El aullido: El legado

Tu y yo. Siempre

Tara

Isac frota mis brazos de arriba hacia abajo, tratando de ayudarme a desaparecer los escalofríos que me recorren el cuerpo, mirándome con un poco de angustia en su mirada, mientras me limito a abrazarme las rodillas sin dejar de ver la esquina de la cabaña frente a mi, ahora oculta por el manto de la fría y oscura noche. Había logrado recuperar la calma luego un pequeño ataque en el que Isac se vio obligado a soltarme de las sogas para apoyarme en el piso. 

 Detesto este tipo de malas pasadas que me juega mi propia mente. No es la primera vez, y a pesar de eso sigue teniendo demasiado control en mi cuerpo y emociones. Aún recuerdo cuando mi madre me abrazaba con fuerza mientras señalaba a una esquina de mi cuarto insistiendo en que mi papá había estado allí tan solo un segundo atrás, o la vez que me lastimé las rodillas en el baño de los Ventura tras haber sentido las manos de mi madre peinando mi cabello mientras me secaba el rostro con la toalla, recién salida de la ducha, ni hablar de cuando creí volver a ver a mi padre en el espejo del baño un día antes a la llegada de Kenneth a mi vida. En cada una de ellas tuve pequeños ataques nerviosos, trayendo recuerdos dolorosos al presente, y aquella dificultad para respirar del pasado, cuando mis pulmones se negaban a aceptar el aire del mundo que me había arrebatado a mis padres. 

Ahora mi mente ha querido meterse conmigo haciéndome ver a Elvira frente a mi.

Su imagen permaneció en esa esquina de la cabaña por mucho tiempo, y por mucho que parpadeara, no desaparecía. En vez de ser estática, como las de mis padres, parecía querer hablarme desesperadamente, pero no podía escuchar absolutamente nada. Estaba a punto de decir su nombre cuando una ráfaga de luz solar me cegó temporalmente, para que cuando volteara a ver de nuevo, Elvira ya hubiese desaparecido, dejándome de nuevo ese vacío y anhelo en mi pecho. 

-Debes de querer mucho a esa chica.-comenta Isac, sonriéndome, mientras me observa con dulzura, sin dejar de acariciarme los brazos con suavidad. Un recuerdo de una Elvira pequeña de 8 años regañando a un Sam de 9 por haberme tirado del cabello jugando a "tenta color", haciéndome sonreír, trayendo algunas lágrimas consigo. Asiento repetidas veces, pues el nudo en mi garganta me impide hacer el mínimo sonido. Isac me da un suave apretón en mi hombro, ofreciéndome mi apoyo, por lo que vuelvo a sonreír, parpadeando muchas veces para ahuyentar las lágrimas, y sosteniendo su mano en una de las mías, devolviéndole el apretón. 

Ver a Elvira de nuevo después de tantos meses de ausencia provoca que el anhelo de volver a casa y que nada de esto fuese real se intensifique considerablemente, pues no pasa un día sin que piense en si realmente valió la pena el haberme ido con tanto secretismo con tal de que todos aquellos a quienes amo se mantuvieran a salvo, sobretodo ahora con la aparición de un cuerpo simulando ser el mío, por el cual deben de creerme muerta. 

Mi único consuelo es aferrarme a las cosas positivas que he sacado de esta gran aventura, donde no solo he cambiado drásticamente a una versión de mi con la que me siento mucho más cómoda que con mi "yo" antes de conocer a Kenneth, sino que conocí a gente muy valiosa que me ha acompañado en todo este camino, siendo los causantes gran parte de mi evolución como licántropo, pero sobre todo, como ser humano.

-Kiara e Isaác aún no vuelven.-comento, mirando a la puerta, tratando de escuchar pisadas lejanas en alguna parte cerca de la cabaña. Nada.- ¿Deberíamos ir a buscarlos?

Isac se limita a negar con la cabeza, soltando una risita divertida entre dientes.

-Probablemente no volverán hasta mañana.-me responde, antes de lanzarme una mirada divertida.

-¿Cómo lo sabes?-le pregunto, mirándole con una ceja enarcada. Isac se ríe de mi expresión, antes de encogerse de hombros.

-Digamos que conozco cómo funciona su relación desde el inicio...

 

Hace algunos años...

Kiara

Aplasto a Kenneth contra el piso, colocando mi peso sobre su pecho, inmovilizándolo con mis caderas y mis pies, dejando así que mis manos puedan rozar su cuello con la punta de mis zarpas. Kenneth se deja de mover, dándome la señal para que lo suelte, y me mira frustrado desde el suelo, respirando con dificultad.

-¿Cuántas van ya? ¿36?-me pregunta entre resoplidos, mientras acepta mi mano para levantarse.

- 45.-le corrijo, haciendo que gruña de nuevo.-Relájate, Kenneth. Haz mejorado bastante. Eres el único licántropo de la manada que resiste tanto.

-No estoy ni cerca de llegar a tu nivel.-se queja, apoyando sus manos en sus caderas. Lo miro frunciendo el entrecejo.

-¿Quién dijo algo acerca de estar a mi nivel?-le pregunto, haciendo que suelte una risotada.- Para intentar lograrlo siquiera deberías de aumentar tus horas de entrenamiento, y aún así jamás sucedería.

-Me encanta tu humildad.-me comenta.

-La humildad no tiene nada que ver aquí.-le respondo, observando como se estira, haciendo que los huesos de su columna truenen uno por uno, sonando como el chasquido de la madera al arder en una fogata.- Solo soy sincera.

-Lo sé.-me responde Kenneth, aún estirándose, soltando una exclamación de alivio y satisfacción al acabar.-Eso lo hace peor.

Mi habilidad durante una pelea, mi fuerza y mi agilidad las fui desarrollando desde muy pequeña, entrenando a lado de mi hermano bajo la tutoría de nuestro padre, el cual nos crio él solo. Los entrenamientos solían durar entre 8 a 12 horas diarias, las cuales fueron en aumento conforme mi hermano y yo fuimos creciendo. Cuando mi hermano murió en la catarata de la que Tara se lanzó para escapar de Karina, mi padre se volvió un maniaco, haciéndome entrenar hasta el desmayo, con tal de que fuera fuerte. Era su forma de pasar su duelo, y el expulsar el dolor y la rabia de haber perdido a mi hermano a través de cada golpe que daba y recibía, era el mío. Mi padre jamás me ofreció una muestra de cariño como un abrazo, o un simple "te amo" pero no hacía falta. Era frívolo, estricto, crudo, era todo, pero nadie podía acusarlo de ser un mal padre. Nunca podré agradecerle lo suficiente.



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En el texto hay: hombreslobo, accion, aventura

Editado: 12.02.2022

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