Los tres jovenes salieron del templo de Arza con aquella misión en mente, conseguir el favor de un Grifo.
Kalir regresó a su Reino en espera de novedades por parte de Salomón, en tanto que este y Kaito regresaban hasta la Villa.
- Vaya, el viejo depravado si que lo puso difícil, conseguir hablar con un Grifo no se oye fácil - comentó Kaito.
- Así es, pero no creo que sea imposible, desde hoy me pondré en marcha para conseguir una audiencia con su líder, los Grifos son muy protocolares, apegados a sus reglas - respondió Salomón caminando a su lado.
- Ya veo.
- Ahora lo que me preocupa eres tu.
- ¿Qué? ¿Yo?
- ¿De verdad estás seguro de sacrificar tu poder de Byakko en algo que no tiene garantías?
- ¿Por que me preguntas eso? ¿Acaso tú no lo harías? Sayuri y mi abuelo son lo más preciado que tengo, los poderes no sirven de nada cuando no pueden ayudar a la gente que más quieres.
Salomón reflexionó un momento en silencio y Kaito continuó - ¿Acaso tu no te sientes inútil sabiendo que a pesar de todo el poder que tienes no puedes hacer nada tu sólo por ella?
- Es verdad, me siento inútil en esta situación.
- Sayuri podrá ser hija de ese infeliz pero es mi preciada hermanita. Yo no conocí a mi padre, era muy pequeño cuando el murió a causa de esta misma maldición - comentó.
Salomón se impresionó - Así que ya habían pasdo por algo así...
- Sí, por eso es que siento tanta resignación ante ello, mi madre sufrió mucho por quedar viuda tan joven y con un hijo pequeño... su padre, mi abuelo Takae, nunca nos dejó sólos y entre los dos la ayudamos a ponerse de pie de nuevo. Hasta el día en que apareció en su vida ese desgraciado... se aprovechó de su débil corazón y la sedujo hasta dejarla embarazada ... no tenía planeado hacerlo, eso era evidente, pero sucedió. Yo estaba furioso con la situación, debo reconocer que al principio... no quería que ese bebé naciera... sentía que si lo hacía ella estaría atada toda la vida a ese maldito... pero un día mi madre tomó mis manos y las colocó sobre su vientre, al hacerlo pude sentir a Sayuri dentro, dando pequeñas patadas... aun recuerdo ese sentimiento inmenso de protección que nació en mi... ella era mi hermana... mi madre lo notó y me dijo "- Kaito, ella es tu hermana, Sayuri, tu serás quien siempre la cuide... puede que sucedan cosas, ya sea que yo no pueda estar a su lado ,o que su padre no la reconozca, tu estarás para ella... porque eres el unico que puede amarla como lo merece...".
Luego entendí que "esas cosas que podían suceder" lo decía porque ya sabía que Sayuri nacería en eclipse... ¿sabes por qué nuestras mujeres dan a luz bajo la luna? - preguntó.
- Porque necesitan su energía ¿verdad?
- Sí, pero las mujeres que dan a luz bajo la penumbra del eclipse inevitablemente mueren... ya que no reciben energía de la luna y pierden todas sus fuerzas durante el parto...
- No lo sabía...- murmuró impresionado.
- Sí, mi madre murió el día en que Sayuri nació... la mitad de mi corazón se fue con ella... pero en cuanto tuve en mis brazos a mi hermana sentí que era la unica que podía sanarme... y no estaba equivocado, es la viva imagen de mi madre, y al ser pequeña y yo mayor puedo cuidarla como no pude con mi madre por ser solo un niño. ¿Ahora entiedes por qué me siento tan responsable de ella?
El Diablo lo observó en silencio y el continuó - Shumatsu podrá ser su padre biológico pero para mi no es nada, el maldito ni siquiera estuvo presente el día en que nació por miedo a que su esposa le ladrase, sólo yo y mi abuelo estuvimos para sostener su mano hasta el final y luego recibir a Sayuri... debí detenerlo cuando comenzó a querer acercarse a Sayuri, de haberlo hecho ella no hubiese tenido que conocer el desprecio de esa familia... sabía que sólo se aprovecharía de ella, que algún día la usaría como lo hizo con mi madre, y no me equivoqué. Pero mi abuelo insistió en darle una oportunidad a Sayuri de sentir lo que era tener un padre y así resultó.
- Lo entiendo... gracias por contarmelo.
- No tendría por qué, pero estoy tratando de confiar en ti porque me has mostrado una posibilidad de salvarla, y si parte de eso depende de mi cuenta conmigo. Ahora has tu parte y consigue el favor del Grifo.
- Así lo haré.
- Bien. Lo que no entiendo es por qué insististe en acompañarme hasta aquí - deslizó Kaito ya apenas abriendo la puerta de su casa.
- ¿No creerás que iba a perderme la oportunidad de ver a Sayuri después de semejante descubrimiento verdad? Merezco celebrarlo con ella - sonrió burlón.
- Eres un...
- ¿Kaito, eres tu? - preguntó Sayuri desde adentro en voz alta.
- Sí, ya regresé - respondió desde la puerta.
- ¿Has visto mi vestido azul? - continuó preguntando desde la distancia.
- ¿Vestidos azul?
- Sí, el que llevaba puesto ayer, no puedo encontrarlo por ningun lado.
Tanto el tigre como el Diablo sintieron un escalofrío correr
- No lo he visto, quizás Toki lo tomó por la ventana, sabes que le gusta llevarse cosas tuyas a su nido.
- Oh, es verdad...
- Nunca más vuelvas a pedirme algo así - le susurró Kaito a Salomón - de solo pensar lo que esa bolsa de huesos está haciendo con el vestido de mi hermana se me revuelve el estómago.
- Ya te dije que yo tampoco sabía para qué lo quería, me dio tanta repulsión como a ti. Pero lo hecho, hecho está - respondió este entre murmullos.
- Era mi vestido favorito... - suspiró Sayuri ya acercándose - Oh, Salomón!, no sabía que estabas aquí.
- Hola Sayuri - saludó mientras tomaba su mano y la besaba - deseaba verte...
- Yo también, ¿Ustedes dos estaban juntos? ¿Están discutiendo de nuevo?...
- No, con tu hermano hemos formado una alianzan en una misión.
- ¡¿Misión?! ¿Cual?
- Salvarte...
- ¿Salvarme?...
- Sí, encontramos una forma... así que estamos colaborando para hacerlo realidad.
Ella observó conmovida a su hermano -Kaito... ¿Es verdad?
- Es cierto...- dijo él acariciando su cabeza - No será fácil pero lo haremos. Yo haría cualquier cosa por ti Sayuri...
De repente las lágrimas rodaron por las mejillas de la joven
- Mi niña, ¿Por qué lloras? - preguntó Takae acercándose.
- Estoy feliz... de saber lo afortunada que soy al tener gente que me quiere tanto... - respondió secándose las lágrimas.
Salomón nuevamente tomó su mano - Yo no solo te quiero Sayuri... yo te amo - dijo y sacó de su bolsillo el estuche con el anillo de compromiso - Por eso hoy, delante de tu verdadera familia, quiero pedirte que seas mi única esposa... - y enseñó el anillo, era una fina joya de oro y en el centro llevaba una diamante rosado.
- Salomón... - suspiró conmovida.
Kaito estaba sorprendido, no esperó que el Diablo se lo propusiese tan rápido, en cambio Takae se sentía satisfecho, la expresión de su nieta lo llenaba de gozo.
- ¿Aceptas? - preguntó una vez más Salomón.
Ella miró a su hermano y abuelo, Takae asentía con la cabeza en tanto que Kaito esbozó una tímida sonrisa de aprobación al verla tan feliz.
- Sí... acepto - sonrió y el Príncipe procedió a colocarle el anillo.
- Este anillo lo mande a hacer al poco tiempo de conocerte - comentó - cuando lo pedí quería que fuese algo que te representará y a mi mente no vino mejor imagen que la de un diamante de color rosa... porque eres bella, llena de brillo y femenina, delicada...
- Salomón...- murmuró y se acercó para darle un tierno beso, Kaito rápidamente desvió la mirada, le costaba ver a su hermana pequeña dando esas demostraciones de afecto.
- Señor Takae, quisiera pedirle permiso para invitar a su nieta a una cita esta noche.
- ¡¿U-Una cita?! - se sorprendió ella.
- Claro que sí joven Príncipe, seguro Sayuri estará encantada - respondió sonriente el anciano.
- ¿No te parece que me pasaste por alto Diablo? - preguntó con sarcasmo Kaito.
- ¿Qué? No voy a preguntarte a ti habiendo alguien aun mayor en la casa, es claro que solo debo preguntarle al señor Takae.
- A claro, entre personas "mayores" se entienden... - deslizó burlón.
- Kaito, por favor... - murmuró apenada Sayuri.
- No importa Sayuri, mientras tu me quieras así lo demás no me importa - comentó decidido - Debo irme a hacer algo importante, pero regresaré esta noche por ti... - dijo por ultimo y se marchó.
Al llegar a su Palacio la primera orden que dio a Mirten fue la de solicitar una reunión con el lider de los Grifos, Falen, bajo un estricto acuerdo de silencio entre ambos ya que, al habitar ellos en el Reino del Orgullo, no quería que Loxur se enterase de ello.
- Está hecho Señor - respondió Mirten.
- Bien, ahora solo resta esperar su respuesta - comentó él mientras revisaba unos papeles.
- Sí, ¿Cree que acepten?
- Espero que sí, de lo contrario tendré que voltear su puerta para que me escuchen, no dejaré pasar esta oportunidad.
- Oh, comprendo Señor...
- Mirten.
- ¿Sí?
- Invité a Sayuri a una cita esta noche.
- ¡¿Una cita?! - se sorprendió el sirviente, Salomón nunca antes había invitado a una mujer a una cita para cortejarla.
- Sí, pero la verdad es que no estoy seguro de a donde llevarla ¿Qué crees que le pueda gustar?
- ¿Por qué no la invita a cenar en el pueblo principal?
- ¿En el pueblo? ¿Te refieres a salir en público? ¿A qué todos nos vean?
- Claro que sí.
- Pensé que me recomendarías algo más íntimo, privado...
- Señor, es cierto que a las mujeres les gustan las citas privadas pero también les encanta que el hombre que aman las lleven del brazo, que las hagan valer delante de todos, que presuman el orgullo que sienten de amar a esa mujer.
Salomón quedó un momento en silencio y Mirten continuó - Creo que a la Señora Sayuri le encantaría, al menos que no esté seguro de demostrar sus sentimientos por ella delante de todos... - deslizó Mirten buscando provocarlo.
- Claro que lo estoy, y si ella está de acuerdo con la idea eso haré - afirmó y el Diablo cumplió.
Con un mensajero envió al hogar de la joven un hermoso vestido rojo que resaltaba toda la belleza de su pálida piel junto con un pequeño ramo de flores de su jardín y tal como prometió, esa noche, la pasó a buscar.
En cuanto la vio robó un suspiro de él, se veía tan hermosa que era imposible no hacerlo, estaba decidido a hacer que aquella noche fuese especial, pero al llegar al pueblo no pudo evitar sentirse incómodo pues inevitablemente Sayuri se robaba todas las miradas con su particular belleza, algunas bastante indiscretas por parte de caballeros jóvenes, y esto despertaba los celos del Diablo.
- Salomón, estoy muy feliz, pero a la vez nerviosa - comentó la joven con una enorme sonrisa - esta es mi primera cita... - confesó.
- Tal vez te sorprenda, pero para mi también lo es Sayuri.
- ¿De verdad?
- Sí, no soy de figurar mucho en público, pero me encanta la idea de mostrar lo orgulloso que estoy de amarte delante de todos...
- Salomón... - suspiró ella mientras le tomaba el brazo para ingresar a un restaurante, al hacerlo el Diablo sintió el corazón acelerarse ya que ella inocentemente lo apretó contra su busto y aunque era joven Sayuri era de atributos voluptuosos, haciendo que la situación provocara más nervios en él.
Un camarero los ubicó en una mesa cerca de los ventanales y, aunque estaban un poco alejados del resto por su influencia de Príncipe, aun así las miradas sobre ella no cesaban, en especial las provenientes de una mesa que estaba compuesta por cuatro jovenes demonios hijos de importantes lideres de clanes.
El Diablo podía percibir que murmuraban respecto a la ella, sentía deseos de tomarla en brazos y llevarla a la privacidad de su Palacio pero Sayuri se veía tan feliz que no quería perder ante sus celos.
La cena transcurrió en una conversación encantadora donde las miradas llena de sentimientos no faltaron, en un momento la joven se ausentó de la mesa para ir al tocador, Salomón esperó paciente en su lugar hasta que, al mirar a su alrededor, notó que dos de los jóvenes de aquella mesa no estaban. El Diablo tuvo un mal presentimiento y se dirigió directo hacia el tocador, allí se topó con los jovenes cerca de la puerta del baño de mujeres, sabía que la estaban esperando así que no dudó en hacer su movimiento
- Sea lo que sea que estén pensando les sugiero que se retiren en este momento... - dijo con un tono amenazante.
- ¡Se-Señor Salomón! - dijeron a coro - sólo queríamos hablar con la señorita, saber su nombre, invitarla a que nos acompañe en otra ocasión.
- ¿Invitarla? No debes tener miedo a morir para fijarte en la mujer de un Diablo...
- ¿E-Es su mujer?
- ¿Qué acaso no es obvio?
- No, bueno, es decir, es que la vimos tan joven que creímos que era alguna pariente o que la había invitado por cortesía... - se excusó.
- ¿Están insinuando que soy viejo para ella?... - murmuró ya molesto.
- No, no, no Señor Salomón no quise decir es- intentó explicar pero el Diablo los tomó a ambos por detrás del cuello y sutilmente los empujó de nuevo al salón
- Regresen a su mesa niños, antes de que les rompa el cuello a ambos... - los amenazó y los jóvenes regresaron disimuladamente a su lugar.
Retornó a su propia mesa y Sayuri regresó sin percatarse de nada de lo ocurrido.
- Perdón la tardanza - se disculpó.
- No hay problema, encontré con qué entretenerme - sonrió - ¿Estás disfrutando de la cena?
- Sí - respondió alegre - todo a sido maravilloso, ¿Y tú ?
- También, pero creo que tendré que ser más claro respecto a nuestra relación, ya que debido a tu belleza y juventud parece que algunos dudan de lo que somos...
- ¿Qué?... - preguntó sin entender ella
El Diablo chasqueó sus dedos e hizo aparecer en sus manos su propio violín, Sayuri enmudeció ante ello, Salomón se puso de pie y frente a todo el salón interpretó nuevamente una pieza llena de sentimiento para ella.
Todos los admiraban en silencio, sin duda era una melodía bellisima, y al terminar el Diablo se arrodilló a su lado para besar su mano, la joven estaba tan sonrojada que casi rivalizaba con su propio vestido.
- Te amo Sayuri... - declaró en frente de todos, ella se conmovió profundamente y se acercó a él para besarlo
- Te amo... Salomón... - sonrió tímida.
Luego de ello se retiraron del lugar, pero antes el Diablo clavó una mirada desafiante en los jóvenes que quedaron absortos ante tal escena de amor.
La cita había llegado a su fin y el Príncipe se dispuso a regresar a Sayuri a su hogar
- Gracias por esta noche Salomón, de verdad fue como un sueño para mi... aunque no planeaba enamorarme creo que en el fondo siempre deseaba una cita como la de hoy... - sonrió.
Inmediatamente Salomón recordó las palabras de Hazar y eso lo llevó a decir - Quiero hacer realidad cualquier deseo que tengas...
- ¿De verdad?... no quiero abusar, sé que eres alguien muy ocupado...
- Para ti tengo todo el tiempo del mundo... Dime ¿Hay algo que quieras?...
- Me gustaría... algún día ir al mundo humano... en la tierra donde nacemos... - respondió algo tímida.
- Cuenta con ello, es una promesa, te llevaré.
- Muchas gracias Salomón... con que sólo lo consideres es suficiente para mi... y gracias por las flores, las tendré en mi habitación, extraño verlas en tu jardín...
Salomón le tomó las manos - ¿De verdad extrañas vivir conmigo?...
- Sí... todos fueron tan amables conmigo allí, y... disfrutaba mucho ayudarte en tu trabajo...- confesó tímida.
El Diablo besó sus manos, oír de su propia boca que extrañaba estar con él lo enamoraba aun más - Sayuri, en cuanto consiga la otra parte que necesito para el ritual, convenceré a tu hermano de que regreses conmigo... espérame...
- Siempre Salomón... te estaré esperando - sonrió y cerró aquella velada con un dulce beso.
Los días pasaron pero aun no tenía respuesta por parte de los Grifos, la ansiedad comenzaba a desesperarlo, sabía que eran difíciles de tratar pero no quería salirse de la línea protocolar y arriesgarse a que Loxur lo descubriese, hasta que una mañana, finalmente, aquello tan esperado sucedió...
Salomón recibió la aceptación de los Grifos a su solicitud de reunión y este partió en secreto a su tierra para llevarla a cabo. Al llegar fue recibido por la celosa custodia y la reunión tuvo lugar en una enorme sala, pero ella no constaba solo de la presencia de Falen, el líder de los mismos, también había un par de jóvenes guerreros y un grifo anciano al que consultaban su opinión.
- Bienvenido Señor Salomón, como sabrá normalmente sólo aceptamos tratar con su hermano Loxur, pero debido a el Reino que usted maneja decidimos aceptar su propuesta. Sentimos curiosidad por saber si esto tiene que ver con nuestras enemigas, las quimeras - dijo Falen ya tomando asiento en la otra punta de la mesa.
- Agradezco la consideración, pero no, esto es un asunto absolutamente personal en el cual necesito de su colaboración.
- ¿De que se trata?
- ¿Conocen la maldición del Eclipse que sufren los demonios de Luna?
- Claro que sí, somos opuestos más no enemigos. Conocemos todo de ellos.
- Intentaré romper la maldición - declaró determinante.
- ¿Romper la maldición? - se impresionaron todos - ¿Es eso posible?
- Si, mi prometida está marcada por ella, mediante un ritual intentaremos ofrecer a los Dioses cosas para equiparar su vida, ya tengo la ofrenda para la Luna.
- ¿Qué es?
- El poder de un Byakko...
- ¿El poder... de un Byakko?...
- Así es, lo que necesito es algo para ofrendar al sol que equipare al Byakko...
- Muchacho... no pretenderás lo que creo ¿Verdad?
El Diablo se puso aun más serio y respondió - Sí, necesito el poder de un Grifo...
Falen esbozó una sonrisa - Lo siento muchacho, pero de haber sabido que querías semejante locura ni siquiera hubiese aceptado esta reunión, no voy a entregar las alas de un hermano bajo ninguna circunstancia.
- Estoy dispuesto a hacer lo que sea, les daré lo que quieran, pero necesito si o si de esto para el día en que llegue el eclipse de sol...
- No, definitivamente me niego.
- Espera Falen...- intervino el anciano - ¿Dijiste que harás cualquier cosa muchacho?
- Absolutamente.
- ¿Qué te parece recuperar un tesoro por nosotros? Si lo haces te entregaré mi esencia de grifo... - declaró el anciano.
- ¡Señor Lunzer! - se impresionó el líder - No puede sacrificar sus alas de esta manera...
- Tranquilo Falen... ya estoy viejo, casi no sirvo para pelear... pero si mis alas sirven para recuperar tesoros para nuestro Clan estaré satisfecho por ello... ¿Que dices muchacho?
- Digame que necesita.
- No te pediré que recuperes la Copa que La Quimera nos robó, sería un suicidio, pero si hay dos tesoros que por nuestra condición no podemos recuperar...
- ¿Cuales son?
- Uno es Las Lágrimas de Selene, la Diosa de la Luna... es una joya que hace siglos se perdió... no sabemos precisamente donde está pero sí que se encuentra en tu territorio y debido a el pacto de no acercamiento con las quimeras no podemos acercarnos a tus tierras...
- Entiendo, ¿y la segunda?
- La espada de Helios, el Dios del Sol... dicen que está forjada con un rayo del sol y que este la obsequió como recuerdo a su esposa Perseis... al ser ella una oceánide vivía bajo el agua, por lo que esa espada se encuentra en el océano... y por supuesto los Grifos no nadamos, por ello no podemos buscarla...
- Ya veo...
- No pretendo que consigas ambas, con que traigas una sola para mi es suficiente, ¿Estás de acuerdo Falen?
- Si usted lo está yo no tengo objeción - respondió respetuoso el Grifo.
- Bien, entonces ¿Tenemos un trato Señor Salomón? Traiga uno de los tesoros y le daré sin dudar mi poder.
- Perfecto, tenga por seguro que así lo haré señor Lunzer - dijo el Diablo y cerró el acuerdo.
Al salir de allí inmediatamente convocó a Kalir y a Kaito para comentarles.
- ¿Así que quieren que recuperes un tesoro para ellos? - preguntó Kaito.
- Así es, uno es una joya llamada Las Lágrimas de Selene y dicen que están perdidas en este Reino.
- ¿Y el segundo? - preguntó Kalir.
- La espada que Helios le obsequió a su esposa Perseis, y que debe estar en alguna parte del océano.
- Jo jo! ¿El océano? Entonces ahí es donde entro yo ¿verdad? - dijo Kalir tronandose los dedos.
- ¿Qué?
- Claro, recuerda que en mi Reino se encuentran los mares del Infierno y estos conectan con cualquier lago, mar u océano del mundo, además debido a mi ancestro puedo respirar bajo el agua así que nadar es mi especialidad, confía en mi, hermanito, yo la buscaré por ti - dijo con una enorme sonrisa.
- ¿De verdad lo harás?
- Por supuesto, a cambio me darás acceso ilimitado a tu jardín - sonrió.
- De acuerdo, como quieras.
- Wow, si! Al fin algo emocionante que hacer.
- ¿Cualquier excusa es buena para ti con tal de huir de tu mujer verdad?...
- Callate, yo no estoy huyendo de Firinea, pero si llego cuando ya está dormida mejor para mi - sonrió.
- Bien, entonces si él busca la espada ¿Qué pasará con la otra joya? - preguntó Kaito.
- La buscaré por mi parte, esparciré el rumor de que ofrezco una importante recompensa a quien la tenga o pueda darme información.
- Perfecto entonces que así sea.
- Ahora hay algo que quiero discutir contigo - dijo refiriéndose a Kaito.
- ¿Sobre qué?
- Ya te demostré que es posible salvarla, incluso conseguí un acuerdo con los Grifos, ¿No crees que ya es tiempo de que Sayuri pueda volver a mi lado?
Kaito lo miró en silencio pero Kalir palmeó su espalda e insistió - Vamos gatito, no seas tan estricto, tu hermana también quiere volver.
- No me digas gatito, idiota. Está bien, tengo que aceptar que cumpliste y además el deseo de ella de volver. Pero imagino que la respetarás hasta que sea mayor ¿verdad?
- Por supuesto, desde el primer día Sayuri tiene su propia habitación aquí.
- Bien, confió en ti Diablo, no me falles.
Salomón esbozó una tímida sonrisa - Gracias, dile que esta misma noche iré por ella - terminó por decir y tanto Kaito como Kalir se retiraron.
Se sentía dichoso, al fin todo comenzaba a tomar rumbo, ordenó preparar una recepción especial para la joven en su Palacio y esa noche fue por ella
- Bienvenida de nuevo a nuestro hogar, Sayuri... mi princesa... - dijo galante en la entrada al lugar.
- Gracias Salomón... por hacer otro de mis deseos realidad...
Los días pasaron y retornaron a esa agradable rutina de compartir tiempo juntos como deseaban. El príncipe esparció el rumor de la recompensa por el paradero de la joya pero aun no obtenía respuesta, ni tampoco de Kalir de quien sabía que estaba moviendo sus influencias en los mares del Infierno para encontrar la espada.
Aquellos siete meses de tiempo final se habían convertido en seis, el tiempo lentamente se acababa pero trataba de no desesperar, tenía confianza en que lo lograría y la compañía de Sayuri no le permitía perder la ilusión.
Hasta qué repentinamente, uno de esos días, una visita inesperada llegó a él...
- Señor Salomón, la princesa Kaori solicita una reunión con usted... - dijo Mirten a el Diablo que se encontraba en su sala personal
- ¿Kaori? - se sorprendió - ¿Vino sola?
- Sí Señor...
- Hasla pasar - aceptó, y el sirviente obedeció.
Hasta ese momento Salomón no tenía una opinión formada sobre ella, Kaori solo le parecia otra pieza de ajedrez en el juego de poder de Nanae, pero todo estaba por cambiar en cuanto escuchase la razón de su visita...
- Buenos días Señor Salomón - saludó cordial mientras Mirten cerraba la puerta por detrás.
- Bienvendia princesa Kaori, ¿A que debo la razón de su visita? Si es por el incidente con su padre es algo que ya discutí con él.
- Oh no Señor Salomón no vengo a persuadirlo respecto al acuerdo de matrimonio, soy respetuosa de las cláusulas y eso corresponde a los líderes así que no es mi asunto. Yo he venido únicamente por negocios...
- ¿Negocios?... - preguntó el Diablo ya extrañado.
- Así es... llegó a mi el rumor de que está buscando Las lágrimas de Selene, y que está dispuesto a dar una excelente recompensa a quién las obtenga para usted...
- ¿ Y por qué te interesa?
- No conozco los motivos, ni pretendo que me los diga, pero puedo suponer que es algo relacionado con Sayuri, sino ¿Que otra razón tendría para buscar algo así?... yo puedo decirle donde está esa joya...
- ¿Dónde?... - preguntó dejando ver un gesto de enojo ya previendo la respuesta.
- En la bóveda de mi familia... - respondió con una sonrisa de triunfo, Salomón endureció más su expresión y Kaori continuó - Las Lágrimas de Selene es una joya familiar que se pasa de generación en generación entre las mujeres de mi familia para que luzcan el dia de su gloriosa boda, las nutre de fertilidad y renueva las energías de estas, les brinda protección... si lo desea yo puedo entregarsela, pero a cambio de un precio por supuesto...
- ¿Cuál?...
Kaori sonrió y se acercó más a él, clavando sus ojos azules en los del Diablo - Que hagas el amor conmigo... - murmuró.
Salomón dejó ver sorpresa en su mirada, definitivamente no esperaba algo así - ¿Que dijiste?... - preguntó.
- Lo que escuchó, todas sus amantes coinciden en que es una bestia en la cama, yo también quiero comprobarlo... imagino que ganas no le deben faltar, estoy segura que desde que conoció a esa niña no a estado con una mujer...
- Ese no es tu asunto... ¿De verdad ese es el precio? - preguntó algo incrédulo.
- Claro que sí, pero... ¿No esperará que le entregue una reliquia familiar a cambio de un poco de sexo verdad?... - comentó con malicia.
- ¿Qué?...
- Quiero un hijo...
Salomón sintió un frío recorrer su espalda mientras aun no desvanecia el gesto de enojo en su rostro, la mujer que tenía en frente no era una víctima, era igual de manipuladora que su madre.
- Estás demente... ¿Que pretendes?... - murmuró el Diablo.
Ella sonrió - Quizás... ya se lo dije, soy respetuosa de los acuerdos firmados por los líderes, haga el amor conmigo y le daré la joya... No soy estúpida, sé que seguro planea usarla en algo para salvar a Sayuri, pero aunque ella se salve y se case con usted aun así yo seré la madre de su primogénito... y sabe lo que eso significa.
El Diablo sabía a que se refería, al dar a luz un hijo de él estaría obligado a casarse con ella como primera esposa.
- Todo este tiempo pensé que era una victima más de los juegos de tus padres... pero veo que eres una maldita bruja igual que tu madre... - dijo con burla Salomón.
- Puede pensar lo que quiera de mi... por el deseo que usted despierta en mi soy capaz de cualquier cosa... - sonrió.
- ¿Como sé que de verdad la tienes?
- Porque la traigo conmigo ahora...- deslizó y se quitó el pañuelo que llevaba dejando ver un hermoso collar con dos diamantes colgando en forma de gotas.
Al verlo Salomón se impresionó, inmediatamente se puso de pie y se acercó desafiante a ella quien no se intimidó - Eres muy audaz en mostrarme algo así sabiendo que pudo arrebatartelo - dijo e intentó tocarlo pero una fuerza proveniente del collar lo repelió.
- Ni siquiera lo intente Señor Salomón, el collar no puede ser arrebatado del cuerpo de una demonio de Luna... solo ella misma puede quitarlo y entregarlo... - sonrió triunfante.
Salomón apretó los dientes, no podía creer la situación, aquello que tanto buscaba estaba frente a él pero no podía ni acercarse.
- Ya debo irme, por favor considere mi propuesta Señor Salomón... pero una cosa debe tener en claro antes de aceptar... sólo le daré el collar una vez que compruebe mi embarazo...
-¿Qué?...
- Así es, ya lo sabe, si en este primer encuentro no quedo embarazada deberá hacer el amor conmigo las veces que sea necesario hasta lograrlo...- sonrió con malicia y se dirigió hacia la puerta - esperaré su respuesta Señor Salomón... - dijo y salió de la sala, el Diablo quedó en ella apretando su puño con una inmensa sensación de impotencia, no podía creer que aquella mujer lo estuviese chantajeandolo de esa manera.
Al salir de la sala, por los pasillos, Kaori se cruzó inesperadamente con Sayuri
- ¿Kaori?... - murmuró impresionada la joven.
- Hola hermanita... ¿Estás disfrutando la luna de miel?...
- ¿Luna... de miel?...
- Sí, porque tu tiempo en este lugar es como eso, hermoso pero efímero... - dijo y acercó su mano al rostro de Sayuri - ya que de una u otra manera se acabará... con tu muerte o tu decepción... - sonrió.
Repentinamente Kaori sintió que la tomaron de la muñeca, era Salomón que se había acercado a toda prisa para detener su amenaza con controlada fuerza
- Te lo advierto... ni se te ocurra tocarla... - dijo intimidante.
Kaori sonrió y se soltó de su agarre - Nos vemos... Señor Salomón... - y se marchó.
Una vez que se fue Sayuri preguntó
- Salomón... ¿Qué hacía ella aquí? ¿Pasó algo? - dijo preocupada.
- No te asustes Sayuri, no es nada, quiso interceder por tu padre pero ya le dije que eso era un tema cerrado...
- Esta bien... - murmuró, pero la presencia de su hermana la había inquietado, no podía evitar preocuparse.
Durante el resto del día la joven trató de ignorar aquello pero le resultaba casi imposible, esa insinuación sobre su muerte que hizo la obligaba a recordar que era una posibilidad y por tanto la llenaba de valor para tomar una iniciativa...
Esa noche Sayuri ya se disponía a dormir luego de darse un baño, salió de su habitación para buscar una taza de té pero al ver la luz asomarse por debajo de la puerta del cuarto de Salomón supuso que aun estaba despierto y pensó en acercarle una también.
Al volver a subir con una bandeja con dos tazas tocó tímidamente su puerta
- Adelante - dijo el Diablo desde adentro y ella ingresó.
- Hola Salomón... - abrió la puerta y lo sorprendió con el torso descubierto a punto de ponerse una bata ya que también salía de bañarse.
- Sayuri... - murmuró - no creí que fueses tú - dijo ya que era la primera vez que ella lo buscaba en su habitación.
Ella se sonrojó un poco al verlo así - Perdón... iba a preguntarte si querías un poco de té pero si ya te ibas a dormir mejor n-
- No, espera, claro que sí... entra Sayuri.