El salón zumbaba con la familiaridad y la comodidad de un día solo para chicas. Luna, su madre, Aurora, Elara y Abigail estaban acurrucadas en los sofás, envueltas en mantas suaves, con un cuenco gigante de palomitas de maíz estratégicamente ubicado al centro.
La pantalla del televisor mostraba los clichés encantadores de una comedia romántica particularmente cursi, aunque la atención a menudo se desviaba hacia conversaciones más jugosas y personales.
"¿Y cómo te fue con Rhysand anoche?" preguntó Luna con una sonrisa pícara, sus ojos brillantes de curiosidad.
Aurora se sonrojó ligeramente. "Digamos que la chimenea no fue lo único que crepitó," respondió con una risita cómplice, lanzándole una mirada significativa a Luna.
Abigail, siempre dulce y un poco tímida, sonrió suavemente. "¿Arick es romántico?"
"A su manera," respondió Luna con una sonrisa cariñosa hacia su hermano. "Puede ser un poco torpe, pero su corazón es enorme. Anoche me contó una historia sobre la primera vez que vio nevar... fue bastante tierno."
La conversación fluyó hacia las intimidades de sus relaciones, con risas y suspiros compartidos. Cuando Carolay mencionó algo sobre la naturaleza apasionada de su esposo en su juventud, Luna hizo una mueca exagerada.
"¡Mamá! No quiero escuchar detalles sobre mi papá... ¡Por favor!" exclamó con una cara de indignación divertida, provocando las risas de las demás.
"Ay, hija," respondió Carolay con una sonrisa traviesa. "Solo digo que el amor siempre encuentra su camino... de una forma u otra."
"Me pregunto qué estarán haciendo los chicos," comentó Abigail, mirando hacia la ventana donde la luz del sol comenzaba a declinar.
"Seguro algo de hombres," respondió Aurora con un encogimiento de hombros. "Probablemente en el bosque, haciendo vete a saber qué cosas de alfas."
En ese preciso momento, una ola de náuseas revolvió el estómago de Luna. Se levantó de golpe, llevándose una mano a la boca, y corrió hacia el baño más cercano. Las demás la miraron con preocupación antes de seguirla rápidamente.
Luna se arrodilló frente al inodoro, expulsando violentamente todo lo que había comido. Su madre, con una preocupación palpable en su rostro, se arrodilló a su lado, apartándole el cabello de la frente con una mano suave y acariciándole la espalda con la otra.
Cuando la arcada finalmente cesó, Luna se apoyó en el frío azulejo, sintiéndose exhausta. Al intentar levantarse, una punzada de mareo la obligó a agarrarse del brazo de su madre para no caer. Las demás mujeres llenaron el pequeño espacio del baño, sus rostros reflejando una creciente inquietud.
"¿Estás bien, cariño?" preguntó su madre con voz suave.
"Solo... un poco mareada," murmuró Luna, apoyándose en su madre.
Carolay la miró con una sonrisa tierna y misteriosa. "Creo que sé lo que te pasa, mi niña."
De vuelta en el salón, Carolay ayudó a Luna a recostarse en un sillón suave, rodeándola con una manta. Las demás se sentaron a su alrededor, sus ojos llenos de una curiosidad expectante.
"Luna, ¿desde cuándo te sientes así?" preguntó su madre con suavidad. "¿Y cuándo fue la última vez que... tuviste tu período?"
Luna frunció el ceño, tratando de recordar. "Hace unos días que me siento un poco rara, con náuseas y cansancio, pero pensé que era por la comilona de Navidad." Se quedó en silencio por un momento, sus ojos vagando mientras hacía cálculos mentales. Dos semanas de retraso. Con todo el ajetreo de las festividades y la visita de su familia, se le había pasado por completo. Una oleada de comprensión la inundó.
Sus ojos se abrieron con sorpresa. "Estoy... estoy embarazada," susurró, llevándose una mano a su vientre plano.
Un grito ahogado de alegría resonó en el salón. Aurora fue la primera en abalanzarse sobre ella, abrazándola con entusiasmo. "¡Luna, felicidades!"
Elara y Abigail se unieron al abrazo, sus rostros radiantes de felicidad. Sarah sonreía con una ternura maternal, sus ojos llenos de lágrimas de alegría.
"¡Un bebé! ¡Vamos a tener un bebé en la manada!" exclamó Aurora, dando pequeños saltos de emoción. "Tenemos que llevarte al médico de la manada ahora mismo."
"Sí, sí, iremos," respondió Luna, sintiendo una calidez maravillosa extenderse por todo su cuerpo. "Pero... Arick no puede enterarse todavía." Una sonrisa feliz se dibujó en sus labios mientras acariciaba suavemente su vientre, imaginando el hermoso futuro que les esperaba. El día de chicas había tomado un giro inesperado, lleno de un secreto dulce y la promesa de una nueva vida.
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Editado: 13.07.2025