Luego de aquella noticia, Salomón inmediatamente regresó a su Palacio para hablar en privado con Kalir en su sala personal.
- Bien mi pequeño Salomón, presta atención - dijo Kalir tomando asiento frente a él.
- ¿Pequeño? Soy mayor que tu, idiota.
- Ya lo sé hermanito, eso se nota a simple vista - se burló - pero en esta situación el unico que parece pensar con madurez soy yo, así que aquí estoy salvandote el trasero ja, ja!
- Ya dime de qué se trata.
- Esta es la situación, ¿Sabes por qué no podíamos encontrarla? Porque la espada no está en el océano.
- ¿Y dónde está?
- En una isla.
- ¿Una isla?
- Sí, una isla desierta en el mundo humano, bueno, en realidad no tan desierta, pues en ella se encuentra un dragón y la espada está en su poder.
- ¿Dices que el dragón tiene la espada? ¿Y para qué querría una bestia algo así?
- No es cualquier bestia, es un dragón marino al servicio de un Domador de Bestias.
- Domador de Bestias es como denominan a los demonios que domestican mosntruos en base a su magia para comercializarlos ¿verdad?
- Así es, este dragón recorre el océano recolectando tesoros y objetos de valor para su amo, por lo menos es lo que me han dicho. Al parecer todo se trató de un accidente pues el dragón se enfrentó a otra bestia que defendía el templo y terminó clavandose la espada en su lomo en la agitación del momento. Desde entonces la lleva clavada en su cuerpo y la bestia se resguarda en aquella isla. Envíe a unos subordinados a verificar, aun no he ido personalmente, pero pudieron confirmar la presencia de la criatura, dicen que es en verdad imponente y constataron que lleva la espada en su lomo, pero es muy agresivo y poderoso así que solo lo vieron desde lejos y me avisaron.
- Entiendo, entonces solo deberíamos ir por ella y quitarsela ¿Verdad?
- Eso parece, sugiero que vayamos mañana con luz de día en el mundo humano, así sabremos a que atenernos.
- Me parece buena idea.
- ¿Entonces es un hecho? ¿Mañana nos vamos de excursión? - sonrió.
- Así es.
- Jo, jo, ¡Sí! Hace mucho que no peleo con alguna bestia, será emocionante.
- Gracias Kalir, te debo una... - reconoció.
- Estamos a mano hermanito - sonrió - oye, ¿Vas a dejar a la bruja esperando?
Salomón esbozó una sonrisa - ¿Tu que crees?
- ¡Ja, ja! Prepárate, puede volver hecha una fiera.
- No me importa, no dejaré que ni se acerqué aquí, Sayuri debe estar tranquila, cada vez está más delicada...
- ¿Por qué? ¿Que le ocurrió?
- Prácticamente está por entrar en un estado de sueño permanente por su poca energía... los bebés le requieren mucho esfuerzo.
- Espera, ¿Dijiste bebés?...
- Sí, son dos.
- ¡¿Queeee?! ¡Salomón, eres una bestia!
- ¿Acaso crees que es mi culpa?
- ¿Y de quien sino? Pobre mujer, su primera vez y gemelos... definitivamente no quiero correr ese riesgo con Firinea, no estoy preaparado para algo así. Mejor esperaré un poco más para asegurarme que esté dormida cuando regrese, de lo contrario voy a caer en sus encantos y ya vi lo peligroso que puede ser...
- Has lo que quieras, yo me voy a dormir con mi mujer, voy a disfrutar este tiempo con ella. Mañana te buscaré en tu Reino temprano.
- Entendido hermanito, te estaré esperando, adios! - se despidió y salió del Palacio.
Salomón apenas podía creer lo que pasaba, regresó a su habitación, no quería detenerse ni un segundo a pensar en Kaori, no podía imaginar mejor venganza que dejarla esperando. Se recostó al lado de Sayuri mientras la contemplaba dormir, acarició su vientre y besó su frente.
- ¿Salomón?... - murmuró Sayuri.
- Hola Sayuri...
- ¿Todo está bien?... ¿Los bebés...?
- Tranquila, todo está bien...- dijo mientras tomaba su mano y la besaba.
- ¿Dormí mucho?...
- No te preocupes por eso... duerme todo lo que sientas que necesites.
Ella se acercó más a él para besarlo tiernamente - Me gustaría escucharte tocar el violín...
- ¿De verdad?
- Sí ¿Podrías?
- Por supuesto - respondió, acto seguido hizo aparecer en sus manos su violín y se dispuso interpretar una hermosa melodía para ella.
- Fue preciosa, me encantaría poder escucharte siempre...
- Lo harás Sayuri... te prometo que haré lo necesario para que tengamos la vida que nos merecemos... - dijo por último y nuevamente se recostó a su lado, Sayuri se acomodó sobre su pecho para sentir el calor de su cuerpo, Salomón podía percibir que su piel se sentía apenas tibia pero aun así seguía besando su mano para sentir la suavidad de las mismas - Lo lograremos... por ti soy capaz de engañar a los Dioses... mi princesa... - y ambos se quedaron dormidos.
Al día siguiente Salomón partió al Reino de Kalir dejando a Sayuri al estricto cuidado de Kaito y Mirten.
Al llegar, su hermano ya lo esperaba frente a los mares del Infierno
- Hey, Salomón! - lo saludó y este pudo apreciar que apenas traía puesto un pantalón arremangado, su torso y pies estaban desnudos - ¡Por aquí!
- Veo que es en serio que vamos a nadar...
- Claro que sí, pero no te preocupes, apenas serán unos metros hasta atravesar el portal que nos lleva a las aguas que rodean la isla.
- Está bien.
- ¿Por qué te quejas? Ni que no supieses nadar.
- El problema es que tu te olvidas que los demás no podemos respirar debajo del agua y sigues como si nada.
- Ja, ja, es verdad, es un mal hábito que debo corregir. ¿Nos vamos?
Terminó por decir y entraron al agua listos para partir. Al sumergirse atravesaron el portal que los llevaría y aparecieron emergiendo del agua que rodeaba aquella misteriosa isla.
- ¡Mira, ahí está! - señaló Kalir y mientras se acercaban nadando apreciaban el paisaje del lugar, era de un clima agradable, de abundante vegetación y con un enorme volcán en el centro.
Allí no parecía haber población humana ni animales, se veía completamente desierta si no fuese porque sabían que no estarían solos allí.
Se adentraron en el terreno con cautela pero aun así no había señales de la criatura, por un momento pensaron que podía haber regresado al agua hasta que se toparon con la entrada a una cueva que estaba a los pies del volcán.
Decidieron entrar y para su sorpresa a los pocos metros de camino la encontraron, era en verdad enorme e imponente, de un hermoso color indigo y escamas brillantes. Ademas de sus cuatro patas de afiladas garras y larga cola, poseía un par de alas que simulaban ser aletas probablemente para nadar mejor y, sobre su lomo ahí estaba, la espada de Helios clavada en la bestia hasta la mitad de su filo.
- Vamos por ella Salomón - se entusiasmó Kalir.
- Espera, ¿No crees que pueda ser un trampa?
- Que importa, lo averiguaremos y la enfrentaremos - dijo y se disponía a subir la columna vertebral del Dragón cuando una voz los sorprendió
- ¿Puedo ayudarlos caballeros? - se oyó y Kalir pudo sentir como algo se enredaba en su tobillo, era la soga de un latigo que violentamente lo levantó por el aire pero el Diablo, como buen guerrero entrenado, salió bien librado y aterrizó de manera precisa.
- ¿Quién eres? - preguntó Salomón al ver la silueta de un hombre acercándose por su derecha.
- Mi nombre es Torett, y si tenían pensado dañar a mi bestia les sugiero que decistan de esa idea - deslizó aquel hombre de cabello negro, ojos dorados y piel morena.
- No tenemos intenciones de dañarla en lo posible, solo queremos la espada - respondió Salomón.
- ¿La espada? Me temo que eso es imposible.
- ¿Qué dijiste? ¿Entonces prefieres las cosas difíciles verdad? - provocó Kalir.
El hombre esbozó una sonrisa - Créanme, al último que desearían enfrentar es a mi... - dijo y chasqueó los dedos, al hacerlo inmediatamente se asomaron desde la profundidad de la cueva cinco dragones más, pero estos se veían mucho mas feroces y añejos.
- ¿Tu eres el Domador de Bestias verdad? - preguntó serio Salomón.
- Oh, veo que saben sobre mi, así es soy un Domador de Bestias pero mi especialidad son los dragones. Y esta pequeña de aquí, es mi hija Ondi, no permitiré que la lastimen - dijo acariciando la cabeza del Dragón dormido.
- ¡¿Hija?! ¿Como es que tu hija es un Dragón? - preguntó Kalir.
- No seas estúpido, es solo un decir, la crió desde que era una bebé así que es como si fuese mi hija, la más especial y fiel Dragona. Y si insisten en meterse con ella les haré comprobar la fuerza de sus hermanos - amenazó.
- ¿Así? Ja, ja, es lo que he estado esperando - sonrió Kalir pero Salomón intervino.
- Espera, no me interesa confrontar ni dañar a tus bestias, solo quiero la espada, negociemos. ¿Qué quieres a cambio de ella?
- ¿Qué quiero? Lo unico que me interesa es el bienestar de mi Dragón, no me importa la estúpida espada.
- ¿Bienestar? ¿Acaso crees que dejarle tener esa arma clavada en el lomo le hace bien? - insistió Salomón.
- No es que quiera dejarla, simplemente no se puede quitar.
- ¿Qué?...
- Bien... - suspiró el Domador - en vista de que eres un ser razonable aceptaré hablar contigo - dijo y cerró su puño haciendo a los dragones sentarse a su alrededor, era impresionante la forma en que los manejaba pero aun así la ahora Dragona pemanecía dormida en el centro de la cueva, aunque decía que era la más joven sin duda se veía igual de bestial que el resto -¿Quienes son ustedes? - preguntó.
- Mi nombre es Salomón, quinto Príncipe del infierno y gobernante del Reino de la Codicia.
- Oh...
- Y yo soy Kalir, sexto Príncipe y gobernante del Reino de la Gula - sonrió presumiendo.
- Así que tu eres Kalir, técnicamente somos tus súbditos pues habitamos en tu Reino.
- Lo sé, el Clan de los demonios Domadores es muy conocido por allí.
- Bien, así que son Diablos, interesante. Aunque debería rendirles pleitesía la verdad es que mientras estemos en las tierras del mundo humano no estoy obligado, ¿Para qué quieren la espada?
- La necesito para un ritual muy importante, es de suma importancia así que estoy dispuesto a darte lo que quieras a cambio de ella.
- Ya te lo dije, no se puede quitar.
- ¿Por qué dices eso?
El Domador dio un suspiro y continuó - La realidad es que tener esa maldita espada fue un error, un accidente. Ondi recolecta tesoros bajo el océano para mi, es tan fiel y obediente que siempre está buscando traerme obsequios como cualquier bestia que busca aprobación de su amo. Todo lo que encuentra lo trae a esta isla pero un día regresé a verla y traía esa arma clavada en su lomo.
- Escuché que se la clavó accidentalmente en un pelea con la bestia que cuidaba el templo - intervino Kalir.
- Así que asi fue como ocurrió, no tenía idea. Sea como fuese el punto es que intenté quitarle la espada pero es imposible.
- ¿Por qué?
- La espada está protegida por un campo de fuerza que proviene de la misma.
- ¿Qué?
- ¿Quieren intentar quitarla para comprobar que es verdad?
- ¡Yo sí! - exclamó entusiasmado Kalir y subió a la Dragona, procedió a tratar de sacar la espada pero al tocarla una fuerza lo repelió empujándolo a una distacia considerable.- Wow! ¡¿Que rayos fue eso?! - exclamó.
- El campo de protección divino que la recubre, por eso les digo que no se puede quitar.
- ¿Y si lo intento de nuevo?
El Domador miro a Salomón y preguntó - ¿Tu hermano es estúpido verdad?
- Sólo digamos que es especial... - respondió escueto.
- Bien, ya lo comprobaron, no se puede quitar. Por lo que estuve averiguando la espada se aferra a donde sea que se clave, por lo que si pensaban que matandola iban a poder obtenerla lamento desilucionarlos pero no funcionará, ni tampoco lo permitiría. Sospecho que ese día en el medio de la pelea el pilar que la contenía se rompió y terminó incrustada en el lomo de mi Dragona. Ondi es una criatura en gran parte marina así que su elemento regente y fuerza proviene de la Luna, por lo que esa espada de magia opuesta le causa una gran pérdida de energía lo que provoca que duerma durante el día por la fuerza que la espada adquiere de su propio elemento que es la luz del Sol.
- ¿Y que harás entonces?
- Consulté con demonios antiguos y me dijeron que si quiero quitarla debo aprovechar la noche previa al eclipse solar
- ¿Qué? ¿Como se relaciona?
- Dicen que la noche previa al eclipse la espada debilitará su campo de fuerza pues la Luna brillará con tanta intensidad que opacará la luz del Sol en ella. Pero la verdad es que estoy pensando seriamente en no sacarla.
- ¿Eh? ¿Por qué? - preguntó Kalir.
- Porque soy consciente de que si la quito corro el riesgo de que Ondi muera desangrada. Sé que parece irracional por su tamaño y el hecho de que aquella espada es como una aguja en su cuerpo pero es la realidad. Ha consumido su magia por tanto tiempo que ahora se ha vuelto un tapón en su lomo, al ser una herida hecha con magia opuesta a ella, es decir una herida del Sol a la Luna, no cicatrizará y perderá sangre sin control y con ella su poder. En cambio si la dejo en ella al menos puede vivir por las noches, aunque no tenga fuerza para nadar.
- ¿Y si te prometo sanarla... me dejarías tomar la espada? - ofreció Salomón.
- ¿Qué?
- Soy un descendiente de la Hydra, mi magia se basa en la autoregeneración, está en mi sangre.
- ¿La Hydra?... Vaya...
- Así es, permíteme tomar la espada esa noche y la sanaré en su lugar.
- Me parece un buen trato, pero ¿cómo sé que en cuanto la tomes no desaparecerás y abandonarás a mi bestia?... voy a necesitar algo que me lo asegure.
- ¿Algo como qué?
- Un contrato de sangre entre tú y mi Dragona me parece una buena opción.
- ¿Un contrato de sangre?
- Sí, después de todo la sanarás con tu sangre no es así?
- Sí.
- ¿Estás dispuesto? Mira su tamaño, requerirá de mucha...
- Está bien, lo entiendo, sé a que atenerme.
- Bien, entonces hagamos el contrato - dijo y así fue como el Diablo y el Domador sellaron el acuerdo firmando con una gota de sangre de Salomón y otra de la bestia, tomando a Kalir como testigo.
Ya se disponían a irse cuando Torett le recordó - Ya lo sabe Señor Salomón, esa noche su hermano se llevará la espada pero usted se quedará aquí hasta terminar de sanar a Ondi.
- Sí, lo he entendido - terminó por decir y se retiró.
Ya de regreso en el Reino de Kalir este preguntó - ¿Estás seguro de esto Salomón? ¿Entiendes que no podrás estar presente durante el ritual de Sayuri?
- Lo sé, pero no había más opción, no podíamos tomarla ahora, tu lo comprobaste. Y de negarme a firmar ese sujeto podría llevarse el dragón a otra parte y no lo encontraríamos jamás, pues como dijo no tenía intenciones de quitarle la espada.
- Entiendo.
- Por eso ese día cuento contigo Kalir, tomarás la espada y la llevarás al templo de Arza. Yo dejaré todo organizado para que tanto los Grifos como Kaito y Sayuri estén allí, dependo de ti.
Kalir esbozó una enorme sonrisa - Claro que sí, cuenta con ello hermanito.
Salomón volvió a su Palacio y le comentó lo sucedido a Kaito, quería explicarle el motivo de su asuencia el día del ritual.
- Vaya... así que cerraste un contrato de sangre con un dragón por la espada.
- Así es, lamento no poder estar ese día durante el ritual...
- No te disculpes, imagino como te afectará no poder estar.
Salomón esbozó una sonrisa - Te has vuelto más amable conmigo, Tigre.
- No abuses de tu suerte, solo estoy valorando tu esfuerzo por salvar a mi hermana, nada más - dijo ya encarando la salida.
- Como sea, seremos familia así que es un buen comienzo ¿no crees?
- Te equivocas Diablo, ya somos familia - sonrió tímidamente y se marchó.
Así es, el plan ya se había definido, la noche previa al eclipse Salomón iría en compañía de Kalir a la isla, este tomaría la espada y la llevaría al templo de Arza como punto de reunión, en tanto que él se quedaría en la isla a sanar al dragón pues no podía negarse, el contrato de sangre lo obligaba.
Subió a la habitación y vio a Sayuri dormir por lo que decidió aprovechar el tiempo para ponerse al día con sus deberes y enviar una nota a los grifos con la fecha y hora de reunión a cambio de la espada. Luego partió a reunirse con Arza y explicarle la situación, en sólo un día había dejado todo listo para que el ritual se realizase perfectamente aunque no puediese estar presente. Y al regresar a su Palacio se encontró con Sayuri sentada en el jardín
- Sayuri... ¿Que haces aquí sola? - le preguntó.
- Hola Salomón, le pedí a Mirten que me trajese y me dejara sola un momento para poder mirar las flores... desperté con deseos de verlas...
- Está bien, ¿Quieres que te lleve a la habitación? ¿sientes frío?
- Estoy bien - sonrió - de hecho me gustaría poder cenar contigo en el jardín... ¿Podemos?...
- Por supuesto, todo lo que tu quieras - aceptó y ordenó que preparasen la cena para los dos allí.
- Ya todo está listo Sayuri, el ritual está prácticamente asegurado así que no te preocupes por nada, todo saldrá bien.
- Gracias Salomón, todo esto debe haber sido demasiado para ti... por eso no quiero dejar de agradecer el esfuerzo que todos hacen por mi...
- Lo hago porque te amo, haría cualquier cosa por ti Sayuri...
- ¿Podría pedirte algo más?
- Claro.
- ¿Tocarías de nuevo para mi?...
Salomón sonrió - Siempre... - y luego de la cena se dispuso a tocar el violín una vez más para ella, profesando en cada nota sus sentimientos más sinceros.
- Que hermoso... muchas gracias Salomón, por cumplir cada uno de mis deseos... - comentó Sayuri pero en ella ya se podía apreciar un expresión algo somnolienta en su rostro.
- Tocaría toda la noche para ti, toda la vida... a cambio de que no cierres tus ojos Sayuri... - dijo acariciando su mejilla.
- Lo siento Salomón... no puedo prometer eso... pero te aseguro que aunque esté dormida estás presente en cada uno de mis sueños...
- Sayuri...
- Te amo Salomón... aunque no me escuches decirlo por un tiempo no lo olvides...
- Y yo a ti... mi princesa...
Luego de compartir un momento más en el jardín la joven se quedó dormida en la silla, Salomón la cargó y la llevó hasta la habitación, pero lo que él no sabía es que esa sería la ultima vez que vería a Sayuri despierta...
Los días pasaron pero la joven no volvió a abrir los ojos, aquella cena había sido como una larga despedida con la promesa de volverse a ver. Salomón trató de retomar su vida habitual, pues no tenía más opción que esperar a que el tiempo transcurriera, aunque era difícil hacerlo con una Sayuri cuyo vientre crecía pese a permanecer dormida.
Afortunadamente no había tenido noticias de Kaori, aunque no bajaba la guardia respecto a ella, podía imaginar que se sentía tan humillada que no lo buscaría nunca más al menos hasta despues del eclipse en el que su hermana podía morir.
Kaito y su abuelo iban a visitarla de vez en cuando, aunque sabían que ella no despertaría creían que Sayuri podía escucharlos a su alrededor, Arza decía que los bebés estaban creciendo bien por lo que la joven hacía un gran esfuerzo para alimentarlos con su fuerza.
Y así los días continuaron pasando ante esa imagen esperanzadoramente cruel que reflejaba la vida y la muerte al mismo tiempo en una sola persona, hasta que finalmente la tan ansiada noche llegó...
En cuanto la luna se asomó en el mundo humano Salomón partió en compañía de Kalir listo para cumplir con su deber.
- Bienvenido Señor Salomón, veo que de verdad va a cumplir - lo recibió Torett.
- Por supuesto, de lo contrario no hubiese hecho el contrato.
- Bien , comencemos.
Está vez la bestia, al ser de noche, estaba despierta no podía evitar gruñir al ver a los diablos, pero el Domador la serenaba tocando su cabeza mientras Salomón trepaba a su lomo. Tomó la empuñadura de la espada con ambas manos y soportó la leve resistencia que esta oponía hasta que finalmente logró sacarla provocando un rugido de dolor en el dragón.
Rapidamente se la dio a Kalir y tal como el Domador advirtió la herida empezó a sangrar sin control.
- Ve Kalir, cuento contigo.
- Claro Salomón, volveré por ti - dijo y partió con el tesoro.
Acto seguido Salomón se abrió la palma de la mano y empezó a vertir su sangre de a poco para que la bestia lo pudiese asimilar.
- Esto llevará tiempo - comentó el Diablo.
- Lo imaginé - respondió el Domador que aun tranquilizaba al dragón - adaptarse a la sangre de alguien más no es algo fácil.
- Así es.
- ¿Por qué haces esto?
- Eh?
- ¿Que te motiva?
- La mujer que amo es una demonio de Luna y sufre la maldición del Eclipse.
- Sé de que se trata.
- Haremos un ritual para entregarle a los Dioses cosas que equivalgan a su vida para salvarla.
- Oh, ya veo... para eso el tesoro.
- Así es.
- Debes ser alguien muy leal... ¿sabes que esto te debilitará mucho verdad? Te llevará tiempo recuperarte.
- Lo sé, pero esto no es nada si a cambio puedo tenerla... - terminó por decir y se propuso continuar con aquello.
Las horas fueron pasando, la herida de la bestia comenzaba a sangrar menos pero aun así continuaba, Salomón permanecía encima de ella vertiendo gotas de su sangre sobre ella en un proceso que parecía muy lento pero efectivo al final.
En un momento pudieron apreciar la penumbra que el eclipse provocaba durante el día y el corazón del Diablo se angustiaba al no saber qué ocurría con su amada, aun así se llenó de motivación para cumplir su misión y poder volver a su lado.
Cuando la luz del sol retornó con todo su brillo a la tierra sabía que el eclipse había pasado y que lo que hubiese ocurrido con Sayuri o no sería definitivo. Pudo apreciar que la herida ya no sangraba y el dragón permanecía sereno por lo que eso le indicaba que había cumplido su objetivo, pero para cuando quiso darse cuenta la falta de su propia sangre lo hizo perder la consciencia.
En un momento despertó algo aturdido y somnoliento, sentía que estaba recargado sobre el lomo de un animal que avanzaba con él a cuestas
- ¿Qué... es esto?... - murmuró.
- Vaya, despertaste Diablo - escuchó y al mirar en detenimiento notó que iba sobre el lomo de un tigre blanco, era Kaito.
- ¿Kaito?... pero... el eclipse ya pasó... ¿Por qué sigues siendo un Byakko? ¡¿Qué pasó con Sayuri?! - se desesperó.
- Tranquilo todo está bien, Sayuri esta perfecta, los bebés también... el ritual fue un éxito.
- ¿De verdad?.... - suspiró - ¿Pero qué pasó? ¿No entregaste tu poder?
- No hizo falta, la Luna no lo quizo... a cambio se llevó otra cosa.
- ¿De qué hablas?...
- ¿Por qué no me dijiste que el imbécil de Shumatsu tenía el collar que necesitabas?
- ¿Cómo te enteraste?
- Tu hermano el loco me lo dijo, me contó que la bruja de Kaori te chantajeaba para entregartelo pero cuando supiste lo de la espada cambiaste de opción y optaste por este sacrificio, buena decisión Diablo. Pero aun así no me quedé tranquilo, la ira me invadió, era la excusa perfecta que necesitaba para darle el golpe que tanto le tenía guardado a ese desgraciado.
- ¿Qué?... ¿Fuiste a reclamarle?
- Por supuesto, de haberlo sabido antes también lo hubiese hecho. No le exigí propiamente el collar solo le recrimine lo egoísta que era al manejarse de esa forma, a lo que él me respondió que no sabía nada de lo que Kaori hacía, no me convencieron sus palabras y me fui del lugar. Pero a las horas él apareció en tu Palacio y pidió ver a Sayuri una ultima vez, no sabía que sería de ella pero igual pasara lo que pasara quería entregarle un obsequio y le colocó el collar, nos pidió que no se lo quitaramos, que si debía morir por lo menos la joya permaneciera con ella y nosotros sin nada que perder aceptamos, despues de todo prometió no intervenir más en su vida a menos que Sayuri quisiese.
- Vaya... creí que él estaba de acuerdo con lo de Kaori por eso no recurrí a él.
- Fuimos a lo de Arza y el grifo también estaba allí listo para cumplir su palabra a cambio de la espada, dejamos a Sayuri en el altar y cuando el reloj indicó el punto máximo del eclipse ambos nos entregamos listos para que se llevasen nuestros poderes pero al terminar nos dimos cuenta que el sol se había llevado las alas del grifo pero la Luna no mi magia, a cambio se llevó el collar.
- Increíble...
- Así que no te preocupes, Sayuri está bien, inesperadamente todo salió mejor de lo que pensábamos.
- ¿Y Kalir? ¿Por qué me llevas tu de regreso?...
- Tu hermano te buscó en la isla pero recibió un llamado de tu hermano mayor al que no podía ignorar así que me pidió que yo te llevase el resto del viaje, por lo que me dijo el Domador quedó satisfecho, eso signiifca que cumpliste con todo... así que ya puedes descansar.
- Bien... - dijo y la falta de fuerza lo obligó a recostarse en el lomo del tigre.
- Diablo...
- ¿Qué?...
- Gracias...
Salomón esbozó una sonrisa - Para ser una bestia eres demasiado sensible... - murmuró y nuevamente se quedó dormido.
Cuando finalmente despertó descubrió que estaba en su habitación
- ¿Estoy... en casa?... - murmuró y una suave mano acarició su rostro.
- Hola Salomón...
Él miró a su derecha y vio a Sayuri sentada a su lado en la cama - Sayuri... - murmuró conmovido - Estás bien...
- Claro que sí... ¿No podía irme verdad? - sonrió - aun tenemos mucho por vivir...
- Tu apariencia... sigue intacta... - comentó tocando su cabello.
- Así es, Arza dice que mi vida se mantiene en un equilibrio constante asi que soy el primer demonio que recibe energía del Sol y de la Luna, una digna hija del eclispe - comentó risueña - ¿Tu como te sientes? Has dormido por tres días...
- ¿Tres días?...
- Sí, tu hermano Loxur dijo que era normal porque perdiste mucha sangre...
- ¿Loxur se enteró?
- Sí, estaba preocupado...
- Vaya... creo que tendré que dar muchas explicaciones, Loxur no me las va dejar pasar...
- Bueno... en realidad... él está aquí ahora...
- ¿Qué?
- Está esperando a que despiertes para hablar contigo...
- Maldición... - suspiró y la puerta de la habitación se abrió.
- Si tienes fuerzas para maldecir quiere decir que ya estás listo para hablar conmigo - dijo Loxur ya ingresando.
- Dame un descanso Loxur, apenas y abro los ojos.
- Ya descansaste bastante, llevo dos días esperando para hablar contigo.
- Bien... - murmuró - vamos a la sala - dijo y todos bajaron a la sala principal, también estaban presentes Kaito y Kalir.
- ¿Y ustedes que hacen aquí? - preguntó Salomón.
- Loxur nos pidió venir.
- ¿Esto será una charla grupal?
- Por supuesto, han pasado muchas cosas aquí y se deben aclarar con todos los involucrados.
- De acuerdo.
- ¿Cómo pudiste ocultarme todo esto? ¿Pensaste que no me enteraría?
- Sólo ganaba tiempo, sabía que te opondrías a la consulta con Arza así que solo hice lo que mi intuición me marcó, y no me equivoqué, todo valió la pena... - dijo tomando la mano de Sayuri.
Loxur lo observó un momento y suspiró - Está bien, puedo entender lo de tu conflictivo compromiso, lo del embarazo, incluso lo del ritual... lo que necesito que me expliques ahora es como fue que terminaste casado con un dragón.
- ¿Qué?... - murmuró impresionado - ¿Es una broma?...- preguntó mientras un profundo silencio atavesaba la sala.
- ¿Te parece que estoy bromeando?
- Yo no me he casado con nadie aun, mucho menos con un dragón, solo le di mi sangre para sanarla a cambio de la espada.
- ¿Y que no sabes que un contrato de sangre con una bestia del sexo opuesto es causal de matrimonio?
- ¿Qué?... ¡Kalir! ¡¿Tu sabías de esto?! - le reclamó.
- Eh? Claro que sí, yo fui testigo de su pacto y como era una criatura de mi Reino lo aprobé.
- ¡¿Y por qué no me lo dijiste?!
- Oye, dijiste que estabas dispuesto a hacer lo que sea y casarte con un dragón me pareció muchisima mejor opción que la estupidez que estabas por hacer ¿ o no? Ja ja ja!
- ¡Debería matarte!
- Tranquilo, mira el lado positivo hermanito cumplí parcialmente tu sueño original, salvaste a tu mujer y ademas terminaste casado con una bastante particular ja ja ja!
- Kalir... te recomiendo no decir una palabra más...
- Pero no entiendo, que hayan firmado el contrato no significa un matrimonio obligatorio a menos que una de las partes lo reclame - dijo Kalir.
- Así es, eso sucedió.... adelante, pasen - dijo Loxur e invitó a pasar a Torett.
- ¿Que haces aquí? - preguntó Salomón.
- Hola señor Salomón, gusto en verlo de nuevo.
- ¿Qué está pasando?...
- Este hombre se presentó ante mi con el contrato en mano y reclamó el matrimonio, el pacto tiene ineludiblemente tu firma y huella de sangre así que no tuve más opción que llevárselo a nuestro Padre para validarlo.
- Pero... ¿Por qué? ...
- Se lo explicaré señor Salomón, gracias a su sangre mi hija Ondi sanó perfectamente pero a causa de su magia en ella mi pequeña sufrió una transformación abrupta...
- ¿Qué quieres decir?
- Ven Ondi, pasa hija - dijo y por detrás de la puerta se asomó una joven con evidentes rasgos de dragon en su cuerpo, tenía los ojos dorados, el cabello índigo y algunas escamas cubrían parcialmente su cuerpo.
- No puede ser... - murmuró Salomón.
- Wow! Esto sí que no lo esperaba ja ja - se burló Kalir.
- ¿Lo ve? Mi Ondi evolucionó debido a la magia de su sangre, se volvió mas poderosa tanto que puede tomar ambas formas, esta y la de dragon, pero lamentablemente la consecuencia es que necesitará de su sangre de ahora en adelante.
- ¿Que?
- Mira hija, él es tu esposo el Señor Salomón
- ¿Esposo? Papá, ¿que es un esposo?
- En tu caso él estará obligado a darte parte de su sangre al menos una vez al mes.
- ¿Qué pasa si me niego?
- Serás castigado - respondió rápido Loxur - no puedes desentenderte de tu esposa, estás obligado a responderle.
- Si Ondi no recibe su sangre una vez al mes puede morir.
- Salomón no puedes negarle tu sangre - intervino Sayuri - pobrecita...
- Sayuri... ¿Acaso no estás celosa?
- Un poco... ¿pero solo tienes que darle tu sangre verdad?
- Asi es señora.
- Mirala Salomón, ella terminó asi por nuestra culpa, si pudiese le daría la mia... ¿No es posible?
- No Señora, agradezco su intención pero solo la del señor Salomón sirve en su caso.
- Ya veo...
- ¿Pero por qué reclamó el matrimonio? - insistió Salomón.
- Necesitaba asegurar la vida de mi pequeña, y a través de un matrimonio usted no puede negarse - respondió el Domador.