El último tramo del pasillo olía a hierro oxidado y raíces podridas.
Cuando Evaristo llegó ante la gran puerta, notó que estaba rodeada por un enjambre de espinas negruzcas, gruesas como muñecas infantiles.
Cada rama se retorcía, viva, cubierta de espinas húmedas que supuraban un jugo ambarino.
Por un momento dudó.
Pero cuando dio un paso al frente, las zarzas se abrieron como labios marchitos, liberando un susurro que se perdió en la penumbra.
Era una invitación.
O un reconocimiento.
Evaristo respiró hondo, ajustó el agarre de su espada y cruzó el umbral.
El aire cambió de inmediato: más pesado, más dulce, cargado de incienso rancio y de un calor nauseabundo que se pegaba a la piel.
Avanzó, haciendo crujir fragmentos de hueso y cera derretida bajo sus botas.
Se detuvo tras un pilar tallado con símbolos paganos, desde donde podía ver toda la cámara principal.
Un círculo de Vinculados, encapuchados y cubiertos de vendas manchadas, formaba una ronda perfecta alrededor de un gran símbolo pintado en sangre seca.
En el centro, elevado sobre un altar cubierto de espinas y cráneos, un hombre se mantenía de pie.
Su silueta era imponente: largas túnicas negras que parecían flotar, un velo cubriendo su rostro, y a su alrededor, una corona de moscas vivas que se agitaban como un halo fétido.
Evaristo sintió cómo algo le retorcía el estómago.
Cada respiración le sabía a carne rancia.
—Ese es el Maestro del que hablaban, ¿no? —murmuró, sin apartar la mirada.
El demonio serpenteó en su mente, regodeándose en cada palabra.
—Seguramente lo sea…
Qué curioso, humano…
Siento algo… familiar en él.
Mmmmmm… esto se pone interesante.
Los Vinculados, uno a uno, levantaron los brazos.
Sus dedos se entrelazaron en gestos imposibles, rompiendo tendones para dar forma a símbolos vivos.
De sus gargantas salió un canto que no se parecía a ningún idioma humano: gutural, reptante, lleno de clics húmedos y risas ahogadas.
Evaristo aguzó el oído.
De pronto, entre aquella amalgama blasfema, una palabra sobresalió.
Golpeó sus sienes como un martillo de hierro candente:
—Belfegor…
El demonio dentro de su cráneo soltó una carcajada.
Fue un estruendo que hizo retumbar su caja torácica.
—¡Belfegor!
Ah, humano estúpido…
Ahora entiendes con quién bailas, ¿verdad?
Oh, Lucía… dulce Lucía… ya debe estar empapada de su aroma.
El canto blasfemo siguió resonando por la cripta.
Evaristo sintió que sus piernas querían fallarle, pero apretó la empuñadura de la espada hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
—¿Belfegor…? —murmuró entre dientes, clavando los ojos en la figura encapuchada del Maestro.
—¿Quién… qué es Belfegor?
El demonio respondió de inmediato, como si hubiese estado esperando esa pregunta desde que se coló en sus venas.
—Ah… Belfegor…
Uno de los siete…
Uno de nosotros, pero mucho más antiguo, más hambriento, más arraigado a la podredumbre de este mundo.
La voz del parásito se deslizó por su mente, pintando imágenes que se formaban como pus hirviendo en la pared de su conciencia.
—Cuando tu iglesia todavía jugaba a ser santa, Belfegor ya había plantado su trono en los cimientos podridos de ciudades que ni siquiera recuerdan su nombre.
Es la gula de la carne y del espíritu.
El Señor de la Corrupción.
Donde hay podredumbre, donde hay desesperación, donde hay hombres dispuestos a vender a sus hijos por un día más de poder… allí está Belfegor, riendo.
Evaristo sintió un escalofrío recorrerle la columna.
Vio a los Vinculados, arrodillados ahora, inclinando sus frentes contra la piedra, murmurando la palabra maldita como si fuera un himno de cuna.
—¿Y tú? —espetó entre dientes.
—¿Eres uno de esos siete?
El demonio guardó silencio.
Evaristo percibió un leve zumbido, como un enjambre replegándose en la oscuridad de su mente.
Después, la respuesta llegó, cargada de una mofa pegajosa:
—Saber eso no cambia nada, humano.
¿No lo ves? Belfegor es la razón por la cual tu ciudad se pudre.
Él es el corazón de esta infección.
Le están rindiendo culto y… por la gran concentración de aberración que sientes aquí… ese Maestro debe ser su avatar.
#1401 en Fantasía
#808 en Personajes sobrenaturales
fantasia oscura y gore, angeles demonios y enfermedades raras, caballeros falsos
Editado: 15.07.2025