El Ángel que bailaba con el Diablo 2

Rustem: Capítulo 3

- ¿Un ángel? - preguntó con cierto burla Ananya - Yo no soy un ángel Rustem... - deslizó misteriosa mientras su transformación se concretaba.

Su cabello rubio se tornó plata y por detrás se asomó una fina cola como la de un león.
Rustem quedó atónito 

- ¿Qué? 

- Yo... soy una Grifo... - dijo algo apenada.

- Eh? ¡¿Una Grifo?! ¡¿Pero qué?! ¡¿Cómo?! - continuaba casi sin entender.

- Lo siento... no era mi intención engañarte...

- Espera - Se detuvo un segundo a pensar - los Grifos son demo-

- Demonios... sí...

- ¡Pe-Pero tus alas son blancas!... Parecen las de un ángel... 

- No me sorprende que no conozcas nuestra apariencia... las mujeres Grifo no tenemos permitido circular fuera de nuestro territorio en el Infierno...

- ¿Infierno?... estás diciendo que-

- Sí... te sigo desde el Infierno... lo sé todo de ti... sé que sólo te gustan las humanas... por eso me hice pasar por una...

Rustem no podía disimular su impacto, estaba enmudecido

- ¿Estás decepcionado de que sea un demonio verdad?...

El Diablo intentó hablar pero las palabras no salían

- Lo sabía, sabía que no me aceptarías así... - dijo con lágrimas en sus ojos intentando irse.

- ¡No!, No, espera Ananya.

Apenas envuelta con la sábana, tomó sus ropas, volteó a verlo y dijo veloz

- Lo siento... por favor, no se lo digas a nadie Rustem... 

- ¡Ananya!

- Adiós... - terminó por decir y de su anillo una pequeña luz azul surgió haciendola desaparecer en un instante, dejando atrás apenas unas plumas, tal y como la otra vez.

- Ananya... - suspiró el joven Diablo ya sólo en la habitación - era un demonio... - quedó pensando.

¿Qué acababa de ocurrir? Aquel descubrimiento de verdad fue inesperado, nunca imaginó algo así, necesitaba saber más...

Al llegar al infierno, reflexionó sobre el asunto y se dio cuenta de que no sabía prácticamente nada de los Grifos ¿Por qué? Se supone que por su rango debería conocer sobre todos los habitantes del Infierno, así que disimuladamente intentó obtener más información.

- Isbel ¿Qué sabes sobre los Grifos?...

- ¿Los Grifos? - se sorprendió el sirviente - ¿Por qué lo pregunta?

- Bue-Bueno simple curiosidad... rumores que escuché por ahí de que sus mujeres son muy hermosas... - deslizó tratando de demostrar un interés banal.

- La verdad es que no sé mucho sobre ellos Señor... de hecho casi nadie fuera del Reino del Orgullo los conoce, pues los Grifos rara vez salen de su territorio... y no tratan más que con su padre o el Señor Loxur en caso de necesitarlo.

- ¿Viven en el Reino del Loxur?

- Así es, lo único que puedo decirle es que son demonios muy reservados de su privacidad, sé que su territorio está protegido por una barrera mágica por ende nadie puede entrar a menos que ellos lo permitan... no sé de donde habrá oído el rumor sobre sus mujeres pues son un total misterio.

- Ya veo... en otras palabras es como si el resto de los demonios no debiesemos saber sobre ellos.

- Tal vez si le pregunta a sus hermanos ellos puedan decirle más.

- Ya veré... 

- ¿Cómo le fue con la señorita?

- Eh?

- Hoy volvió tarde del mundo humano, supongo que es porque se encontró con ella ¿Estoy en lo correcto? - preguntó mientras le servía una taza de té.

- Bueno... sí...

- ¿Hubo algún problema? Parece algo preocupado...

- Sí... tuvimos un pequeño desencuentro...

- Oh... ¿Fue grave?

- No lo sé... quizás para ella sí... es que... descubrí algo que puso en jaque definitivamente mis pre conceptos...

- ¿Le importa esa joven?

- Claro que sí.

- Entonces trate de solucionarlo.

- ¿Y qué hago si no puedo volver a verla? 

- ¿No puede buscarla?

- No...

- ¿Y usted siente que es importante para ella?

- Creo que sí, al menos así me lo hace sentir...

- Entonces espérela donde siempre, seguro ella regresará aunque sea una vez más, no deje pasar la oportunidad.

- ¿Y si ella no aparece?

- No lo sabrá si no lo intenta. Al menos quedará en usted la satisfacción de saber que puso de su parte para volver a verla.

El joven Diablo quedó pensando al respecto y cayó en cuenta de que Isbel tenía razón, en esa situación lo único que podía hacer era esperar a que ella quisiese verlo, así que esa misma noche regresó a la habitación de la posada.
No sabía que podría decirle, no imaginaba como sería su encuentro, sólo esperaba poder hablar con Ananya.

La esperó toda la noche con una rosa amarilla en su mano, pero ella no apareció. 
Comenzaba a reprocharse el no haber reaccionado al verla tan angustiada, el no poder haber dicho que la quería igual, ¿Acaso no volvería verla nunca más?, se preguntaba, pero aún así tomó la decisión de no desistir.

Continuó yendo a la posada varias veces más y aunque no había rastros de la joven igual dejaba las rosas en el florero de la mesa que, con el pasar de los días, se iban acumulando en él.
Hasta que finalmente...

Una noche Rustem abrió la puerta de la habitación sin mucha ilusión, pues aquello se había vuelto como una rutina, y al levantar la vista se sorprendió al ver a Ananya tocando las rosas

- Ananya... - suspiró él.

Por su reacción la joven parecía no esperar a que el Diablo apareciese en ese momento, intentó huir sin decir nada pero Rustem rápidamente le tomó la mano y la acercó a él, lleno de determinación, para abrazarla con fuerza

- No te vayas Ananya... quédate conmigo... por favor... - le susurró.

Ella no pudo evitar conmoverse y con sus manos acarició la espalda de él para corresponder ese abrazo.

- Rustem... ¿Esto quiere decir... qué te gusto igual?... - preguntó tímidamente.

Él desvaneció su apariencia humana y dejó ver su verdadero aspecto, la observó con sus hermosos ojos rojos y con ambas manos tomó su rostro gentilmente para besarla lleno de pasión.

Ananya estaba sorprendida pero se dejó llevar completamente por sus emociones, los corazones de ambos latían con fuerza, podían sentir cuanto se extrañaban, cuanto se deseaban, y sin mediar palabra se entregaron nuevamente el uno al otro.

Ya en la cama, en un momento Rustem le pidió

- Déjame verte como eres en realidad Ananya... - ella asintió con su mirada y reveló su apariencia de Grifo, con las hermosas alas blancas que la acompañaban - Eres preciosa... - le dijo en un susurró para luego volver a besarla y ya definitivamente hacer el amor.

Un espiral de pasión, así era como habían definido su relación, una vez que empezaban ya no podían detenerse, era como caer en picada al juego completo de la seducción.

Luego de ello, Ananya se recostó sobre el pecho de Rustem, le gustaba sentir el latido de su corazón, el Diablo acariciaba su ahora plateado cabello hasta bajar por su espalda, los invadía un profundo silencio hasta que Rustem preguntó 

- ¿Podrías decírmelo todo Ananya?...

Ella lo observó y el Diablo continuó

- Quiero saber la verdad... saber todo de ti... 

Ananya se sentó a su lado y aceptó contarle la verdad.

- ¿Qué sabes sobre los Grifos Rustem?... - preguntó ella.

- La verdad que casi nada... tengo que admitirlo.

- No me sorprende... es porque mi Clan es muy reservado respecto a eso... los Grifos somo seres que descienden del sol, bestias creadas antiguamente por los Dioses para proteger sus riquezas y tesoros. Poseemos la agilidad y destreza de un águila junto con la fuerza de un león, así somos. En la antigüedad los Grifos eran los únicos demonios que podían prevalecer debajo del sol en la tierra humana y así cumplir la tareas asignada, pero cuando los Dioses decidieron ocultar sus tesoros en el Infierno nosotros también descendimos con ellos y así acabamos habitando el inframundo. Es por eso que nuestro territorio es casi impenetrable para el resto de los demonios, nuestra tierra está llena de tesoros y joyas mágicas, como estás ¿ves? - dijo enseñando sus anillos.

- Increíble...

- Las mujeres Grifo tenemos prohibido salir de nuestro territorio para no involucrarnos con otros demonios, debemos conservar la pureza de nuestra raza evitando el contacto con los demás seres. 

- Ya veo... 

- Pero yo soy muy curiosa, no me gusta que me pongan límites ni reglas - dijo risueña - un día conseguí este anillo que me permite transportarme a donde desee, quería conocer aunque sea una sola vez el resto del Reino del Orgullo, era solo una travesura, me encerré en mi habitación simulando ir a dormir y use el anillo para salir.
Caminé, oculta bajo una improvisado disfraz, por el Reino el día del Festival que se realiza anualmente y ahí de lejos te vi... 

- ¿A mi? - preguntó ya sentándose a la par.

- Sí... te veías tan elegante, mostrándo tus alas con orgullo, estabas en compañía de otros Diablos.

- Ahh, seguro eran mis hermanos...

- No sé como explicarlo, fue amor a primera vista...

- ¿A-Amor?... - se impresionó.

- Sí... nunca antes había sentido algo así. Tu sonrisa, tus ojos, tu porte y alas negras y brillantes... me fascinaron, sabía que los Diablos gustaban de tener muchas mujeres pero al verte durante el transcurso de la noche noté que rechazabas a todas las demonio que se te acercaban... quería saber el por qué , tal vez porque ya tenías esposa pensé, necesitaba saber todo de ti, así que las siguientes noches seguí escapando y averiguando todo lo que pude sobre ti.
Ahí me enteré que eras Rustem, el séptimo Príncipe del Infierno, el guardián del Reino de la Envidia y de tu gusto por las mujeres humanas... después de todo, todos de alguna forma sabían del Diablo que no se fijaba en las demonio, aquel que sólo tenía ojos para las humanas...

- ¿Eso dicen de mi?

- Sí...y pude comprobarlo cuando te seguí aquí... yo también quería tener mi oportunidad contigo... así que me transforme en humana y con ayuda de otra joya oculte mi magia para que no pudieses sentir mi presencia de demonio... esperé pacientemente y cuando tuve la posibilidad no quise dejarla pasar... debo admitir que en un principio sólo quería vivir las experiencias al límite... saber lo que se sentía dejarse llevar por lo que me pedía el cuerpo, y eso era estar contigo... pero luego ya no pude detenerme... ya no quería dejarte, no podía dejarte... y tenía mucho miedo que al descubrir que no era humana me rechazaras... fui arrastrada por la mentira... y como sólo puedo mantener mi transformación durante la noche, al llegar el amanecer me apresuraba a huir para que no me descubrieses... Perdóname...

- Ananya... no te disculpes... no es que no me gusten las demonio, es sólo que me sorprendí por tu apariencia, nunca había visto a una Grifo y tus alas blancas me llevaron a pensar que eras un ángel... 

- Eso es porque desciendo del último Grifo Albino. 

- ¿Grifo Albino?

- Sí, la familia de mi madre desciende de él, pero luego de su muerte la única que quedó con las alas así en el Clan soy yo, pues mis hermanos, al igual que mi padre, las tienen color café como el resto de los Grifos...

- Ya veo... 

- Y esa es toda la verdad Rustem... cuando dije que te observaba desde hace mucho me refería a que lo hacía desde el Infierno... ¿Ahora que piensas sobre mi?...

- ¿Qué pienso?... Que me encantas...

Ella se sorprendió - ¿De verdad? - preguntó.

- Claro que sí... ya te lo dije, eres preciosa... no voy a negar que fue toda una sorpresa, pero una sorpresa maravillosa...

- Rustem... - suspiró ella y le dio un tierno beso - ¿Me dejarías ver tus alas?... - preguntó.

El Diablo asintió y desplegó parcialmente sus alas, Ananya las tocó suavemente - Que hermosas son... deseaba tanto poder tocarlas... son de un color negro tan bonito que casi parecen brillar... - comentó ella.

- Gracias... Ananya...

- ¿Sí?

- Cuando dices... la palabra Amor... ¿A que te refieres?... - preguntó algo nervioso.

- ¿Qué quieres decir?

- ¿Que tan profundo es lo que sientes?...¿Es en serio?

Ella sonrió - Claro que es en serio, ya te lo dije, eres todo lo que quiero para mi... ¿Acaso te asusta que te diga que te amo?

- No, bueno, yo...

- Tú no tienes que decirme lo mismo, yo sólo te digo lo que siento por ti...

- ¿Y ahora... como seguimos?

- ¿A qué te refieres?

- Porque en el Infierno no podemos vernos ¿verdad?

- No...

- Y nadie puede saber que estás aquí ¿No es así?

- Así es...

- Entonces sólo nos queda vernos en este lugar ¿Verdad? 

- Sí... ¿aceptarás?

Rustem sonrió - Claro que sí... ya no quiero dejar de verte... - terminó por decir y sellaron esa promesa con un suave beso para luego compartir el resto de la noche abrazados en la cama.

A la mañana siguiente Rustem despertó y Ananya ya se había ido, pero no sin antes dejar una nota sobre la mesa " Te espero esta noche también, prepárate para una velada especial..." profesaba el mensaje.

Rustem volvió al Infierno, completamente satisfecho, pero no podía sacarse de la cabeza las palabras de aquella nota, ¿A qué se refería Ananya con una velada especial?
Conociendo su forma de ser, el Diablo sólo podía imaginar en otra noche de pasión desenfrenada y eso lo entusiasmaba, pero la verdad era muy diferente a lo que imaginó en su mente...

Al llegar a la habitación Ananya ya lo estaba esperando 

- Hola mi amor ¿Estás listo? - preguntó mientras le tomaba las manos.

- S-Sí... eso creo... - respondió algo nervioso al ver su entusiasmo y seguridad.

- Bien, entonces hoy te llevaré a un lugar muy especial para mi... - dijo y con la magia de su anillo aparecieron en la cima de un acantilado.

Rustem estaba atónito, era la primera vez que veía un lugar así, el paisaje no tenía desperdicio, se podía sentir el viento atravesar el lugar. 
A su alrededor se podían apreciar las montañas desoladas rodeando el acantilado y bajo este un bello lago.

- ¿Te gusta? - preguntó risueña ella.

- Sí... es hermoso... ¿Pero qué hacemos aquí?

- Vinimos a jugar.

- ¿Jugar?

- Sí - dijo con una sonrisa mientras caminaba hacia el borde del acantilado y mirando de frente a Rustem dijo

- Aquí nos separamos... alcanzame si puedes - y se dejó caer abruptamente de espaldas en su forma humana.

El Diablo quedó sin habla, se acercó corriendo al borde y a los segundos la vio resurgir desde lo profundo desplegando sus hermosas alas volando a toda velocidad, Rustem estaba impactado, definitivamente Ananya era atrevida y valiente, decidió seguirle el juego y ya sacando sus alas se dispuso a perseguirla por todo el lugar.

Podían escucharse el eco de sus risas divertidas, eran como dos aves jugando en el viento, volando con total libertad. Ananya era extremamdamente veloz, parecía que nunca la podría alcanzar, hasta que en un momento ella se dejó atrapar y el Príncipe no desaprovechó la oportunidad para besarla en el aire, nuevamente la joven lo llevaba a vivir experiencias únicas.

Luego de ello se sentaron en el borde del acantilado a descansar y admirar el paisaje

- ¿Lo disfrutaste? - preguntó ella.

- Sí...

- Descubrí este lugar por azar y se volvió uno de mis favoritos, ya que aquí puedo volar a gusto...

- En verdad que sí... fue increíble, nunca antes volé así de libre... - dijo con una gran sonrisa.

- Qué hermoso es verte reír de verdad...

- Eh? - se sorprendió él.

- Sólo las personas como nosotros podemos reconocernos entre sí y como somos de verdad...

- ¿A qué te refieres?...

- Cuando te vi en el Infierno por primera vez demostrabas una gran sonrisa, luego al observarte más, tanto aquí como allá, noté que siempre estás sonriendo y ahí fue cuando me di cuenta, me dije "Él es como yo..."

Rustem la escuchaba en un respetuoso silencio y ella continuó 

- Seguramente también te ocurre esto, por nuestra personalidad es difícil que las personas nos tomen en serio, pues siempre estamos haciendo bromas o sonriendo. No sabemos por qué lo hacemos, pero nos es más fácil fingir que estamos bien que admitir nuestras preocupaciones... de alguna forma sentimos que estar tristes está mal y que es algo que no va con nosotros, por eso preferimos sonreír... tal vez sea por vanidad, o quizás por orgullo pero tal vez también sea porque en el fondo queremos que alguien nos vea de verdad... que nos diga "Oye, ¿qué te ocurre? ¿Estás bien?..."

El Diablo estaba sorprendido por su profunda reflexión, podía identificarse en cada una de sus palabras.

- Sí... en el fondo queremos eso, pero tampoco podemos culpar a las personas de que no se den cuenta, pues es lo que dejamos ver de nosotros, que siempre estamos alegres y no nos tomamos nada muy en serio... ¿Quién podría adivinar que detrás de nuestras estúpidas reacciones se esconde un ser con profundos deseos también?... y cuando sentimos que encontramos a alguien al que podríamos decírselos decidimos no hacerlo por temor a descubrir que también podría reírse de nosotros... y nos asusta... es más fácil jugar a ser el payaso por propia voluntad que admitir que la gente no te toma en serio... ¿No?

- Sí... entiendo lo que dices...

Ananya deslizó su mano, tomó la de él y mirándolo a los ojos dijo

- Pero entre nosotros no tenemos que fingir... podemos ser por completo quienes somos y sabremos que no nos burlaremos el uno del otro de lo que de verdad queremos... porque nos respetamos... por eso me gusta decir y hacer cosas que te hagan revelar tus otras emociones... verte hacer diferentes expresiones es encantador... - sonrió.

- Ananya...

- ¿Cuando tu me miras qué piensas de mi? 

- ...Pienso que eres una joven que se esfuerza por ocultar su tristeza por su anhelo de poder ser libre...

- Exacto... y yo veo en ti un muchacho que quiere ocultar su miedo de no poder encontrar a alguien que lo acepte como es... - dijo mientas acariciaba su rostro.

Rustem enterneció su mirada, Ananya había logrado descifrar por completo su personalidad.

- No soy egocéntrica, no estoy diciendo que sea la única que te entienda, pero sí que te amo tal cual eres...

-... Ahora que me has descubierto creo que puedo confesarte algo... 

- ¿Qué?

- ¿Sabes por que buscaba un amor entre las humanas o ángeles?... Porque forjé mis expectativas sobre la forma de ser de la única mujer que, hasta este momento, me veía tal cual soy... su nombre es Anaciel...

- ¿Anaciel? ¿Quien es?

- Anaciel es la esposa de mi hermano Noré, ella solía ser un ángel...

- ¿Un ángel? - se sorprendió Ananya - ¿Un ángel y un diablo juntos?...

- Sí... en el pasado ella se vio involucrada en un conflicto entre Noré y Hazar, otro de mis hermanos, y por ello perdió sus alas... volviéndose humana.

- Oh... ¿Perdió sus alas?...

- Así es, a pesar de todo lo que pasó su amor por Noré siguió intacto y se casó con él, llevándola a tener una vida en el mundo humano. Ella tiene una forma de ser tan dulce, amable, inocente... la conocí cuando era un niño y aunque no somos iguales era la única que sentía que me prestaba atención de verdad cuando hablaba con ella... siempre toma en serio todo lo que digo, así sea una estúpida mentira o broma, la creé. Su personalidad la lleva a intentar comprender a cada persona, no importa lo diferentes que sean entre sí, Anaciel busca comprenderte más allá de sus propios pensamientos y siempre dice cosas que te llegan al corazón... 

- Parece que es muy importante para ti...

- Sí, lo es... aunque a veces molesto a mi hermano coqueteando con ella en realidad la quiero como una amiga muy importante para mi... esa a la que le dices cosas tan profundas que hasta tu mismo te sorprendes...

- Ya veo...

- Infantilmente pensé que su forma de ser se debía a que era un ángel y luego que se volvió humana asimilé su nueva apariencia con su personalidad y me dije "debo buscar un amor entre las humanas"... sé que suena estúpido pero esa es la verdad... me gustaba tanto la forma en que Anaciel lograba hacerme sentir que pensé que sólo en la naturaleza de las mujeres humanas podría encontrar una mujer similar a ella... quería eso para mi... 

- ¿Y la encontraste?...

- No, tenía expectativas demasiado altas... pero luego apareciste tú como un huracán... - dijo ya mirandola a los ojos - en ese momento ya no esperaba nada, pero llegaste y arrasaste con todo lo que había pre establecido para mi... - le tomó suavemente el rostro y la besó con suavidad - Ananya... - continuó sin dejar se mirarla ya chocando sus frentes.

- ¿Sí?... 

- ¿Qué harías... si te dijera que estás enamorando a este Diablo?...

Ella se sonrojó levemente y respondió 
- Dejaría que me ames... por lo menos hasta que la burbuja de este sueño se rompa...


Continuará...



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En el texto hay: angel, amor, diablo

Editado: 18.01.2024

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