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Un, dos, tres, el cuatro era vuelta, un, dos, tres, las manos ligeras, un dos tres, los cascabeles sonaron.
El trabajo últimamente aumentaba, la guerra se acercaba y el reino estaba en alboroto exigiendo avances, respuestas; y aun así, su único trabajo como bufón era aprender el baile real de memoria para no fallar ni siquiera un paso.
Usualmente, se celebran festividades y bailes para mantener a la gente contenta, esta vez sería algo importante pues sería el baile que marcaría el inicio de la guerra y representaba la última fiesta antes de caer en un abismo de desesperación.
El rey Demonio tenía la obligación de bailar con mucha gente relevante, muchos aliados de renombre e incluso, pese a su negatividad, con candidatos a consortes presentados por sus nobles; en huelga con esa última idea es que Eider lo obligaba a aprender a bailar, pues sería su pareja oficial de baile para esa noche esperada.
Nunca fue un buen bailarín, Biel en realidad no recordaba haber bailado en su vida de una manera tan ceremonial, pero cuando sentía las manos del Rey en su cadera y en su mano todo lo demás se volvía borroso, flotaba en el escenario y para cuando recuperaba la conciencia ya se había terminado.
— Espalda firme.
— Sí Majestad.
Un dos tres, final.
Una vuelta más y el ensayo había acabado, con el cabello pegándose a su frente por el sudor y los pies doliendo debía hacer su reverencia para dirigirse directamente a su habitación.
De alguna manera no podía procesar todo lo que ocurría fuera del salón de ensayos, ver a los soldados correr de un lado al otro, escuchar el sonido de las espadas chocar en los entrenamientos y ver a lo lejos el fuego avivado de las armerías de la capital, todo eso le recordaba que una guerra estaba por estallar, una guerra de la cual siempre soñó ser partícipe y ahora solo quería evitar.
— ¿Le fue bien amo?
Quiso reír cuando escucho el florero estrellarse en la pared junto a su rostro cuando entraba a sus aposentos, pero lo máximo que salió de él fue una sonrisa ladina mientras se acomodaba el cabello sin importarle la mirada desafiante de su mascota.
— Parece que sigues enojado Kanu, es una lástima, en verdad me encantas — Con nada más chasquear los dedos un par de sirvientes entraban en absoluto silencio a recoger el desastre, en el fondo, el humano resoplaba sentándose de mala gana en la cama.
— No es uno de mis fetiches ser la mascota, de la mascota de alguien más.
Solamente habían pasado un par de días desde que le había elegido como su "mascota" pero además de inteligencia, Kanu poseía un enorme orgullo, lo que le complicaba el trabajo de entrar en su corazón al elfo. Ser "amigos" no parecía posible, pero el no humano solo se repetía mentalmente el porqué lo hacía para no perder la cabeza.
Algo molesto por su actitud apresuro a los sirvientes a dejarles solos, hasta entonces fue que empujó al humano hasta dejarlo contra la cama y subirse sobre su estómago.
— Deberías cuidar tu boca ¿O prefieres seguir estando en ese calabozo? No creo que te hayan tratado mal aquí para que lo prefieras.
Kanu trato de quitarlo de encima sin mucho éxito, el collar en su cuello no solo representaba su sumisión como mascota, si no, se encontraba encantado para no poder causarle ningún daño físico a su "amo" El maldito del rey Demonio lo tenía todo tan fríamente calculado que ni siquiera sus hechizos lograban activarse contra el bufón.
— Prefiero morir con mi honor intacto, como humano, a vivir una vida siendo el objeto de diversión de un no humano — Aun así, Biel admitía que eso era lo que le atraía más del humano, su negación, su terquedad, esa mirada filosa llena de orgullo que lo trataba de devorar.
Sonrió encantado mejorando su humor, olvidándose de la situación fuera de esas cuatro paredes por un momento abrazándolo y recordando que su trabajo era ser divertido y simpático. Cuando se levantó de él sonrió como lo hacía siempre, acomodándose el traje color menta haciendo sonar los cascabeles mientras caminaba hasta la ventana de su habitación.
— Bueno, no es como que tengas opciones, humano, eres interesante por eso te mantengo aquí, cuando dejes de serlo quien sabe, quizás sea el Rey quien se encargue de ti — Su mirada pasó al jardín de abajo, dónde vio pasar correr a Iñaki y caer estrepitosamente en medio, quedándole hojas y pasto seco en el cabello para después levantarse y seguir su camino.
Los humanos eran complicados, su justicia se basaba en los beneficios que obtenían, en los pros y contras de hacer algo por otros, en las ganancias obtenidas de dar un paso, aun así, esos humanos seguían insistiendo que eran los dueños del mundo, los más inteligentes y los más "buenos"
¿Por qué ser alguien compasivo, amable y recto se reducía a "tener humanidad"? No tenía sentido aquella frase, sin embargo, aun así trataba de entenderlos.
— Tu lealtad a tu Rey se me hace asombrosa y molesta — Recuperando el aliento, Kanu volvió a sentarse en la cama mirándole con menos molestia, no entendía por qué estaba pasando lo que pasaba, pero Biel era alguien que no le resultaba el enemigo en realidad.
— La tuya a tu raza igual a mí.
El par de miradas chocaron, con energía y complicidad por el pensamiento; no sé entendían, no coincidían, más, sin embargo, ambos querían llegar a hacerlo.
Editado: 12.11.2022