La vida debe tener una razón especial para seguir en ella, una motivación o una inspiración, algo en lo cual puedes desahogarte y reflejar tus más profundos miedos.
Me encuentro divagando por los pasillos a la vez que quito la suciedad y me pierdo en mis pensamientos a veces un tanto "filosóficos", ya casi es hora de que lleguen el Señor Márquez y su esposa y no voy a negar que me siento feliz porque dos de estos niños van a encontrar un hogar después de tanta espera, pero a la vez siento un vacío; porque he aprendido a amarlos y cada uno de ellos son una parte de mí.
- ¿Qué haces todavía aquí Eilen? ¿Es que aún no has terminado tus oficios? Me golpeo muy fuerte con el bordo de la mesa en mi pierna al escuchar la voz de Victoria, pero oculto mi dolor ante ella.
- Ya estoy terminando Victoria, los niños se están organizando y ya saben lo que deben hacer. Digo conteniendo una mueca de dolor.
- Muy bien, espero no verte más por aquí, ya te lo dije. Y para ti soy señora Victoria, no te tomes atribuciones que no te corresponden, igualada. Dicho esto se dirige hacia el piso de abajo donde será el encuentro con los futuros padres adoptivos.
Expulso el aire que estaba conteniendo debido al dolor, creo que me hice mucho daño puesto que veo un poco de sangre que sobresale por la tela. Tengo dos opciones: ir a mi lugar o quedarme y espiar todo lo que pase en el salón, quiero saber si los niños están de verdad en buenas manos y a la vez estar ahí para consolar a los que se quedan.
Decido ir solo un rato al pequeño cuarto que hay en el sótano, nadie entra ahí a parte de mí y la señora Ross que me hacía compañía a veces se ha ido, pensándolo bien este lugar no me da miedo como debería, ya que es demasiado grande y en las noches parece el lugar perfecto para filmar una película de terror. Pero no es así porque conozco cada rincón.
Antes de entrar escucho ruidos en la parte de abajo, lo que indica que ya llegó la familia, lo que me detiene y salgo rápido, bajo las escaleras y observo por la puerta entre abierta; hay dos señores de mediana edad, él es alto y no muy musculoso; de cabello un poco canoso y su esposa se ve muy adorable y simpática a pesar de su conjunto rosa y peinado elegante.
- Como verán todos están en las edades más adaptables para ustedes. Decía Victoria refiriéndose a los niños y explicándoles a los señores Márquez; como promocionando un producto.
- Sí, claro; nos damos cuenta, pero nos dijeron que tenían también jóvenes, ¿No es así? ¿Por qué no los veo? ¿ Dónde están? mi esposa y yo estábamos pensando en alguien de unos seis años, pero también una chica o un chico un poco más mayor, de unos quince, dieciséis o diecisiete tal vez. Mis ojos se amplían y tapo mi boca con mis manos para ocultar mi sorpresa y los latidos fuertes de mi corazón ante las palabras que acaba de decir el Señor Márquez.
Inmediatamente veo como los niños se miran entre si y Victoria cambia la expresión de su cara, me alegro por un momento al pensar que ella va a llamarme al presentarse la oportunidad de quizás deshacerse de mí, pero casi puedo escuchar el sonido de mi corazón quebrándose al momento de abrir su boca y soltar su veneno.
- Oh, cuanto lo siento Señores; pero lo que ven es lo que hay, me temo que les informaron mal, ya que estos niños son los únicos. Dice mientras intercambia miradas con los niños, ellos saben que no pueden contradecir lo que ella dice porque las consecuencias serían peores aunque todos conocen mi existencia y estaba tan impresionada de que alguien quisiese adoptar prácticamente a un adolescente ya que solo tengo dieciséis, pero la maldad de Victoria no tiene límites y ahora empiezo a tener conciencia de todo lo que me ha dicho y sus palabras retumban en mi mente - Te iras cuando yo lo decida.
No puedo estar más ahí así que salgo corriendo escaleras arriba pero teniendo cuidado que no oigan mis pasos.
Cuando llego al sótano saco las llaves y abro rápidamente el candado para entrar al cuarto pequeño, una vez adentro me dejo caer contra la puerta y me permito llorar, no quiero hacerlo pero es más fuerte que yo.
- ¡No puede ser! digo entre lágrimas y sollozos. ¿Por qué me hace esto? ¿Cuál es el mal que le he hecho a Victoria? ¡Dios mío! grito al vació. Solo lleva dos días aquí y no para de dañarme, de decirme lo inútil que soy. Maldito el día en que decidieron llevarse a la señora Ross, nunca hemos tenido suficiente pero al menos su bondad y cariño nos hacían las cosas mejores a todos.
Recojo mis piernas y meto mi cabeza entre ellas cubriéndome con mis brazos a la vez que me balanceo. Paso mucho rato así, no sé si minutos u horas pero creo que me quedé dormida y despierto con mis brazos entumecidos por la posición y mis ojos los siento pesados por el llanto pero con un solo pensamiento en mi cabeza. No voy a detenerme, todavía no, no a la primera dificultad; abandonar y dejarlo todo nunca ha sido una opción para mí, me digo mientras me pongo de pie, limpio mis lágrimas y observo lo que tengo alrededor que ha sido el motivo de mis horas y noches largas de trabajo y sin poder dormir, aunque no es que me moleste mucho porque me encanta lo que hago.