Los padres de Alec
Bailey
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La habitación de Megan es pintoresca con tonos de negro y lila, decoraciones ordenadas en estantes con iluminaciones estratégicas que te invitan a tomar asiento y leer un buen libro. Metiéndose en una de las dos puertas lilas Megan busca algo hasta que sale con una sonrisa enorme en sus labios.
– Tienes suerte – alza la ropa que tiene en sus manos – Creo que esta ropa es de tu taya – dándome la ropa en la mano me guio por el pasillo hacia un enorme baño con una tina de agua caliente con espuma me estaba esperando.
– Gracias Megan, no quiero seguir molestando, pero... pueden llamar a mi papá es el sheriff – la castaña asintió y me dejo sola en el enorme baño blanco con decoraciones en dorado y negro.
Dejando la ropa limpia sobre la encimera del lavado, me quito la ropa sucia. Viéndome en el espejo noto cortes en mis brazos y piernas de seguro me los hice al escalar el muro y con la adrenalina no sentí nada. Con el agua de la tina sentí un poco de ardor en mis heridas, pero fue pasable. Me duche rápido y entre en calor enseguida pero aún estaba temblando un poco por lo que paso en mi casa. Fui una cobarde o una completa insensata por bajar en lugar de encerrarme en mi habitación como me había dicho papá que hiciera en situaciones como esta.
Forzándome a no llorar salgo de la tina secándome con la toalla que me dejo Tala preparada y quito el tapón de la bañera. Me coloco la ropa interior que me dio Megan que hasta tiene la etiqueta puesta. Cuando venga a regresar su ropa le traeré un conjunto nuevo, ella fue muy amable conmigo. De la ropa que me dio me puse un jean negro rasgado en los muslos y una camisa a cuadros de leñador. Estoy colocándome mis pantuflas cuando alguien llama a la puerta.
– Un segundo – recojo mis cosas y la toalla que me dieron prestada, al abrir veo a Tala con un casto y ella me quita mi ropa para ponerla dentro de este.
– En cuanto este limpia le diré al joven Alec que se la alcance joven Bailey – no me dio tiempo a objetar porque ella me hizo salir del baño para llevarme a la planta baja. – Ve a la sala yo le diré a mi compañera Dora que te lleve algo de chocolate caliente – obedeciendo a sus palabras camine entrando a la sala donde se encontraban los señores Bann, sus dos hijos y un muchacho que no conocía, pero de algún lado su rostro me resulta familiar.
– ¿Te encuentras mejor linda? – bajando su taza la madre de Alec me sonríe indicándome que me siente.
– Si señora Bann muchas gracias por dejarme estar aquí y usar su baño – mis mejillas estaban tenidas de rojo, pero aun así me senté alado de Alec.
– Por favor no me llames señora Bann esa es mi suegra solo dime Elena – alego la mujer risueña tomando otro trago del contenido de su taza.
– ¿Quieres contarnos que paso? – con voz pausada, pero sin perder su tono varonil hablo el papá de Alec. Yo no sabía que contestar, pero el brazo que el castaño a mi lado logro pasar por detrás de mis hombros sin que me diera cuenta acaricio con su mano mi espalda. Eso me dio algo de confianza que desde que llegue a esta casa parecía que la había perdido por completo.
– Si – tome una bocanada de aire y hable – Estaba en mi habitación cuando escuche como algo se rompió en la planta baja. Mi padre jamás deja nada abierto y Jade mi gata estaba conmigo. Decidí bajar con mi bate a oscuras sé que estuvo mal, pero tenía que ir a investigar. Al llegar a la planta baja escuche voces que provenían de la oficina de mi papá. Hablaban sobre un caso en que estuvo trabajando mi papá y en el cual el alcalde lo presiono mucho. Ellos no notaron mi presencia hasta que no sé cómo mi bate se cae al suelo y antes de que los ladrones reaccionen salí corriendo. – muerdo mi mejilla interna viendo como cuatro pares de ojos me observan incrédulos.
– ¿Bailey estas bien? – detrás de mi escuche la voz de mi padre y como si el sillón quemara me levante de un salto. Mi padre traía cara de preocupado y su uniforme aun puesto acompañado de dos policías más. Corrí a sus brazos como cuando era niña y él llegaba a casa para recibirme con un abrazo de oso.
– Estoy bien papá, perdón, perdón, perdón – suplique cuando nos separamos uniendo mis manos y haciendo un leve puchero. – Se que debí encerrarme en mi habitación y llamarte, pero tenía que ver si de verdad entraron a casa o solo fue que olvidaste cerrar una ventana. – volviéndolo a abrazar me siento pequeñita entre sus brazos. – Lo siento – quería volver a casa y enterrarme bajo las sabanas para olvidar lo que paso esta noche.
– Hija hablaremos de esto mañana estas muy alterada ahora princesa – con voz calmada mi padre me abrazo fuerte y me libero para ver a los señores Bann. – No sé cómo agradecerles que ayudaran a mi hija, Aaron y Elena estoy en deuda con ustedes – mi papá les estrecho la mano a los padres de Alec que le sonrieron cordiales y continuaron hablando entre los tres.
Di un paso hacia atrás chocando con uno de los oficiales que me coloco una manta en mi espalda. Le agradecí con una sonrisa y volví a mirar al frente donde Alec me devolvía la mirada. Mordí mi labio inferior agachando mi mirada desde que llegue a esta casa no podía dejar de pensar en porque salí huyendo y termine aquí.
– Señorita Bailey aquí le traje su chocolate – Tala me saca de mis pensamientos y me tiende una bandeja donde traía una taza blanca. La tome escondiendo mis manos en las mangas del buzo.
– Gracias – esta mujer me hace recordar mucho a mi abuela paterna, dan ganas de abrasarla.
– Sopla antes de tomar esta caliente – mirando por encima de mis cejas veo a Alec con una sonrisa y maldito sea se ve sexy sin siquiera intentarlo.
Alec
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Al día siguiente en el instituto Bailey volvió a ser la chica segura que tanto conozco. Guardaba algunas cosas en su taquilla estando tranquila como si el suceso de anoche no hubiera ocurrido. En cuanto cerro su taquilla la vi saltar por verme y también pude ver como su puño fue directo hacia mi brazo. Tiene fuerza.
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amor a la bestia, chica independiente, hombres lobo cazadores y vampiros
Editado: 12.06.2021