El Asesino De Springholl

Prólogo

Eric

3:00 pm.

Suspiré resignado y tomé el pequeño frasco amarillo con tapa blanca que estaba sobre mi escritorio.

"Eric Hale"

Leí mi nombre en la etiqueta de aquel frasco nuevo. Abrí la tapa y con cuidado saque una pequeña pildora azul.

"no puedo creer que me estén obligando a hacer esto"; pensé.

Di otro suspiro y metí la pildora en mi boca. Tomé la botella de agua y me la tragué.

Un ligero sabor metálico se me quedó en la boca por unos momentos antes de desaparecer.

Tomé la mochila negra que descansaba sobre la silla giratoria y metí el frasco en ella antes de colgarla sobre mi hombro.

- Eric cariño, es hora de irnos - la dulce voz de mi madre resonó desde la planta baja de la casa - son varias horas de camino hijo, debemos irnos ya.

El momento que tanto había temido estaba pasando justo ahora. 
Nos estábamos mudando.

Le dedique una última mirada a la que había sido mi habitación por 17 años de mi vida y entonces salí.

No pude evitar sentirme triste por tener que irnos de aquí. Texas había sido mi hogar desde que nací, y tener que despedirme así como así de mi hogar... Era difícil.

Cuando bajé las escaleras mis padres estában esperándome en el umbral de la puerta principal.

- aleluya - exclamó mi madre con impaciencia.- debemos irnos al aeropuerto en... - dijo dándole un vistazo a su reloj de mano - ahora! Ya, ya, ya - gritó sacándome a empujones de la casa.

- muévete - le ordené a mi hermana menor

En cuanto obedeció me subí al auto.

Erika era tan solo 2 años menor que yo, pero con mi mismo carácter.

Era imposible no chocar diariamente.

- Perderemos el vuelo por tu culpa - resopló.

- yo no pedí venir.

Me dedicó una mirada fría antes de enfocarse en su teléfono. Y yo hice lo mismo. 
Me puse los audífonos y reproducí algunas canciones de Ac/Dc para lograr ignorar la situación que me estaban obligando a vivir.

El tercer llamado de nuestro vuelo estaba sonando a través de las bocinas del aeropuerto. 
Mi madre casi se vuelve loca buscando nuestra puerta. 
Fue un poco divertido hasta que casi me lanza su teléfono por la cabeza.

Tardamos aproximadamente unos 10 minutos para poder dar con nuestra puerta, fue entonces cuando mi madre pudo respirar con normalidad. Unos 10 minutos más y habríamos perdido el vuelo definitivamente.

- casi lo perdemos por tu culpa - soltó Erika dandome un zape cuando al fin estuvimos dentro del avión.

- vuleve a golpearme y juro que te haré la vida miserable. - setencié.

Su respuesta fue sacarme la lengua.

- que madura - bufé.

El vuelo tardó unas 3 horas aproximadamente, y cuando llegamos a Wisconsin aún era de día.
Ahora solo quedaba rentar un auto para poder llegar a nuestro nuevo "hogar" como decía mi madre, ya que nuestro auto se había quedado en Texas, y tardarían un par de días en traerlo.

Fueron otras dos 2 horas de viaje hasta que al fin un gran letrero con fondo rojo se hizo presente ante mi vista.

"bienvenidos a Springholl"

Este pueblo había sido el hogar de mis abuelos paternos, el abuelo Herl y la abuela Lois habían vivido aquí toda su vida, mi padre se había criado aquí hasta que se fue a la universidad.
Nosotros jamás habíamos venido aquí, nunca conocimos a nuestros abuelos, por lo tanto desconocíamos lo que nos esperaba.

El sol estaba comenzando a ocultarse y el pueblo se veía un tanto extraño, casas y casas fueron pasando ante nuestros ojos hasta que al fin llegamos a la de los abuelos.

Era grande, de madera, con un poco de estilo rústico. Vintage. Había sido la palabra que Erika dijo que describía esta casa.
Era linda, con muchas ventanas y el jardín daba a un lago que claramente se alcanzaba a ver.

El auto todavía no se detenía cuando vimos a dos personas mayores salir por la puerta principal

Mi padre fue el primero que salió disparado directo a sus padres

- ay Thomas, han pasado años - dijo la abuela casi llorando al ver a su hijo.

- cuanto haz crecido campeón - dijo el abuelo dándome un leve golpe en el hombro como muestra de afecto, solo una vez nos vieron a mi hermana y a mi, cuando ella estaba recién nacida y yo tenía 2 años. Pero no los recordaba en lo absoluto.

Le di una sonrisa de boca cerrada y asentí sin saber que decir.

Entramos a la casa cuando al fin todos terminaron de abrazarse y de sacar el resto de las maletas.

El interior era lindo y acogedor. 
Un aroma delicioso nos llenó a todos en el momento en el que entramos, tal vez era porque no habíamos comido nada desde que estuvimos en el avión.

- preparé albóndigas y el spaghetti que tanto te gustaba hijo - dijo la abuela pellizcando la mejilla de mi padre.

- y yo tengo en el horno mi tarta de manzana - dijo el abuelo.

- dejen las cosas ahí mismo - ordenó la abuela - primero vamos a cenar todos juntos, ya después tendrán tiempo de sacar todo y de acomodarse.

La cena resultó bien. Todo había estado riquísimo, y nosotros no dejamos de decirle a mi padre que se había quedado corto cuando nos hablaba de la tarta de manzana del abuelo.

El sol ya se había ocultado por completo, y había sido sustituido por oscuridad y frío. Mi habitación estaba frente a la de Erika, era amplia pero no como la de Texas. 
Las paredes eran azul quemado, había una cama, dos cómodas, un escritorio, y dos puertas más, las que supuse eran el baño y el closet.

Puse las maletas y cajas en un rincón de la habitación y me lancé sobre la cama soltando un largo suspiro.

Cerré los ojos decidido a dormir un poco pero el ruido de la puerta me hizo dar un salto.

- dijo mamá que es hora de tu pildora - anunció Erika volviendo a cerrar la puerta tras de ella antes de que logrará lanzar una almohada a su cara.

Resoplé y busque el frasco amarillo en la mochila. Saque una pildora y la puse bajo mi lengua para poder ir a la cocina y buscar un vaso de agua.



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En el texto hay: asesinatos, misterio, romance

Editado: 21.04.2022

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