"Lamentarse es una pérdida abrumadora de energía, no se puede construir nada sobre eso, sólo sirve para revolcarse."
🚫🚫🚫
Hana.
Han pasado ocho meses desde la desaparición de mi hermano, la policía ha decidido dar el caso por cerrado al no recibir suficientes pruebas que especulen el motivo de su desaparición. Indignada les grite cuan corruptos e inservibles podían llegar a ser.
De qué sirve que existan los departamentos policiales si no saben cumplir su labor para ayudar y defender a la sociedad.
Las vacaciones están agotándose así que decidí tomarme un descanso en la universidad, los fondos monetarios no me alcanzan para la matrícula y la beca apenas cubre una parte. Semanas atrás conseguí trabajo en una pequeña librería, pero tome la decisión de renunciar, el hijo de mi jefe era un pervertido acosador y trato de aprovecharse de mí.
Si describiera mi estilo de vida en estos momentos seria: depresiva y agotada. Pensar en mi hermano me afecta demasiado, extraño sus bromas, sus regaños y sus celos cuando traía algún compañero a casa.
La casa se siente totalmente sola sin su compañía, la cena ya no es la misma, la soledad abruma a mi alrededor envolviéndome en una burbuja sin escapatoria alguna al sentimiento de una perdida.
Cada noche camino hasta su habitación recostándome en su cama. “Roko” se acuesta en mi estómago, ha sido mi única compañía en estos tiempos oscuros. Recuerdo como lo encontré en la calle abandonado en una caja bajo la lluvia. Mi corazón se hizo pequeño cuando lo vi, amo los animales y verlo indefenso fue mi impulso para adoptarlo.
Desde ese instante y hasta ahora es mi único familiar, el cual no me gustaría perder.
Me estremezco al sentir el aire frío proveniente del exterior, me levanto dejando al cachorro en la cama mientras cierro la ventana. En la pequeña mesa de noche visualizo el teléfono de Max, una vez más lo tomo revisando la galería, varias fotos en donde salimos de pequeños junto a nuestros padres y otra en el parque de diversiones, esa fue la última foto que nos tomamos. Esto es una tortura que no puedo evitar.
Inspecciono más en su teléfono llegando a los mensajes por primera vez.
Edgar.
¿Tienes los papeles?
Maximiliano se dieron cuenta.
¿Dónde tienes los malditos papeles?
Están buscándote.
Número desconocido.
Este jueguito tuyo te saldrá muy caro.
Empecé a leer los demás mensajes, todos hablaban sobre entregas y no precisamente de café como pensé, se trataba de drogas. Cubro mis labios cuando siento la necesidad de vomitar, sacudo mi cabeza negándome a imaginar que mi hermano estuviera metido en estas cosas ilegales y peligrosas.
Desesperada por descubrir que esto sea un juego sigo revisando hasta dar con particular mensaje que deja a mi cuerpo completamente helado.
Bienvenido a la mafia Góluvek.
Esto es imposible, pienso.
Llevo mis manos para ahogar un grito de horror. ¿Mi hermano, Maximiliano metido en la mafia? Tiene que ser una maldita broma de mal gusto. Mis lágrimas no tardan en recorrer por mis mejillas junto con un sollozo desgarrador que sale de mi garganta, siento como mis piernas se debilitan y caigo al suelo.
¿Por qué hizo eso?
¿Por qué buscar en la mafia?
¿Acaso viví siempre en una mentira?
De pronto todo a mi alrededor comienza a dar vueltas, visualizo a Roko pasearse de un lado a otro antes de que todo se vuelva oscuro.
☢☢☢
Me desperté con un dolor intenso en mi espalda, el frío del suelo se siente a través de las palmas de mis manos, desorientada me levanto observando la hora en el reloj de la pared, son exactamente las doce del día, bajo la mirada observando como pelusa acaricia con su cola mi pierna ronroneando, a su lado se encuentra el teléfono de Max, entonces recuerdo lo sucedido.
— Mafia Goluvek — recito las palabras con un sabor amargo.
Minutos después suelto un suspiro observando el lugar, me encuentro afuera de la cafetería “Coffee and gourmet” debatiendo en si entrar o simplemente dejarlo pasar, la campana de la puerta suena cuando ingreso al fin decidida, una chica con un delantal en su cintura me da la bienvenida amablemente.
— Bienvenida a “Coffee and gourmet” — Saluda —. Puede tomar asiento — señala una de las mesas, cosa que niego inmediatamente.
— Quisiera hablar con la encargada de este lugar.
— En seguida la llamo — espeta extrañada.
Espero unos minutos, cuando una señora aparece con una gran sonrisa en su rostro.
— Buenos días señorita, soy la encargada del local ¿En qué puedo ayudarla?
— Buenos días, quería hacerle una consulta — asiente —. ¿De casualidad no se encuentra Maximiliano Hall? Él trabaja aquí hace varios meses.
— Lamento informarle que se habrá confundido de lugar, aquí no trabaja ningún Maximiliano Hall — informa —. No hemos recibido personal desde hace dos años.
Siento que mi cuerpo desfallecerá en cualquier momento, me sostengo en una de las mesas para no caer al suelo.
— Entiendo — sonrío —. Me disculpo por las molestias.
— No hay problema, cuídese — Me retiro del local sosteniéndome de las paredes.
Entonces ¿Todo fue una mentira?, todo este tiempo viví engañada. Recuerdo perfectamente ese día cuando pasamos por este lugar y él me dijo que comenzaría a trabajar en este café la siguiente semana.
¿En que estabas pensado Maximiliano?
De regreso a mi hogar, pienso en las posibilidades en que mi hermano ha sido raptado por los de la mafia. Esos mensajes amenazantes no me cabe la menor duda que esa organización estaba detrás de esto. Sin embargo mi hermano no fue el único, un tal Edgar sabía lo que mi hermano había hecho.