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Capítulo en secuencia, después de: "No lo pienses mucho, o nos quedamos con el botín".
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Farouh
Por la mañana, despierto algo desorientado al no poder recordar bien en que momento me dormí; ni siquiera tengo idea de lo que soñé, aunque sí recuerdo haber emitido algo en medio del reposo y haber rememorado una imagen de lo que Jees y yo, no pudimos tener.
Trato de rebuscar en mi cabeza, cualquier indicio de lo demás, que desee volver a mí, no obstante, sólo puedo reposar sobre la cama, con las palmas sobre mi rostro, viendo el techo en medio de esa negativa.
Lo que agradezco fue poder dormir, además de descansar; a pesar del ruido que intenté pasar por alto con el gorro que Scarlet me obsequió, pude cociliar el sueño, además, creo que eso también me hizo caer rendido entre las sábanas, para nada incómodas, puesto que debo admitir, que todo en el espacio, es suave para el descanso.
Durante el tiempo que ha corrido, no puedo quejarme de nada, mucho menos del hecho de no poder aceptar aún esas palabras emitidas anoche.
Me había parecido que la cena era distinta, más para conocernos que otra cosa, no pare que me dieran tan noticia, como una honra inmerecida y que de ningún modo, estuve esperando.
Sé que cuando trabajo, no lo hago por las ganancias que pueda obtener, en todo caso, mi vocación es la que toma las riendas en los procesos; no puedo desconectarme de lo que me gusta y lo que estudié por años, al igual que lo que he perfeccionado con el tiempo.
Ha sido grato para mí no haber dejado que nada me detuviera de hacer lo que amo, porque empezar es una cosa; todo el mundo puede hacerlo, el punto está en seguir, aparte de hacer de ello un estilo de vida que ames de forma constante y creo que eso es lo que he hecho.
Cuando me formé en la arquitectura, lo hice porque quería, porque siempre fue algo que llamó mi atención de niño y que no dejé de admirar, al ir por esos sitios extravagantes, de la mano de mi padre.
Creo que me enamoré de esas expresiones, de la grandeza de hacer algo así con ayuda de personas, porque la verdad estaba en que no era nada sin ellas; cada uno de los que trabajaban conmigo, le daba vida a ese sueño que una vez formulé y se hizo realidad.
Con el paso de los años, aprendí a ver lo que hacía, como algo posible y fue ese contrato, después del trabajo del aeropuerto con mi padre, lo que hizo que mi vida cayera por un precipicio, para luego tomar forma y elevarse en ese salto de fe.
La persona que me contrató, mas bien, la compañía, no quería a nadie más diseñando ese plano, a excepción de tener alguna ayuda con ingenieros o expertos, basados en el tema de la lógica y fines de construcción futura, sin involucrarlos demasiado en el proyecto, puesto que él hombre que me había confiado su deseo, solo me quiso a mí, lo que admito, me puso algo nervioso porque, aunque tuviera experiencia, siempre estaba a un lado de mi padre, por ser él quien me dio la oportunidad de vivir y amar ese mundo.
Pero, la cosa se torno diferente cuando me dejó solo; él mismo fue quien me dijo 'Hazlo', y así, sin dudarlo ni un segundo, con esa mirada firme, aunque llena de orgullo en esos ojos que siempre me vieron con amor, recibí un apretón de su mano en mi hombro y la seguridad que necesitaba para llegar hasta donde estoy ahora.
Todo lo que hice, todo lo que pasó, logró que pusiera su imperio en mis manos, que lo heredara como estaba escrito en la historia, porque con ese trabajo, también me probó para ser su sucesor.
Y si bien, en un punto paralelo, me habría gustado otro tipo de vida, un estilo menos centrado en el trabajo de estar frente a la empresa, pude manejar el hecho de recibirlo, a pesar de que pensé que no tendría mucha capacidad para seguir su legado.
Los años se encargaron de congeniar y encajar cada cosa; obtuve una estabilidad que mi esposa necesitaba, a pesar de que no la quise antes, porque prefería explorar, y ahora que veo esa óptica, aun si ya no estoy con ella, entiendo que estar afirmado en ese sitio, me hizo mantener la mirada en lo que hacía, en lo que me gustaba y de lo que he trabajado con tanta pasión, observando de lejos esos imperios, como también disfruto hacerlos.
Tal vez por eso, estos hombres decidieron darme algo así, al punto de cambiar sus planes y sus pagos, solo porque hice, en esos minutos, lo que me pedía mi vocación; fue..., algo inesperado, impulsivo, rápido, lo sé, pero había salido mejor de lo que pensé.
Me dejé llevar por lo que entendía, así como ellos se habían dejado llevar por lo que creían, supongo, teniendo que aceptar ahora, lo que todavía me estaba pegando tan dentro en esa declaración.
No he salido del reposo, pero unos toques en la puerta hacen que me ponga de pie, para abrir; al instante, veo a la joven de cabello, creo que cobrizo, que dejó su número ayer cerca de mí, por lo que la ayudo a acercar el carrito de desayuno, que me indica el fin de mi descanso y el comienzo del día.
—Muchas gracias—expido al paso que me muestra lo que tengo, viendo en sus ojos algo de sugestión; quizás espera que me diga algo sobre la noche anterior o una justificación de porqué no la llamé, solo que no sé si esté preparada para escuchar eso—. Espero hayas tenido una buena noche—la chica me observa de lleno por primera vez. Su rostro pierde la expresión básica como empleada y un poco interesada, como mujer, a una neutra en la que comprende que no tengo deseos de hacer esas cosas, que no voy a llamarla, ni a cruzar una línea que no me favorece, puesto que no tengo necesidad y tampoco es ella la que me interesa.