Les hablaré un poco de mí. Soy Eilen Frater, tengo 16 años y vivo en un orfanato desde que nací. Mi madre al darme a luz murió y mi padre... No sé nada de él.
Las que me cuidaban cuando estaba pequeña eran las encargadas del orfanato, pero ahora que crecí estoy prácticamente sola, ya que todos son mucho más pequeños que yo.
En realidad, mi mayor temor es cumplir los 18 y tener que dejar este lugar.
En dos años, No tendré a donde ir y eso me perturba demasiado y es en lo que pienso cada noche, como ésta. Todas me parecen eternas, como si nunca tuvieran fin y siempre viviera una y otra vez la misma pesadilla de siempre, en la cual despierto y estoy tendida con sólo una manta en cualquier acera de la ciudad.
Pero de vuelta en la realidad me doy cuenta de que debo sacar lo mejor que hay en mí y seguir adelante.
No lamentaré más mi cruda existencia, ésta noche va a ser igual que todas; así que pensaré y meditaré en lo que sigue, no tendrá fin así que tengo todo el tiempo del mundo para llorar, soñar y despertar con pesadillas.
***
Me desperté sobresaltada por el sudor que empapaba casi todo mi frágil cuerpo, miré el reloj que había en la mesa de estar y era exactamente media noche, sin lugar a duda esto apenas comienza.
Hace tanto frío que meto todo mi cuerpo dentro de la sábana, acostumbrada al insomnio trato de quedarme dormida. Mañana será un gran día. Llegará una nueva encargada del orfanato, solo espero que sea tan agradable como la señora Ross, ella siempre se preocupa por mí y le da mucha tristeza dejarme, pero la han trasladado, así que trataré de llevarme lo mejor posible con la nueva institutriz.
Cuando caigo en los brazos de Morfeo es la única manera de olvidarme de todo y de todos.
***
Estaba soñando que me echaban una cubeta de agua helada mientras dormía, error, no era un sueño, definitivamente me la habían echado y estaba completamente empapada.
Tratando de abrir mis ojos, cegada por la luz del sol, me puse de pie, sin percatarme de que no estaba Sola sino con la responsable de que estuviera empapada, me asusté al encontrar a una mujer de Bastante edad, por supuesto, con el ceño fruncido y una cara de pocos amigos.
- ¿quién te crees que eres para estar todavía dormida, niña? ¿Ah? ¡Responde!
Exclamó la anciana mal humorada.
Definitivamente no sé qué pasó pero me quedé dormida, y no escuché el despertador. Estaba como en shock. Además no sé quién es ésta señora que me está gritando como si fuera muy importante.
No me di cuenta pero ésta tiraba de mí, empujando me a salir y me llevaba por el pasillo, en realidad me estaba haciendo daño.
- ¡ya basta! Dije zafándome de su agarre.
- ¿quién es usted? ¿Y por qué me ha mojado? ¡No tiene ningún derecho de jalonearme como le venga en gana! Dije sobresaltada.
En realidad ésta señora está loca.
- ¿qué quién soy yo? Si no estabas enterada, soy la nueva encargada del orfanato. Y tú eres mi nueva ayudante. Así que arréglate y te espero en el comedor para que pongas el desayuno. Ah, por cierto; la señora Ross te deja saludos, la pobre no le dio tiempo de despedirse de ti.
Dijo todas estas palabras saboreándolas, como si le agradara demasiado la idea de tenerme como su esclava.
- usted no puede hacer eso, yo soy huérfana igual que los demás ¡tengo los mismos derechos!
ahora sí que debía ponerme un poco colorada con ésta.
- cada vez que me faltes al respeto; como lo acabas de hacer, ¡le restaré un mes a los dos años que te quedan dentro! Ahora haz lo que te pedí.
Dijo con tono cortante, y dando media vuelta salió escaleras abajo.
Sinceramente, no sé cómo iba a lograr quedarme, mientras ésta mujer me trataba como quisiera. Y tenerme que quedar callada soportando sus maltratos, a este paso presiento que ya no me quedan dos años aquí, sino meses.
Entré corriendo a mi habitación para darme una ducha rápida y estar lista para la hora del desayuno.
Cuando salí opte por ponerme unos vaqueros desgastados y rotos junto con una camiseta negra con cuello redondo y unas zapatillas blancas, no era que tuviera demasiada ropa como para elegir. Lo poco que tengo es gracias a las donaciones que una familia da cada año al orfanato.
Cuando ya estaba lista me detuve a mirarme al espejo, tenía unas ojeras muy notables a la vista, sin nada para taparlas ya que no poseo maquillaje, es obvio, ¿no?... mi cabello claro, un poco más abajo de los hombros y ondulado, se ve sin vida; mis ojos cafés apagados, mi test pálida y cuerpo delgaducho solo demuestran mi calvario.
Después de bajar las escaleras, observo como todos los niños están puestos en filas, mientras la nueva encargada, que ahora que lo pienso desconozco su nombre.
Víbora le queda perfecta, debe ser su segundo nombre.
No me doy cuenta pero estoy sonriendo como una tonta, cuando escucho su prepotente voz
- Buenos días, mis mocosos asquerosos, ¡oh! Perdón, lo siento; quise decir ¡mis corazones! -Como sabrán la señora Ross fue trasladada, así que yo seré su nueva institutriz. Mi nombre es Victoria Vinary, sólo espero que Me traten con el debido respeto que merezco o de lo contrario les aseguro que no querrían verme de mal humor.