El árbol de los 1000 ojos

Capítulo 33

Pascal lo vio todo. Estaba escondido cerca de la puerta que daba al patio donde se celebraba algo macabro, que involucraba la muerte de una persona y quien sabe que más.

Cuando Franny saltó a la rama del árbol Pascal perdió el equilibrio, tomó unos de los pelos e Franny intentando agarrarse pero solo terminó llevándoselos como recuerdo. Pascal cayó del lomo de Franny y consiguió sobrevivir gracias a la cabeza de uno de los adeptos. Este consiguió amortiguar su caída. Pascal aterrizó en el pasto verde, quedó tan aturdido por la caída que pensó en tomar una siesta que durase una semana, quizá dos. El suelo era demasiado cómodo y el pasto le proveía una sombra que cubría todo su cuerpo.

¿Espera que?

Pascal vio como la luz se le estaba acabando y como las hojas crecían para juntarse entre ellas, encerrando a Pascal en una cárcel vegetal. Pascal rompió las hojas con sus patas y corrió alejándose lo máximo posible de las plantas hasta llegar a la seguridad de la casa, donde no podían alcanzarlo.

Pascal estaba sentado, viendo como las cosas se complicaban, y estaban a punto de empeorar todavía más. Pascal tenía la mirada enfocada en el árbol, el verdadero responsable de todo este desastre. El árbol comenzó a brillar y su brillo verde captó la atención de todos los fieles.

Y entonces lo vio.

La copa del árbol se separó como si fuera una flor gigantesca abriéndose. De la abertura salieron unos tentáculos que tenían a algo atrapado.

Mejor dicho a alguien.

—¡Franny! — exclamó a Pascal desesperado.

Los tentáculos levantaron a la gata hasta que ella pudiera tocar la luna. Esto parecía una escena de las bicicletas voladoras de la película ET, pero con un tono mucho más Lovecraftniano. El tentáculo bailaba haciendo que su presa se marease. Poco a poco empezó a descender, como si fuera un ascensor que funcionaba a la mitad de su capacidad. La esperaba fue tortuosa tanto para la gata como para Pascal.

El árbol consumió a la gata y regresó a la normalidad.

El brillo se puso más tenue hasta desaparecer por completo.

Todo se quedó en un silencio que duró por unos asfixiantes minutos. Silencio que Sara rompió, se notaba que ella tampoco sabía que diablo acaba de pasar.

Pascal se quedó callado, con la boca abierta, incapaz de asimilar todo lo que había visto. Ahora sí, ya lo tenía asimilado en su cabeza, escrito en piedra. La tarea que tenía al frente era imposible y no había nada que pudiera hacer al respecto.

—Solo soy un ratón, ¿Qué se supone que tengo que hacer?

Luego Pascal cambió de idea. La piedra que tenía en su cabeza se empezaba a deshacer.

—¡Tengo que hacer algo! No puedo dejar que muera.

La mente de Pascal era un caos absoluto de contradicciones e ideas a medio cocinar. No había un filtro en su cabeza y todo salía de ahí sin dificultad.

—Quizá ya esté muerta. Quizá en este momento sea comida de árbol. Mucho más deliciosa que el fertilizante.

Pascal se rio de su propio chiste cruel. Si Franny hubiera estado presente, el chiste no le hubiera hecho gracia, al contrario lo hubiera encontrado ofensivo. Pascal, convertido en una estatua ratonil, no dejaba de pensar en que hacer. El revoltijo de ideas que tenía en su cabeza le impedían dar con una respuesta concreta. Su mente dio una lista de soluciones para que sus neuronas pudieran votar en una especie de elección democrática cerebral. Entre las soluciones se encontraba una, que era la que estaba teniendo la mayoría de votos: Hacerse el muerto y esperar a que todo pase.

Mientras Pascal pensaba las plantas actuaban. Las hojas del pasto comenzaron a crecer lentamente hasta conseguir atravesar el escalón que separaba la puerta del jardín. El paste se movió como una serpiente vegetal hasta llegar a la ubicación de Pascal, quien seguía quieto y pensando. Con una de sus patas delanteras Pascal evaluó las opciones:

—Franny me ha cuidado y atendido durante mi estancia en esta casa. Le debo eso. Sin embargo yo…

El pasto tocó el hombro de Pascal, llamándolo.

—Ahora no. Estoy ocupado.

Pascal siguió pensando en que hacer. Pudo haberlo hecho mejor si no fuera por esa latosa panta, que seguía molestándolo. Otro toque en el hombro. Pascal volteó para ver quien lo estaba molestando.

—Oye tú, ya te dije que…

Palideció al ver que se trataba de un pasto bien crecido. Pascal gritó y se alejó de la hoja, que quiso agarrarlo de la cintura. Las plantas querían hacerle lo mismo que el árbol le hizo a Franny, pero a una menor escala. Pascal consiguió esquivar a las hojas y corrió como si el mismísimo diablo lo persiguiera, algo parecido le estaba pasando.

Mientras corría Pascal encontró la solución.

—Me largo de aquí. Lo siento Franny.

Pascal tenía la conciencia tranquila, sabía que Franny también hubiera hecho lo mismo si se hubiera encontrado en la misma situación.

—Maldita sea, Franny. Maldita sea. Te lo dije. Te dije que deberíamos irnos. Este lugar y las personas que lo habitan están condenados. Ahora mira cómo ha terminado todo, ¿Quién sabe lo que estará pasando dentro de ese árbol? — Pascal cerró los ojos para hacer que las lágrimas fluyeran más rápido —. Te voy a extrañar.



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En el texto hay: cultos, gato negro, monstruosidades

Editado: 20.09.2024

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