-Estamos destinados a estar separados. Pero a amarnos con tal intensidad desde lejos, tú estás alla y yo estoy acá. Tres metros de distancia nos separa, no puedo darte la mínima cosa que estés pensando aunque ganas no me faltan, quiero que seas feliz con la persona que has elegido, no me interpondré en tus decisiones- Al decir la última frase sentí como se me quebraba la voz –La verdad de todo es que la amaba demasiado, más que a mí mismo- Tome un sorbo de la copa de coñac que tenía en mano –Ella merecía otro final.
-No te sientas mal, ella está bien –El bartender frunció el ceño, dio un golpe a la barra y dijo- Ya deja de embriagarte de alcohol y disfruta de la vida, mira que hay mujeres hermosas por doquier –Rodrigo casi gritando llamo a la mujer de vestido violeta que deambulaba un buen de tiempo cerca de la barra –Jennifer preciosa, te presento a mi buen amigo.
-Rodrigo puedes dejar de hacerme pasar vergüenza, ahora por tu culpa ya saben mi nombre –Jennifer tomo asiento y se dedicó a mirarme –Cincuenta dólares la noche, tú eliges el hotel.
-Yo no necesito de tus servicios, yo amo solo a una, a una –Los ojos de a poco me empezaron a arder, una lagrima sentí caer –Veteee.
Aquella mujer se quedó asombrada por mis palabras, nadie le había rechazado a acostarse con ella hasta el momento. Entonces se acercó sin dejar de mirarme, me rodeo el cuello con los brazos. Su cuerpo estaba pegado al mío, trate de evitar la mirada a su escote.
-Mírame a los ojos y dime que no hay otra cosa mejor que desees en la vida que sea yo, dímelo sin titubeos y deja que el alcohol haga efecto. Que se te ponga en blanco la mente y déjame pintarla con un lienzo nuevo de color a mí –Luego de esas palabras poso sus labios rojos sobre los míos y me dio un cálido beso. En eso pronuncio tales palabras que me dejo cautivado –No te resistas a mi belleza y sigue tus impulsos, yo sé que tú quieres descubrir que es lo que hay bajo este traje, sé que quieres descubrir mundos que aun deseas y te excita pensar en las mil cosas que harías con ellos.
Mi mano derecha subió rozando despacio su alargada pierna y llego al final de la tela del vestido, siguió su rumbo por su cintura, sus hombros y termine mi recorrido en sus labios. Baje la mirada y suspire.
-¿Qué te parece si te invito una copa de vino primero? –Le dije de manera amistosa, la ebriedad me consumía cada vez más.
-Vino tinto Rodrigo, y que te parece si me dices cómo te llamas –Admirar su belleza desde tan cerca era uno de los mejores placeres de la vida, pero llevarla al primer hotel de la primera cuadra de la calle tampoco estaría mal -¿Por qué te quedas callado? –Su voz, diablos su maldita voz, me sonaba tan familiar.
-Eres demasiado hermosa para estar con varios hombres por las noches, mientras que ellos después regresan a sus casas con su esposa e hijos a cenar como si nada hubiera pasado. Aunque el olor del perfume que usas, queda en evidencia –No respondes. ¿En qué piensas? En este instante estas reflejándote en el espejo a ver si se te paso el labial, o es que aún no te di los cincuenta dólares.
-Eso no es de tu importancia, en fin yo solo lo hago por dinero –Tomas un trago de la copa de vino –Lo necesito.
-Está bien, te entiendo –Me gustaría conocerte más y me da la corazonada de que eres diferente a lo que dices -¿Aun quieres tu dinero? –Dijeres hacia mí tu mirada y asientes con la cabeza –Mañana te veo a las cinco de la tarde, frente al hotel Sheraton.
-¿Es una broma verdad? Yo no hago delivery –Me puse de pie, sonreí.
-Una de tantas cosas que esta noche dije, te espero mañana y no cabe duda que te caerían espectacularmente unos pantalones -¿Iras? Quien sabe –Hasta mañana.
Me despido de Rodrigo, cojo mi chaqueta y me dirijo a la puerta de salida. La noche esta brillante, miles de estrellas la acompañan. El camino no es largo hacia mi departamento, tan solo quiero llegar lo más rápido posible. Hay gente que sigue caminando por varias partes, el trabajo y la ciudad muy pocas veces duermen y ella que ya con otro esta no puedo estar a su lado en esta velada.
(Sueño)
--Estamos destinados a estar separados. Pero a amarnos con tal intensidad desde lejos, tú estás alla y yo estoy acá. Tres metros de distancia nos separa, no puedo darte la mínima cosa que estés pensando aunque ganas no me faltan, quiero que seas feliz con la persona que has elegido, no me interpondré en tus decisiones.
-Cállate y no digas más, no te das cuenta de que me haces daño. Esto también a mí me duele –Las lágrimas empiezan a rodear tu rostro.
-Tú decidiste esto porque yo no, yo no, yo nunca tuve una maldita opinión en esta decisión, eso tú lo decidiste, yo no –Trato de tranquilizarme pero la cólera me invade.
-Sabes que te amo, te amo más que a todo en este mundo –Limpias con las mangas de tu polera las pocas gotas que logras alcanzar.
-Tú no sabes lo que es el amor. Una relación es de dos, no de uno.
-Engel, eres injusto conmigo…