El beso del Fantasma

Su nombre

Me quedé aturdida sentada en aquella silla mirando para todos lados, Janeth me dio un tirón por él brazo llevándome a rastras con ella, Íbamos corriendo por los grandes y largos pasillos de aquella organización, como si el mundo se estuviera acabando, me enrede con mis propios pies y caí al suelo sentí un dolor en la pierna derecha, la chica de cabellos rubios junto con Janeth me ayudo a levantarme del suelo.

—se que este no es un buen momento para presentaciones, pero me llamo Lía, mis amigos me llaman Ling Ling, así que considérate afortunada y llámame como quieras.– aquella rubia se adelantó dejándome atrás con Janet que corría a mi ritmo para no dejarme sola. Era muy lenta.

Llegamos a un gran portón, que se abrió por unos sensores de movimientos, una luz cegadora llenó nuestros ojos, parpadee varias veces para poder recuperar la vista, un sonido retumbó en mis oídos, al igual que unas grandes luces se aproximaban a mí, sentí un gran jalón por mi brazo derecho, recupere la vista totalmente y me di cuenta de que estaba en una carretera, rodeada de árboles, era de noche y estaba oscuro, aquel sonido que escuche era el sonido de un camión de carga al parecer estaba en medio de la carretera e iba a ser atropellada pero alguien me salvo.

— ten cuidado niña.– aquella voz ronca era inconfundible. Era el chico de cabellos rojos quien me había salvado de aquel camión.
—lo siento.– baje la mirada tratando de no chocar con la suya.

Nos adentramos en aquel bosque cubierto por la oscuridad. El olor a tierra mojada inundo mis fosas nasales. Las plantas estaban ligeramente rociados por la pequeña llovizna que había caído, a medida que nos introducimos en el bosque las plantas rozaban mi piel haciendo que esta se erizara por el tacto suave y mojado.

La oscuridad que cubría el bosque fue desapareciendo lentamente por la luz de la luna. En medio de algunos árboles habían pequeñas telarañas con rocíos los cuales brillaban como pequeños diamantes  por la iluminación de la  hermosa luna llena que había esa noche.

Las pequeñas y débiles ráfagas de viento que había producían un sonido suave y musical que de cierta forma me hacía sentir relajada y segura. A la distancia se escuchaban los cantos de algunas  aves nocturnas que habitaban allí. Mientras más nos adentrabamos en aquel bosque los cantos de las aves y el sonido del viento iban desapareciendo lentamente.

Después de un largo tiempo de caminata llegamos a lo que creo era el corazón del bosque. Me detuve por unos segundos. Fije la mirada en el chico del tatuaje del dragón, caminó por un pequeño espacio parecido a un delgado y largo camino que se abría paso a través de los grandes árboles que habían allí.

Se detuvo por un momento. Parecía observar el lugar en el cual nos encontrábamos, su piel quedó iluminada por la luz de la luna haciendo lucir su piel blanca y suave como la porcelana, sus ojos tenían un brillo intenso parecido al de una llama flameante la cual no se extinguiría, haciéndolo lucir como una figura fantasmagórica que deambulaba por aquel bosque lleno de vida sin rumbo alguno.

Me quedé un poco más atrás para poder observarlo con  más atención. Una pequeña gota de agua tocó mi mejilla, haciéndome dirigir la mirada hacia el cielo nocturno. Esas pequeña gota de lluvia se convirtió en miles de gotas que caían desde el cielo provocando un suave sonido al chocar con las plantas que habían. Había iniciado una pequeña llovizna. Todo se había quedado en silencio el canto de las aves habían desaparecido dejando solamente el suave sonido de la lluvia.

Aquel hermoso cielo nocturno iluminado por la luna había oscurecido al igual que lo hizo el bosque, de repente se escuchó un estruendo al mismo tiempo que el cielo quedó iluminado por un relámpago. Una espesa niebla surgió como si estuviera buscando alguna señal de vida y no la encontraba. La niebla empezó a ponerse cada vez más espesa hasta que llegó un punto dónde casi no podía ver nada.

— es aquí.– el chico del tatuaje detuvo a los demás llamando su atención y haciendo que estos lo miraban.— es aquí.– repitió con voz grave  y ronca.

La pequeña llovizna que había en aquel momento se convirtió en una tormenta. El viento ya no producía un sonido calmado, si no, que ahora producía un sonido de enojo y desesperación.

La voz de Janeth se escuchó a una corta distancia, ella gritaba mi nombre, miré a todos lados pero la fuerte lluvia y la niebla no me dejaban ver claramente.

—CUIDADO.– caí al suelo dándome un fuerte golpe en la cabeza intente levantarme del suelo, pero estaba aturdida, mi vista estaba borrosa y no entendía lo que estaba pasando, de repente empecé a escuchar susurros, todo empezó a dar vueltas, me levanté del suelo e intente mantenerme en pie pero fue inútil.

El piso estaba resbaladizo. Un intenso frío recorrió todo mi cuerpo haciéndome temblar, mi respiración se entrecorto y empecé a temblar bruscamente. Aún seguía aturdida. Empecé a sentir un ardor en mi muñeca derecha y un dolor inmenso surgió en esta. Algo me había tomado por mi brazo derecho y empezó a sacudirme como si de un trapo se tratara, intente pedir ayuda pero mi voz no salía, solo podía escuchar ruidos como si alguien estuviera peleando con algo sobrenatural.




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