí yo aún lo necesito más que el propio aire que respiro, necesito que me abrace y me diga que todo va a estar bien, necesito esa seguridad que solo logro sentir cuando estoy junto a él.
—¿Eve?—escucho los pasos de Ian acercarse a la cama, no me muevo, no quiero estar con nadie ahora.—¡Eve, estás sangrando!
Giro en la cama dándole la espalda esperando que entienda mi silencio, sin embargo lo escucho moverse por todo el lugar para proseguir a limpiar mis heridas.
—No es necesario que lo hagas—no tiene porque perder el tiempo con heridas superficiales.
—Puedes hablar conmigo, quizá yo pueda ayudarte con eso que te atormenta—continua ignorando mis palabras.
—¿No deberías de estar con tu padre y el padrecito?—pregunto en cambio.
—Regresamos para ayudarlos a salvar el mundo.
—Es muy estúpido de su parte haber regresado después de que logramos encontrar otro refugio para ustedes—no me contengo en decir sin importarme que mis palabras suenen duras.
—Si es estúpido e irracional y probablemente muramos el día de mañana—suspira meditando sus siguientes palabras.—Pero es mejor morir de pie que vivir toda tu vida de rodillas sirviendo a alguien más que te priva de tu libertad.
Guardo silencio procesando sus palabras. Con pesar y dificultad logro sentarme en la cama, mi mente trabaja a mil por hora recapitulando todo lo que he vivido a lo largo de mi vida. Las traiciones, los engaños, las manipulaciones, las mentiras, los juegos mentales, el llanto y la tristeza profunda, así también como la felicidad, la alegría, la lealtad, la hermandad, la fuerza, el poder, la valentía, la motivación, el amor…
Morningstar me usó, fui su maldito títere todo este tiempo, dañe y herí a muchos, consciente o inconscientemente fueron mis manos quienes terminaron con la vida de tantas personas, son mis manos las que están manchadas de sangre, las que condenaron a una eternidad de sufrimiento y tortura a demaciadas almas perdidas.
Si, lastimé a muchos.
Si, jugué a ser su verdugo.
Si, logró manipularme.
Su error fue creer que sería así toda la vida.
Puede que él haya sido de los primeros ángeles en nacer, pero sé le olvida que yo tengo algo que él nunca tendrá de nuevo, soy parte del cielo, tengo el poder de mi padre en mis venas. Yo soy quién puede terminar con su reinado en la tierra.
Me levanto de la cama bajo la mirada preocupada de Ian.
—¿A dónde vas?
—A enfrentar al demonio.