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El sonido de los latidos de su corazón rivalizaba con el sonido del galope de los caballos, ambos retumbaban con fuerza en sus oídos y su respiración se hacía más rápida.
Le tocaba ir sentado junto al cochero, es decir, fuera del carruaje mientras se dirigían con toda velocidad a la torre oeste donde habían capturado al grupo de Humanos que el Héroe había mandado para analizar el área.
Claro antes de ser capturados.
La mayoría de soldados estaban nerviosos, no solo por el hecho de que eran aventureros capacitados que habían acabado con miles de sus razas, sino porque la torre Oeste era la más cercana al castillo ¿Tan cerca estaba ya el Héroe? Los preparativos de guerra empezarían a alistarse más pronto de lo planeado.
— Debes bajar antes que el Rey, Bufón — El cochero le dio un leve golpe en el hombro para que regresara al mundo real y acatará el código. El bufón asintió aún con la mente nublada y bajó del carruaje parándose recto esperando a que su Rey bajará.
Cuando el Rey Demonio tocó el suelo los soldados presentes se arrodillaron con respeto mientras dos guardias le seguían, Biel iba atrás de la escolta, nervioso, pensando que tan interminables parecían los pasillos de ladrillos rojos, lo mareado que se sentía al sentir que únicamente daban vueltas hasta la punta de la torre Oeste donde le esperaban los primeros humanos que vería.
Ser bufón de su majestad era en cierta medida bueno, pues nadie le miraba más de dos veces, pero tampoco le impedían pasar hasta la punta donde el Rey se había quedado estático.
— ¿Majestad?
— Bufón ¿Querías ver humanos, verdad? Te presento al valiente séquito del Héroe — Eider parecía impaciente mientras miraba los rostros de los 4 humanos notablemente golpeados y torturados pues tenían marcas de látigo en los brazos.
Biel entendió la indirecta, también lo había notado y sabía que el Rey estaba molesto.
— No veo Humanos mi Rey, creó la sangre y tierra les quitan encanto — Mencionó en tono burlón mientras tocaba la frente de la mujer del grupo, limpiándose fingiendo asco — Creó esperaba personas, no equipo de entrenamiento que respira.
— A veces dices cosas curiosas — Con toda la calma del mundo, el Rey trató de loco a su bufón, mientras observaba a los soldados de la torre que custodiaban a los humanos desde su captura — ¿Quién fue?
— Fuimos nosotros mi señor, los humanos no deberían pisar esta tierra con sus sucias existencias — Orgullosos de su linaje y de su clan, era de esperar que fueran hombres bestia, El Rey sonrió levemente.
Para cuando el resto volteo, el Rey ya había decapitado a uno de ellos sin aviso con su espada.
— Si mueren no obtendré lo que necesito — Murmuró molesto ante el resto de bestias que temían por su vida, pero El Rey ya no les miraba, sino a los Wendigos que traía por escolta — Que curen a los humanos, y... Ocupense del resto.
Biel cerró los ojos al igual que los hombres lagarto que no habían tenido que ver con los humanos, pues al salir el Rey por la puerta, los Wendigos no tardaron en "callar" al resto de hombres bestia.
Cuando abrió los ojos pudo notar que los humanos no habían apartado la mirada, aterrados por la pequeña masacre sucedida en la misma habitación.
— Que horrible... Mató a los suyos sin dudar... Es un monstruo.
Él murmuró aterrado de la chica le molesto, lo había hecho por ellos, el Rey había acabado con aquellos que creían que el linaje y raza lo era todo, quienes los habían torturado ¿Cómo podían ponerse de su lado? Desvío la mirada dolido, empezaba a notar que como temía, ya no tenía humanidad.
Ya no entendía cómo pensaban los humanos.
Miro al resto del grupo, uno en especial al que le habían caído gotas de sangre de las bestias que no se veía perturbado, más bien, le veía de forma intensa y sin desviar la mirada.
El rubio sintió una corriente recorre le, con el mal presentimiento solamente dio un paso atrás y salió casi huyendo del lugar, se había acostumbrado a la sangre, pero aquella mirada le había dado más escalofríos que las ejecuciones de Eider.
Editado: 12.11.2022