Bienvenida al mundo
Bailey
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Una nueva arcada me despertó con los buenos días, desde hacía un mes no había dejado de vomitar durante las mañanas y era algo completamente normal para mi primer trimestre de embarazo. Solo esperaba que esto no me acompañará durante todo el embarazo, estaba siendo realmente horrible esto de las náuseas y cualquier olor que me desagrade me hacía vomitar. Todas dicen que un embarazo es lo más lindo para una mujer que quiere pasar por esto, pero no olvidemos los malestares, las molestias que comienzas a tener y el vómito. Creo que esto es lo que más me desagrada de mi embarazo, después es todo nuevas experiencias, aún no se ha movido porque es muy pequeño, pero si tengo algunos dolores en las noches de luna llena. Alec dice que es porque su lado de lobo quiere hablar con la luna, la mamá de mi esposo dice que es porque su lado lobo está creciendo y que si me duele mucho solo debo enseñar mi vientre a la luna dejará de dolerme.
Cepillo mis dientes buscando quitarme el gusto amargo del ácido estomacal, reteniendo las arcadas que me produce el cepillo de dientes al pasarlo por la lengua. Detrás de mí apareció mi esposo besando mi hombro desnudo y luego pasando su mano por mi vientre, señal de buenos días para el bebé. Escupo el exceso de espuma y me enjuago la boca viendo a Alec quitarse la ropa para meterse al agua, las hormonas del embarazo me tenían más deseosa de lo normal y solo hizo falta ver la espalda desnuda de mi marido para que algo se encienda en mí. Quitándome mi camisón, camino detrás de Alec abrazándolo de su torso desnudo, presionando mis pechos contra su espalda él se dio cuenta de mis intenciones.
— ¿Bailey está segura de que no le hará daño al bebé? – cuestiona él tomando mis manos para llevarlas a su boca y besarlas. Entendía su temor estuvimos casi dos años pensando en si tener hijos o no y cuando finalmente logramos decidirnos no tardamos mucho en quedar en cinta, pero mi amiga Angelic tuvo un aborto espontáneo y Alec se preocupó muchísimo por mí.
— Sí, no le haremos daño y ayudará al momento del parto el médico lo recomienda – ronroneo contra su cuello dejando unos besos desparramados por su espalda, pasando mis manos por su torso desnudo y Alec termina cediendo. Nos quitamos la poca ropa que llevamos puesta y nos metemos debajo del chorro de agua tibia.
Beso a Alec con deseo y ternura, mientras sus manos acunan mi cuerpo con delicadeza para que no me recueste contra los azulejos fríos. Besa mi cuello, Alec paseo sus manos por mi cuerpo hasta llegar a mis piernas y me levanto haciendo que rodeara mis piernas en su cintura. Las caricias de mis manos por su cuerpo continúan y sus manos calientes aprietan mis piernas haciéndome soltar un jadeo, Alec es fuego y yo soy la pólvora que lo hace estallar. Un recorrido de besos hacen que el momento sea aún más especial, como tantas otras veces, entre los brazos de Alec me siento, amada, protegida y cuidada.
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Miro los distintos diseños de mis empleados y los voy evaluando, la siguiente colección está a la vuelta de la esquina y quería dejar todo preparado antes de que naciera mi bebé. Debí haberme tomado la licencia cuando cumplí seis meses, pero no puedo dejar la empresa en manos de mis colegas, hacen bien las cosas, pero a mí me gusta supervisar cada diseño de manera presencial. No estaba encargándome de muchas cosas, había delegado mucho a mis demás compañeros y ellos me recordaban muchas veces permanecer tranquila por el bien de Willow. Con Alec íbamos a tener una preciosa niña, yo estaba radiante de felicidad y Alec no podía ocultar la emoción que le causaba saber que sería padre de una princesa. Mis padres y suegros están que no pueden más con las ansias de conocer finalmente a la primera nieta de ambas familias.
Ordeno algunos cambios mínimos en la colección y pido que saquen nuevas fotografías con algunos modelos que usaremos para promocionar el desfile. Mi asistente anota todo cuando siento que me hice pipi, me estaba pasando muy seguido el orinarme sin darme cuenta de que tengo ganas de ir al baño. Pero cuando quise ver aquel líquido un fuerte dolor me hizo doblarme del dolor, de inmediato todos los que estaban a mi alrededor comenzaron a alarmarse. Todos ordenaban llamar a los paramédicos y que acababa de romper la bolsa que Willow venía en camino que llamaran a Alec. Comencé a respirar como en las clases de parto me enseñaron, logré con la ayuda de uno de los muchachos sentarme en una silla y solo me restaba respirar y contar los minutos entre cada contracción.
— Que alguien le avise a mi padre – digo entre jadeos de dolor y cansancio, acababa de perder el tapón mucoso en mi empresa y encima de todo estaba sola. Rodeada de personas que son mis empleados, pero necesito tener a Alec a mi lado, a mis padres saber que todo iría bien, estaba aterrada y no podía con toda esta presión. — ¿Dónde mierda está Alec? – hable entre lágrimas mientras continuaba respirando y me sostenía del brazo de uno de mis empleados que amablemente me estaba acompañando.
— Está viniendo la ambulancia en camino, el señor Bann no contesta – responde mi asistente muy alterada, pero solo verla así me hace alterarme más a mí. Quiero decir algo más, pero no puedo porque una nueva contracción aparece y no puedo evitar soltar un alarido de dolor.
Los paramédicos no tardan mucho en llegar y soy llevada en ambulancia hacia el hospital del pueblo, fui acompañada por mi asistente a quien le pedí que fuera conmigo en la ambulancia no quería ir sola. Entre dolor por las contracciones llegué al hospital donde me hicieron ingresar en un cuarto y esperar a que llegara la partera. Le volví a pedir a mi asistente que contactara con mi esposo, necesitaba que viniera y me trajera los bolsos que teníamos preparados desde hace un par de semanas esperando este momento.
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Editado: 12.06.2021