"La vida no es un problema para ser resuelto, es un misterio para ser vivido".
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Hana.
Termino de regar las plantas del jardín, antes de ir a la universidad. Decidí que es mejor anular las materias de mi carrera y enfocarme en la búsqueda de Max. A pesar de no tener un mes de haber regresado a estudiar siento la necesidad de hacerlo. Ami por supuesto estuvo en contra de mi decisión, a estas alturas nada me hará cambiar de opinión.
Tomo mi bolso asegurándome que pelusa tenga suficiente comida y agua, antes de cerrar la puerta. Hoy las nubes están algo grises dándole al clima un toque de frescura, tiempo perfecto para dormir y no salir de casa.
Luego de hablar con el director y responder unas cuantas preguntas del porque quiero dejar de estudiar, obtengo mi anulación de matrícula. Camino a la cafetería me encuentro con Ami en el pasillo.
— Eres una tonta — musita negando.
— Debo enfocarme en mi hermano, es mi prioridad — contesto.
— ¿Tu futuro acaso no lo es?
— Ami... Entiendo que no te guste mi decisión, pero como mi única amiga te pido que me apoyes.
Ella suspira entrecerrando sus ojos dándose por vencida.
Me siento en una de las mesas revisando el teléfono de Max. Ami se coloca en frente mío con una pequeña bolsa de papas.
— ¿Algo nuevo? — pregunta.
— Nada solo contactos, mismas imágenes. No hay absolutamente nada — suspiro resignada.
— Tranquila Edgar nos ayudara a encontrarlo.
— No sabes la depresión que siento en las noches al encontrarme sola en casa — aclaro mi voz.
Ella toma mi mano consolándome. El timbre suena por lo que ella se retira a clases, en cambio me quedo unos minutos más en la cafetería antes de retirarme de las instalaciones.
Corro en busca de una parada por refugio, ha comenzado a llover muy fuerte de repente.
Mal día para no traer paraguas.
Me adentro a la cafetería que visite el otro día, la misma chica de siempre me da la bienvenida.
Pido un capuchino y observo las gotas de agua resbalar por la gran ventana de vidrio del local. En ella dibujo una carita de un chico y una chica escribiendo "Te extraño"
— Aquí tiene su pedido — musita la chica.
— Muchas gracias... Briana — sonrío leyendo su nombre en la placa del uniforme.
Ella sonríe amistosamente dejando una pequeña toalla en la mesa antes de retirarse con la bandeja en la mano. Con la mirada me indica que me seque gesto que una vez más se lo agradezco. A la mitad de mi capuchino observo al otro lado de la cafetería al mismo sujeto que me salvo aquella noche, me levanto apresurada a seguirlo.
Lo veo ingresar en un callejón, no sé en qué estoy pensando y por qué lo estoy siguiendo, solo siento la necesidad de hacerlo. Su aura misteriosa enciende la curiosidad que existe en mi interior, la verdad no sé como explicarlo.
Ingreso por el mismo camino que él toma llevándome una gran sorpresa al no encontrarlo. Miro por todos lados en busca de una señal o una pista en donde pudo haber ido.
De repente el sonido de dos disparos se escucha al fondo del lugar, empiezo a temblar y no precisamente de frío, al fondo del callejón visualizo como una figura robusta sale de la nada.
Al principio imagine que sería él, así que decidí enfrentarlo, aunque el pánico este invadiendo mi cuerpo en estos momentos. Sin embargo, cuando la figura es más visible, todo mi cuerpo se entumece por el miedo.
No es él.
El tipo se acerca cada vez más con una sonrisa en su rostro, enfoco mi mirada en el arma que sostiene en su mano. Doy un paso hacia atrás automáticamente.
— Por favor no me haga nada — suplico.
— No puedo hacer eso, va en contra de las reglas.
Me arrincona en la pared pasando la boca de la pistola por mi mejilla, mis lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia.
— Cállate — ordena cuando un sollozo se escapa de mi boca —. ¡Dije que te callaras!
Muerdo mi labio inferior para evitar que otro sollozo salga de mi boca. Acerca su nariz a mi cuello olfateando y sus labios recorren desde esa zona hasta mi mejilla.
— Es una lástima — quita el seguro de su arma.
— No por favor, por favor...
— Lo siento.
Cierro mis ojos esperando que la bala atraviese mi cráneo.
Lo lamento Max.
Abro mis ojos al no sentir su cuerpo junto al mío, y dirijo mi mirada a una escena que me deja estupefacta.
La chica del bar quien me ofreció una toalla, se encuentra luchando con el sujeto, su habilidad y destreza en como esquiva los golpes del criminal es sorprendente. Es como si ella estuviera acostumbrada a esto. A pesar de ello, se descuida y el tipo logra golpearla en su estómago al mismo tiempo en su mejilla lanzándola a una esquina del callejón.
— ¿Te encuentras bien? — pregunto preocupada.
— Sí, no es nada — musita tocándose su abdomen —. A él no le gustara esto.
¿De qué está hablando?