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El que un no humano le pidiera contar sobre las aventuras del Héroe era extraño, y quizás algo descabellado, pero el bufón le escuchó atento y alegre durante varias horas mientras él aprovechaba el tiempo recuperando su magia.
Aventuras, día a día, le contó un poco de todo, y el elfo rubio sonriente y sentado como niño pequeño disfrutaba de las historias ¿Cómo era posible que le emocionara tanto? El Héroe era su enemigo natural.
— Déjame preguntarte algo Bufón.
— ¿Qué cosa?
— En tu mirada notó admiración ¿Eres fan del héroe? Me parece extraño teniendo en cuenta tú... — No termino, desvío la mirada incómodo al darse cuenta de que había bajado la guardia en presencia del ser. Biel no contestó de inmediato, bajó la mirada desanimado y suspiro.
— Supongo... Que le admiraba antes... Hace un tiempo.
No tenía más tiempo de Elfo del que había tenido como humano, pero debido a la presencia ajena se daba cuenta de que ya no se sentía uno.
Desde niño había admirado las historias de héroes, pasaba horas enteras jugando a ser héroe y derrotar a los villanos, ahora, por el contrario, su lugar era al lado del Rey Malvado, como subordinado y quizás amigo, era irónico.
— Antes de enterarme de la otra página — Tomo aire y se levantó de la cama, caminando hasta la ventana mirando la pequeña parte del reino que se alcanzaba ver desde allí — Antes de que conociera al Rey Demonio, antes de alguna manera me sentía humano, ahora no comprendo cómo piensan.
— suponer que te sentías humano es ilógico, además no creo seamos difíciles de entender, buscamos libertad, paz, felicidad ¿No conocen esas cosas? — En tono irónico el hechicero no podía entender del todo a que se refería el elfo, pero tampoco lo necesitaba, su magia estaría restaurada en poco tiempo.
— A nuestra manera, y creo mejor que ustedes — La forma en que el humano lo trataba le irrita levemente, le miro directo — El Rey Demonio es un ser justo, amable y cuida de su pueblo, la sangre que se derrama sirve de ejemplo para el resto y de tal forma el crimen es menos, los humanos... Siempre nos atacan, ¿por qué? ¿Por tierras que no son suyas? Hemos habitado este y otros territorios mucho antes que ustedes, ¿miedo? Nosotros también pasamos miedo, por nuestros amigos, familia, los niños que serán el futuro del reino.
Sin esperar aquella respuesta el humano se quedó callado, en parte lo que decía el elfo tenía sentido, pero desde siempre los no humanos atacaron y arrasaron con la humanidad ¿Por qué confiar en esta generación? Por más "justo" que fuera el siguiente volvería a lo mismo, no había nada que pensar.
— Si hablamos de los pros de cada Reino nunca acabaremos, sin importar lo que opinemos, seguimos siendo un no humano y un humano, nunca veremos los contras del lado en que nacimos — Recuperado, el hechicero se levantó de la cama hasta donde se encontraba el rubio confrontándolo directamente.
Siendo un poco más alto, el sentido de peligro del elfo despertó e instintivamente se hizo un paso atrás, mientras levemente empezaban a notarse pequeños rayos verdes en las manos del humano.
— Agradezco tu hospitalidad, pero por desgracia tengo que salvar a mis amigos, no morirás, pero seguro terminaremos viéndonos en la batalla final — No es como si quisiera matarlo, el elfo a su forma había sido amable y no le había reportado, pero debía irse, debía regresar.
— Que humano más mal agradecido — Se burló levemente, esperando el ataque, aliviado de no morir pero si esperando el regaño de Eider después.
— ... Kanu, quizás en un futuro recuperes tu fe en el héroe, Bufón —
— Si vas a atacarme mínimo di mi nombré "Bufón" no suena genial, Biel— La risa débil del rubio ya rendido le quitaba seriedad al asunto causando que el humano únicamente suspirara divertido.
Un simple hechizo de confusión mental lo dejaría dormido, acercó su mano a la frente ajena, pero cuando trató de activar el hechizo este fue rechazado causando que diera un paso atrás asustado. Nunca había fallado, excepto con...
¿Podría ser?
Biel abrió los ojos ante la tardanza, confundido ante el pequeño terror que tenía el humano mientras se sostenía la mano con algo de dolor. Estaba por acercarse cuando, de la nada, la puerta de su cuarto se abrió dejando ver una cabellera conocida.
— ¡Espera Iñaki, no! —
Para cuando reaccionó, el dragón humanoide ya había noqueado al humano con una escoba, y el de cabellos oscuros volvió a caer inconsciente en la cama.
Editado: 12.11.2022