Erase una vez un Orfanatorio donde residía niñas sin hogar, sin padres, sin ningún familiar o simplemente niñas no deseadas en el mundo. Un día en el que las niñas jugaban dentro del orfanato, leía, reía… ese día llegaría una más para ser unidas hasta que llegará el día el que fuera separadas. La nieve era un poco espesa, el paisaje hermoso, todo cubierto de nieve, blanco y puro. Unos profundos ojos llenos de tristeza miraba ese esplendor que le brindaba la naturaleza en ese instante y ese momento. Abrazando fuertemente a una niña de un año, que descansaba sintiéndose segura y protegida. Daba pasos lento y otra veces apresurada, no lo podía evitar pero era necesario para la seguridad de su sol, tener que dejarla en un sitio que desconocía le partía el corazón pero tenía que ser ese día no podía ser otro. Algunos lo miraba con curiosidad, otros solo le parecía alguien indiferente. Cuando estuvo parado en frente de esa puerta su mundo se caía el fragmentos. Muchos veía como lentamente bajaba con delicadeza a un pequeño bulto repleto de mantas, como si tuviera protegiendo algo preciado.
Toco la gran puerta, espero y espero hasta que se comenzó a mover, se dio la vuelta y se fue sin mirar ni una sola vez hacia atrás por que él estaba seguro que si lo hacía regresaría por su sol y no la dejaría jamás.
La mujer que recogió a la niña solo pudo observar como un hombre se iba cabizbajo, como si su alma tuviera en pena, realmente era así como se encontraba él.
Al transcurrido segundos, segundos convertidos en minutos, minutos hechos horas transformados en meses y los meses finalmente años. Todo es alegría aunque también haya vivido tristezas y congojas que es para quebrar la fuerza de una niña. Pero estas niñas eran fuerzas, esperanzas y luz. Muchas apreciaba a Clávela, si esa niña llena de alegría y fortaleza, otras bueno sencillamente era las que se encargaban de hacerle la vida complicada a nuestro querido sol. Las hermanas se prepara para celebrar el tan esperando día, el cumpleaños número 15 de resplandeciente sol, Clávela, mientras tanto la cumpleañera estaba cuidado a las más jóvenes y se encargaban de que no salieran lastimadas durante sus traviesos juegos.
Ese día fue especial para Clávela, aunque haya sido algo modesto para ella fue la mejor, a pesar de que su amiga Teresa no estaba con ella para celebrarlo juntos, pero no se quejaba, con saber que está tenía unos padres que la querían y la protegía, no podía pedir más nada para su amiga. Solo esperaba que si le llegase a tocar ser adoptada sea también personas con amor y que la quiera por como ella es.
Transcurrido los meses dorados como le decía las niñas al verano, llego el día en que las puertas sea abiertas para que las personas entre y decida a cual niña se llevaran para cuidarla. Ese día para sorpresas de las ranas como le decía Clávela a sus rufianas, las niñas más adultas del recito y a la vez las encargadas de hacerle la vida imposible a las más jóvenes. En fin, ese día Clávela tuvo la suerte de que la adoptara, sus amigas las despidieron así como las más jóvenes.
Se sentía feliz pero también llena de temores, al llegar le mostraron su habitación, después de descansar, la nana de los demás hijos del señor, le comento todo lo que tenía que saber sobre cada uno de sus nuevos hermanos y su madre. Él mas grande era cuatro años mas mayor que ella, Amando, él que le sigue es tres años mas joven que el mayor, Rock, y pues el mas joven incluso más joven que Clávela es Rick. La madre de estos tres jóvenes Amelia, al principio estuvo en desacuerdo con Teodoro, su esposo, sobre adoptar a una joven. Por lo que puso varias pautas, sin la joven afortunada lograba conseguir las aprobaciones, está seria aceptada en la familia. Claro esta que no podía estar enterada del asunto.
Después de tres meses de espera para conocer a los demás, por fin había llegado en día en que podría conocer a los que sería su nueva familia. Lo que nunca se espero fue que no fuera aceptada por los dos hermanos mayores y más por la madre, le quedaba un mes para ser aceptada por los demás pero esto ella no lo sabia.
Tanto Amando como Amelia se encargaba de mostrar su rechazo abiertamente, Rock simplemente la ignoraba. Ella era más feliz cuando pasaba tiempo con Rick o con Teodoro. A los días que le siguieron esos, fue una autentica tortura para Clávela, por más que trataba de que no le doliera el trato que recibía le era imposible. Y no podía evitar sentirse afligida y que se reflejaran en sus preciosos ojos su tristeza. Amando de lejos contemplaba el panorama, pero mientras más pasaba los días, más se daba cuenta de que Clávela no era una interesada y que simplemente aceptaba los regalos de Teodoro por cortesía pero podía ver en su mirada de que eso no le hacía feliz. Rock por igual se había dando cuenta y le tenía un gran aprecio pero ni eso pudo evitar su indiferencia hacía ella. Unos de esos días en lo que estaban reunidos en familia, y donde la tenía a ella excluida, llego la nana con una carta dirigida para Clávela del orfanato.
Clávela salió sin decir nada, ni a donde se dirigía, nadie supo de ella por horas y horas. Así llego el siguiente día y todos no podía evitar su preocupación incluso Amelia sentía una aflicción por esa joven que no había aparecido en horas. Mientras tanto Clávela se encontraba en el Hospital llorado desconsoladamente la muerte de su padre, en cual apenas tuvo oportunidad de compartir con él unas pocas charlas. Nadie se atrevía a acercarse a ella, entendía que tenía que dejar que se desahogara.
Amando tenía que acompañar a unos de sus amigos a visitar a su prima quien estaba delicada de salud, Amelia y Rock decidieron acompañarlo solo por que tenía que cruzar por un sitio que se dedicaba a hacer los mejores pasteles de la zona y sabían que esos era los pasteles que mas le encantaba a Clávela. Pero no esperaba encontrarse la sorpresa de ver a Clávela en la sala de espera llorado desgarradoramente, Amando se acerco y se sentó a su lado inclinando la cabeza de ella sobre su hombro, mientras que ni Rock ni Amelia supieron que hacer. Una vez las lagrimas menguaron, un señor entrado en edad se acerco a Clávela, dándole todo los detalles pertinentes que su padre había dejado. No la había desamparado y sobre todo no tendría que volver al orfanato. Amelia se opuso a lo que escucho, pero la decisión la tenía Clávela y nadie más.