Tiempo

“¿Qué lugares conoces querido fruto de casualidades?
Apostaría que no serías capaz de recordar todos y que en la mayoría has vivido experiencias normales; si eres un mortal, claro.
¿Pero qué pasaría si te dijera que hay un lugar al norte de la tierra del olvido, al este de la garganta del mundo, sobre los feudos de la abnegación en el cual muchas veces lo normal se torna anormal y la magia es de vital importancia para los menesteres de sus habitantes?

Suena descabellado, pero solo aquellos quienes valientemente se entregan a mí, lograrán desentrañar los secretos de aquel extraño reino; ese reino llamado Arcanium, tierra de hechizos y encantamientos el cual ha sido gobernado por años por un linaje de hechiceros que se remontan a la misma creación de la magia, solo los indómitos y realmente sabios pueden conocer y desentrañar los misterios del gran Arcanium.”

La señorita White leía con absoluta parsimonia y entrega aquel texto de ese libro raído a sus pequeños alumnos de tercer grado

-Se...señorita Whi...whi...white- La interrumpió la secretaria de la directora Evans.

-Dígame que se le ofrece señorita Shin- Ripostó extrañada Anne White

-La di...directora n…n.…necesita que venga a su despacho con u.…ur...urgencia.

La señorita Anne salió de su salón y se dirigió junto a la raquítica señorita Shin hacia la oficina de aquella arpía que se hacía llamar señora y sentía como su alma se desgarraba sin razón aparente por cada paso que daba.

Al llegar a las puertas del fondo del pasillo vio que la señorita Shin abrió la puerta y se quedó paralizada como animal disecado.
Anne Sentía el olor Dalias que le recordaban a su infancia mientras entraba y sintió como se posó tras ella una extraña figura.
Al notar que la habitación estaba bajo un hechizo de parar el tiempo agarró un candelabro de plata y con un golpe certero asestó contra el aire cuando extrañamente no se podía mover.

- ¡Mamá! - Dijo asustada Anne.

-Me extraña que me recibas con un golpe hija de judas, pero temo avisarte que la plata sólo daña las hadas- Dijo sarcásticamente Argénida Whithe vestida con un traje verde impoluto y una corona ducal mientras tenía una expresión de abnegación

-No nos vemos en 50 años y te apareces de la nada como si fueses a asesinarme- Decía Anne mientras abrazaba alegremente a su madre.

-Temo avisarte Anne que si ocurrirá un asesinato- exclamaba en llanto siendo abrazada por Anne la Duquesa Argénida

-Ma.…madre, que ha pasado-

-Acaban de citar a tu padre al tribunal imperial mágico, lo...lo van a condenar a muerte- Anne miraba como su madre le explicaba que su padre había sido encarcelado por órdenes del vicario imperial con el argumento de que había asesinado al emperador de Ávalon.
Consternada Anne gritó-¡Papá nunca haría algo así!.

-Yo lo sé Anne y por ello vengo a pedirte que vuelvas a casa a salvar a tu padre, no tenemos otro heredero y destituirán a tu padre para poner a los Strange-

-¡los Strange! no, los Strange no pueden heredar el trono mamá, los Strange llevan Eones intentando perturbar el trono y la corte lo sabe-
-Han pasado cientos de cosas en 50 años y una de ellas es que el vicario del emperador es un Strange y no se me hace nada raro que él hubiera asesinado al emperador y decir que fue tu padre y proclamarse emperador. hija necesitamos que vuelvas a Arcadia y tomes el trono de tu padre-

-No volveré a Avalon ni aunque mi vida dependiese de ello. Dile a María Beatriz, a ella, a tu hija favorita que luche por el trono, dile a ella a la que defendiste, aunque sabías que era la equivocada, a la que le confiaste el secreto de la magia y lo usó en tu contra y aun así creíste que había sido yo, no a una traicionera, no a una maldita por la oscuridad como me dijiste un día

-Pe.…pero hija hice lo mejor que pude haber hecho, yo protegí mi reino a toda costa, pero ustedes saben que yo las amo, además María Beatriz es incapaz de gobernar, ni siquiera es buena para la magia- Dijo Argénida mientras tocaba la cara de su hija

-Eso debiste pensar antes de encerrarme en esa torre por años. ahora hice mi vida y lo logré sin magia !lo he logrado sin tú y ahora mismo te agradecería que desaparecieras de aquí y de mi vida! no te necesité hace 50 años y no te necesito ahora- 
 -Hija...yo te amo- dijo Argénida mirando con desaprobación a lo que quedaba de su hija

-Eso debiste pensar el día que me encerraste en una torre y desapareciste, ahora lárgate-
-Adelante, hazme el hechizo de teletransportación y envíame a casa, hazlo. te quiero ver hacerlo- Exclamó sarcásticamente Argenida mientras Anne le decía que no con la cara

-Tunnin Interruptus-murmuró Argénida mientras batía sus manos y de sus dedos salía humo verde-Parece que las suposiciones de Maria Beatriz y yo resultan ser ciertas; perdiste tu magia y ahora mismo me voy, pero no olvides que te lo advertí-

-Destierrum Argas- Hechizó argénida mientras desaparecía en una nube de humo verde y de aquel olor a dalias solo quedó la amarga loción de la señorita Evans-

El tiempo se había despausado y el cuerpo de la directora cobró vida

-Señorita Anne me puede decir que es tan importante que no está dando clase. - Exclamó con furia y su acento ruso la baja y rechoncha directora Evans.

-Nada, ya me iba- Exclamó White y se fue a seguir con su clase mientras recordaba aquellas tardes que pasaba llorando encerrada en su torre.

Doblando el pasillo se encontró con Jhoon Gluck, el profesor de deportes, si hubiera podido elegir, preferiría no haberlo conocido y mucho menos trabajar con él; todos los días en la mañana al verla, él le exclamaba que era un excelente día para ser feliz. ¿El creía que estaba triste o qué?, adicionalmente no perdía un minuto que no tuviera clases para buscarla y hablarle sobre el partido anterior, sobre el entrenamiento o sobre esa clase de cosas que un deportista cree que les gusta a las mujeres, también se despedía cada día diciéndole que el día siempre terminará bien desde que la haya visto.