El Caballero Fantasma

05. Redescubriéndose

Alan llegó a su lugar perfecto y bajó de la bicicleta dejando su mochila junto a ella. Entonces caminó mientras que hacia estiramientos en sus brazos para finalmente dar unos cuantos saltos con las puntas de sus pies.

—Bien, el ejercicio no es lo mío, pero a ver que sale… si bien recuerdo ese tipo de negro se paró así… y luego hizo así…

El chico hacia memoria e intentaba recrear los movimientos del ser vestido de negro que murió en ese combate, intentó tomar su postura, la misma que hizo cuando la espada apareció en sus manos. Pero sus intentos eran en vano, ya que nada aparecía.

—Esto no está funcionando, ¿Qué hago mal o que debo hacer diferente?

Constantemente se hacía preguntas el muchacho, pero no llegaba a ninguna respuesta. En el apogeo de su frustración, se tiró a los pies de un árbol mientras se maldecía a sí mismo y a todo lo ocurrido. Tiraba las piedras y molesto buscaba el porqué de las cosas.

—Bien, si no puedo hacer aparecer una espada en mis manos, al menos practicaré con palo… supongo que al menos así podré entretenerme un rato

Alan tomó del suelo unos cuantas ramas caídas, las juntó y las amarró con cinta que tenía en su mochila hasta formar un ramo de peso considerable.

—Bien, ya está, ahora supongo que…

Y repitiendo la misma rutina, hizo memoria intentando recrear lo que podía recordar de aquel encuentro. Tomó el ramo con fuerza y tomó una postura de combate o que recordaba que hizo aquella vez. Entonces intentó hacer las mismas maniobras que inconsciente hizo. Tiraba tajo tras tajo de una forma un tanto ridícula que hasta él se avergonzaba y agradecía que no hubiera nadie que lo pudiera ver. Poco tiempo después mientras intentaba dar unos tajos finalmente se hartó, pegó un grito y arrojó el ramo de ramas lejos. Frustrado, llegó a una última conclusión.

—Bien, quizás solo aluciné todo… debería volver a casa antes de que el sol se ponga o me van a dar el regaño de mi vida

Alan se preparaba para irse, estaba a punto de tomar su mochila, pero antes de hacerlo una extraña sensación se metió en su cabeza.  Una especie de sentimiento que le decía que aún no era el momento. Ese sentimiento era como una idea que le inyectaba en su cabeza una instrucción. Hasta el momento Alan había intentado imitar y recrear el combate, pero no había puesto a prueba sus habilidades físicas, ese sentimiento que le recorría el cuerpo intentaba decirle eso.

—Bueno, pues ya que… vamos a hacer un poco de carrera

Y sin más que decir, tomó la pose de carrera; miró al frente, respiró profundo y comenzó a correr.

El resultado fue de lo más normal, corría a la velocidad que él siempre lo hizo y comenzaba a pensar que era una pérdida de tiempo. Pero entonces sintió un bombeo en su interior, por un instante todo a su alrededor se detuvo en seco como si el tiempo se parara y después volvió a su ritmo normal.

—¡Ahí está! —Exclamó.

Justo en esos monentos, en lugar de desanimarse puso más fuerza en sus piernas e intento con todas sus fuerzas ir más rápido. Su corazón se aceleraba, su respiración era más profunda, perdía el aliento y sus muslos comenzaban a doler; pero aún así siguió y nuevamente el tiempo se detuvo ante sus ojos. Veía las aves volar a lo lejos batir sus alas tan lento, ese estado duro apenas unos segundos para él cuando en realidad ni dos segundos reales habían pasado.

En su rostro se dibujó una sonrisa y más inspirado que nunca se puso una meta, correría hasta la punta de la montaña aun si sentía que sus piernas se quemaban.

Mientras corría sentía como su corazón bombeaba sangre cada vez más fuerte, incluso imaginaba que el corazón se le escaparía del pecho de tan fuerte que sentía como golpeaba su pecho. Al sentir eso, sus ojos veían el mundo a su alrededor como una película que se trababa, pero aun así sentía el mover de sus piernas, este efecto solo duraba instantes, como un pulso que llegaba y se iba.

De pronto comenzó a entrar en una zona donde la vegetación se volvía más espesa, los árboles se cerraban y dejaban un camino más cerrado, pero esto no lo iba a detener, mientras avanzaba evadía los arboles moviéndose de un lado a otro empujando su cuerpo hacia un lado con el impulso de uno de sus pies. Corría directo hacia un árbol y entonces con su pie derecho daba un ligero salto hacia la izquierda y con el pie izquierdo aterrizaba dando un ligero derrape para continuar corriendo.

Evadía árboles, saltaba arbustos grandes y alguno que otro tronco caído, cuando daba un salto considerable veía como su caída era más lenta, lo que le daba tiempo para pensar en una forma de aterrizar bien. Ni él se lo podía creer, pero estaba haciendo algo que nunca había pensado que fuera posible para él. Aunque él no pudiera darse cuenta, en realidad el muchacho estaba acelerando y cada paso que daba lo hacía más y más rápido. Hasta que por fin se acercaba a la cima de la montaña, corrió casi dos kilómetros en tan solo unos minutos sin haberse dado cuenta hasta que llegó a lo más alto.

Finalmente llego al punto más elevando, sus piernas dolían y le faltaba el aire, en su pecho sentía que su corazón iba a reventar. —¡Ahg! Fiu… no es el resultado que esperaba, pero supongo que estoy satisfecho. — Alan admiraba el paisaje desde la cima junto a una antena de telecomunicaciones puesta ahí, se recargó en ella y comenzó a pensar.

—Bien, supongamos que de verdad tengo estos “súper poderes”, de momento sé que puedo correr muy rápido y que mis reflejos parecen agudizarse; además de que en mis recuerdos según di un enorme salto e inclusive acrobacias, así que supongo que también de alguna forma tengo agilidad y fuerza. Ahora la pregunta es… ¿Cómo diablos hago para despertar, activar o lo que sea que deba pasar para usar estos poderes? … Creo que ver muchas películas y series me da una idea equivocada de los súper poderes, pero son la única referencia que tengo

El día se comenzaba a terminar y el sol estaba por ponerse. Alan sabía que ya iba siendo hora de tener que irse y tenía mucho camino por recorrer para bajar de la montaña. A unos cuantos metros se encontraba un precipicio, dónde Alan se puso de pie para admirar la altura y de paso buscar donde había dejado sus cosas.




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