- Al fin apareces, nena! Dale que vamos a llegar tarde- la recibió Tamara, su única amiga, de toda la vida.
- Sos una obsesiva de la puntualidad, ¿se puede saber porque tanto apuro? Solo vamos cinco minutos tarde.
- ¿Qué? Por nada, te olvidas que tenemos examen de inglés, ¿estudiaste no?- dijo su ansiosa amiga.
- Tammy, mi dulce Tammy, ¿hace cuánto nos conocemos vos y yo? ¡Cuando en la vida has visto que yo estudie!
La mirada de perplejidad que le dio a su amiga, excedía los límites. Si seguía con abriendo los ojos de esa forma, se iban a salir de su cuerpo.
Verónica no podía dejar de reírse de su atormentada amiga, que estaba tan obsesionada por ser la mejor en todo, y con fuertes deseos de entrar a una buena facultad para estudiar una larga y exigente carrera, la cual no decidía cual seria.
Ese día transcurrió como siempre, tomaron el tan afamado examen. El cual aprobaron ambas. Demás está decir que Vero había sacado una nota más alta que su ansiosa amiga, pero poco le interesaba. A diferencia de esta última, que aunque fuera su amiga quería ganarle en todo, con envidia sana.
La realidad es que Tamara no tenía nada que envidiarle. Sus papas a diferencia de los de los de Vero, estaban siempre en casa. Su papa era un importante comerciante dueño de varias heladerías que había en el pueblo y en otras provincias. Trabajaba mucho pero siempre estaba en casa. Y su mama era una amorosa ama de casa, con desdén por su hija más pequeña. Tamara era la única mujer, puesto que tenía dos hermanos mayores, de los cuales sabía poco, ya que vivían en el extranjero. Fabricio y Lautaro eran actores, a los cuales les había sido muy difícil llegar hasta donde se encontraban ahora, un gran dúo amado por Hollywood.
Las chicas habían sido amigas desde que se conocieron en jardín de infantes. Aunque eran muy diferentes, sabían complementarse de una forma, que eran inseparables. Vero era la única amiga real que Tamara había tenido en la vida, ya que su padre al tener mucho dinero, se le arrimaban muchas personas por interés. Tantas chicas haciéndose sus amigas, como chicos fingiendo estar enamorados de ella. Aunque Tamara era una chica esbelta, de pelo rubio y ojos claros, para su edad aparentaba más por su físico, lo que levantaba muchas miradas donde iba.
Lo que ella quería de su amiga, era la genialidad de ver todo positivo y que no le importara el que dirán.