Una novela sobre lo hiperbóreo
Sombrío. No se me ocurre otro adjetivo adecuado para calificar a Gaburah Lycanon Michel. Incluso su aspecto puede parecer poco amistoso a primera vista, y cuando habla lo hace con hostilidad, él mismo lo acepta; pero sus textos reflejan algo distinto y ese es el tenor de toda su obra.
Cuando se me dio la oportunidad de leer el Primer Episodio de esta trilogía novelada tuve la impresión de estar saltando a un pasado remoto y añorado, una infancia casi de ensueño que me dejó, por unos minutos, meditabundo en mi sala. Aún ahora, cuando recuerdo lo que experimenté con la primera parte no puedo evitar dibujar una sonrisa. En este Segundo Episodio la sensación se convirtió en un pensamiento racional, lo emotivo se transformó en empirismo y el idilio mutó en una épica elegía. No podía esperar menos de Gaburah, pero me llevé una extraordinaria sorpresa al leer esta segunda entrega de "El Arco de Artemisa".
Los pilares de la narración, que durante el Primer Episodio los habían detentado los principales personajes de la novela, estriban en este texto en un narrador todopoderoso que nos lleva por los fantásticos parajes de otros mundos, pero desde una perspectiva total en tercera persona. Incluso el hilo conductor del relato deja de ser la angustia del crecimiento, el despertar de la sexualidad, los primeros amores y el encuentro con lo fantástico y oscuro, para dar paso a un profundo revisionismo histórico que hace dudar al lector de sus propios conocimientos de la Historia Universal. El personaje principal de este Segundo Episodio es, sin duda alguna, el propio Arco de Artemisa; una reliquia que, según el autor, ha influenciado el devenir del desarrollo del hombre desde un inicio.
La estructura narrativa de "El Arco de Artemisa – Segundo Episodio, Los Doce Misterios" está conformada por la historia de los personajes de la novela durante sus viajes y posterior encuentro con la desolación de la guerra, el relato histórico y revisionista que nos habla de la procedencia y propósito del Arco de Artemisa, y el desarrollo gnóstico de doce estratagemas que resumen los principales preceptos de la Sabiduría Hiperbórea (más ampliamente expuesta por Felipe Moyano).
El desarrollo de la historia parte desde los más terrenales escenarios sacados de un realismo crudo, mágico y experimental, pasando por el territorio de una fantasía épica llena de dragones, castillos y espadas, hasta desembocar en la más dura ciencia ficción con detalladas explicaciones lógicas, físicas y químicas de las circunstancias que envuelven a los personajes. Esta particular mezcla de realismo mágico, fantasía épica y ciencia ficción le da al relato una especial coloración que lleva al lector desde lo terrorífico y sobrenatural hasta lo romántico y sexual. Dicho de otro modo, este Segundo Episodio es digno de llamarse: "Popurrí de géneros".
El clímax de la obra, repartido en dos cómodas cuotas, gravita un acontecimiento bélico puntual que, hacia el final del relato, impregna las páginas de sangre, pólvora y muerte. En una segunda instancia el clímax se ve inmerso en la tragedia de la lucha entre hermanos gemelos que, como corolario, nos abre las puertas a una sensación de abandono, como si todo lo que hubiéramos conocido y vivido a lo largo de la obra hubiese llegado a un dramático fin.
Esta entrega puede ser considerada como uno de los referentes más precisos que existen sobre esa cara oculta del autor, la que jamás aflora en presencia de ajenos. Gaburah es un escritor (o aprendiz de escritor, como él se ha autoproclamado) que comparte un grandioso conocimiento de la Gnosis Prohibida únicamente mediante una narrativa bien lograda. Y es que si debo señalar algo que convierte a esta obra en genial es el profundo tratamiento que hace de la Sabiduría Hiperbórea con un tacto tan doméstico. Una gran obra para un oscuro autor.
Mauricio Gámez
Editor adjunto de la Editorial de la Casa de Tharsis