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La regla invisible que se regía en el castillo sobre no meterse con el bufón la leían entre líneas los más inteligentes o aquellos que conocían el sabor del miedo de propia mano y mejor evitaban problemas; ninguna de ellas aplicaba para los grandes aristócratas que pocas veces visitaban palacio en su vida.
Eso se lo había advertido Eider hace tiempo, pero Biel nunca creyó que en verdad los nobles que no frecuentaban la capital fueran de ese pensamiento; aún con sus trajes brillantes y joyas relucientes en cuanto se miró la cortada en su cuello y se corrió el rumor de que lo tenía desde que visitó a los humanos muchos nobles le miraban por el rabillo del ojo.
Nobles que él conocía y que frecuentaban el palacio solo disimulaban su molestia y le ignoraban para evitar problemas con el rey, nobles ingenuos y sin saber nada inmediatamente alzaban la voz y los guardias habían tenido que calmar a uno que otro que había tratado de ofenderle.
"Dejarse tocar por un simple humano" era algo que parecía una atrocidad a ojos de los otros.
— Biel, termina de leer o regresa a su lugar el libro.
Quizás la parte buena es que Kanu estaba más complaciente, menos alerta, podría ser por algo de culpabilidad o su propio sentido de supervivencia, pero el rubio agradecía que sus conversaciones fueran más largas y relajadas.
— Eider me ha pedido verlo en el jardín oeste, no puedo seguir leyendo — Era algo aburrido ser bufón real si el Rey no tenía tiempo para verle aunque sea, pese a ser el temido Rey Demonio, para Biel era uno de los primeros amigos reales que había formado en su nueva vida, y después de acostumbrarse a pasar casi la mayor parte del tiempo junto a él cuando la guerra se veía lejana y el trabajo no era tanto, le hacía sentir un poco de soledad ahora que su Majestad no tenía tiempo para reír.
— Eres muy ligero al hablar de tu Rey, perderás la cabeza algún día — Le aventó sus zapatos para que al dejar su asiento solo se los pusiera y estuviera listo, Kanu respetaba a su Rey, a su héroe, y aunque era amigo de este último no hablaba de él con tanta confianza como la que había en cada palabra que salía de Biel al hablar del Rey Demonio.
¿Qué no tenía por su vida al exceder su confianza y acercamiento a su Rey?
— Para tu información, mi forma de hablar es lo que relaja a ese adicto al trabajo.
Tembló un poco al levantarse sintiendo las piernas dormidas, se acomodó el cabello y terminó de arreglarse, ya que iban al oeste del castillo dejó las joyas y los adornos exuberantes, únicamente dejó sus cascabeles, estos en su traje verde resonaron y el tintineo era la señal de su partida. Kanu decidió acompañarlo y salieron de la habitación tratando de mantener la calma.
El jardín oeste no era un jardín, era una arena de entrenamiento donde el Rey entrenaba casi a diario y todos tenían prohibido entrar por su propia seguridad, pues en un descuido podrían perder la vida.
El humano entendía el riesgo, pero la curiosidad por conocer a ese Rey del que tanto se hablaba de buena y mala manera empezaba a ganarle. Ansiaba conocerlo, ver con sus propios ojos porque alguien que derrama sin piedad sangre era alguien que respetaba tanto al bufón que a su vez admiraba al héroe.
— Así que tú eres el estúpido bufón que se dejó tocar por un humano del que tanto hablan.
Un suspiro fuerte se escuchó de parte del rubio, quien detuvo su andar y dio media vuelta para mirar cara a cara al noble que le había hablado, últimamente debía soportar ese tipo de charlas a menudo.
— ¿Algún problema?
— ¡Pero qué maleducado! Sabía desde qué te vi que eras ignorante, pero no creí que tanto — Ofendido, el sujeto amorfo que parecía ser alguna clase de hombre bestia pura sangre se quitó el sombrero entregándoselo a su sirviente — Hace años que no visitaba el palacio y ahora que lo hago para hablar de guerra me encuentro con que el Rey tiene de mascota a un insecto — Poso su vista en él, le miró de arriba a abajo despectivo y paso a ver a su acompañante que notoriamente era humano — Y para colmo le deja tener mascotas también, como si fuera alguien de nuestro nivel, entendería que el Rey tuviera una mascota humana pero un bufón... Que tontería.
Apretó los puños tan fuerte que casi se abría la piel, entendía que debía mantenerse tranquilo, no debía causar problemas, pero el sujeto estaba molestando demasiado.
— Si me permite, tengo trabajo — Se aguantó su irá, se inclinó respetuosamente y dio media vuelta indicándole a Kanu que avanzara.
Después de eso solo sintió el dolor.
Le habían jalado del cabello con fuerza hasta tirarlo de espaldas en el piso, los sirvientes ajenos evitaron que el humano se acercara, mientras después de soltar un golpe en su rostro que le sangro la nariz, el noble le alzó el rostro jalándole el cabello.
— Atrévete a contestarme una vez más así y me aseguraré de que tu muerte no sea rápida, basura.
Sintió miedo, no había guardias cerca y nadie podría detenerle a menos que Eider apareciera para salvarlos, los sirvientes de bajo rango de palacio jamás se atreverían a intervenir... Aun así, evito mirar a Kanu, si le miraba con súplica este trataría de hacer algo y quizás lo pondría en peligro también.
— Lo lamen...
Sentía el sabor de su propia sangre en sus labios, quería hallar una forma de escapar, pero su salvación llegó en forma de trapeador fuertemente impactado en la cabeza de su atacante, y cuando esté cayó adolorido la mirada asustada de su amigo fue lo que le recordó su posición.
— ¡Iñaki!
Editado: 12.11.2022