El Beso de Judas

Capítulo 9

"Ser profundamente amado te da fuerzas, mientras que amar profundamente a alguien te da coraje"

🚫🚫🚫

Andrew.

— ¿No se supone que los detectives están de parte policial? — cuestiona mientras avanzamos hasta mi campo de entrenamiento.

— No exactamente, en este mundo un detective es aquel que le brinda información a la cabeza de la mafia y hace ciertos trabajos sucios.

Ella asiente de seguro procesando mi información, y así es, por el cual estoy seguro de que Shadow necesita un nuevo detective desde el momento en que Max fue capturado. Fue un estúpido al dejar que lo descubrieran.

Ahora ella deberá ingresar a este mundo, pienso mientras la observo ajena a todo, ella no sabe como este universo puedo ser el miso infierno sino aprendes a sobrevivir y protegerte tú mismo. Porque nadie lo hará, nadie te brindara su mano para rescatarte, para resguardar tu espalda, todos son egoísta en esto, incluyéndome.

Abro la puerta dándole paso a la gran sala de entrenamientos, en donde tenemos un apartado de defensa personal, de puntería, y lecciones al manejo con cuchillos.

— Esto es...

La interrumpo — Increíble ¿Cierto? — sonrío detrás de ella.

— Iba a decir terrorífico — masculla observando las armas y navajas.

— ¿Por qué? Este es mi paraíso.

— Si, claro — observa todo a su alrededor cuidadosamente.

Me acerco a la estantería en donde colocamos todas las armas para el entrenamiento, tomo una Desert Eagle y se la entrego en sus manos, a lo que ella se asusta y la deja caer al suelo de inmediato.

— Cuidado, esta cargada — se la extiendo.

Con manos temblorosas la toma —. Dijiste que no sería una asesina.

— Debes aprender a defenderte cuando la situación lo amerite, y si eso implica asesinar a alguien, lo harás — determino con voz firme.

La toma de la mano y la coloco delante de mi en dirección al blanco.

— Ahora deberás apuntar en el centro y cuando lo hagas apretaras el gatillo sin dudar — susurro en su oído colocando mis manos en su cintura.

Ella cierra sus ojos al momento que jala el gatillo, el ruido del arma inunda por toda la habitación, observo en donde ha parado la bala y está a dos líneas arriba del centro, nada mal para alguien que esta aprendiendo a sostener un arma por primera vez.

— Abre los ojos.

Ante mi voz seria y fría hace lo que le pido y observa en donde a disparado, veo en sus ojos satisfacción al ver que no ha estado muy lejos, algo que no me sirve y que en cualquier momento podría estar muerta.

— Yo que tú no me alegraría — mascullo —. Con esa porquería ya estarías muerta. Necesitas practicar más.

— No me culpes, es mi primera vez en esto.

— He conocido a muchas chicas como tú, y créeme lo hacen mejor,

— Eres un idiota — grita enojada caminando hasta la puerta —. No necesito su miserable ayuda, ¡Me largo!

Si piensa que iré detrás de ella esta equivocada, no suelo correr detrás de las chicas, no es lo mío, si ella quiere morir buscando a Max en una lucha sola con lo Góluvek mi más sentido pésame.

Limpio el arma colocándole de regreso a la estantería, apago las luces y salgo al pasillo encontrándola sentada en el suelo con su cabeza entre sus piernas. Paso de largo por su lado y entonces la escucho sollozar.

— Lo siento Max — murmura —. Lo siento tanto, hermano.

De alguna razón sentí pena por ella, algo que no me puedo permitir en ningún momento, fui entrenado a temprana edad a no sentir nada. La ultima vez que lo permite todo se fue a la mierda.

— Levántate — musito frente a ella.

— Lárgate.

— No quiero que ensucies mi piso, levántate — ordeno nuevamente.

Ella me observa con sus ojos llenos de lágrimas, los cuales se limpia con brusquedad mientras se pone de pie.

— Eres un maldito capullo — suelta caminando hasta las escaleras, en donde la toma del brazo deteniéndola.

— ¿Qué dijiste?

— ¡Suéltame!

— Repítelo — insisto pegándola más a mi pecho cuando intenta soltarse.

— Eres un capullo de mierda — exclama, por alguna razón sus palabras me causan gracia.

Es como ver a un dulce conejito intentando ser un feroz leopardo, algo totalmente imposible. Sin embargo, me tomo la molestia de admirar sus ojos, ese color verdoso es muy hermoso, a pesar de que en estos momentos estén rojos por su llanto, pero eso no le quita lo cautivadores que son.

La suelto cuando de sus labios sale un pequeño gemido de dolor, no me había dado cuenta que la estoy apretando demasiado.

— ¿Estás bien?

Ella no me responde esquivando mi mirada.

— Escucha, si quieres que encontremos a Max, deberás hacer lo que yo te diga y eso implica soportar mis malas críticas.

— ¿No eres mi padre sabes?

— Tampoco es mi deber ayudarte, pero tenemos un trato — recuerdo lo del sobre —. Tenemos un mes de entrenamiento, por el cual deberás mudarte aquí.



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En el texto hay: misterio, traicion, amor

Editado: 31.03.2019

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