CAPITULO 1
El universo está vivo. En la inmensidad del espacio existen más formas vida de lo que pudieran imaginar los habitantes de la tierra. Milenios atrás se habían desarrollado civilizaciones que evolucionaron increíblemente. Alcanzaban niveles de conciencia desconocidos, sublimes.
Cuando la tierra era apenas un pensamiento en la mente de los creadores maestros, ya existían seres que viajaban por el universo. Y cuando la tierra ya no exista más que en el recuerdo de los registros estelares, otros mundos comenzarán a existir.
Una vida humana es mucho menos que un parpadeo en tiempo cósmico. ¿Qué tan importante puede ser una sola vida en la inmensidad del gran universo?
Reivaj se hacía esta pregunta desde que podía recordar. Pensaba, - ¿qué tan importante puede ser una gota de lluvia para un sembradío… o a la hora de tomar un baño?- Reivaj creía que cada ser humano es único y especial, pero que la mayoría se conformaban con una vida artificial y programada.
Desde su infancia él percibía las cosas de forma distinta. Sus colores eran diferentes, así como su razonamiento. Admiraba a personajes que le significaban inspiración, reto y liderazgo. Tenía predilección por John Lennon, Francisco de Asís, Gandhi, Will Smith, Ronnie Dio, Paloma Devi, Jean Michel Jarre, Yanni Chrysomalis, Ajeet Kaur, Jurgen Klaric y muchos otros personajes que habían marcado una diferencia en el mundo con su manera de pensar, sentir y actuar.
Amaba la música por sobre muchas otras cosas. Aprendió a tocar la guitarra a temprana edad y había escrito muchas canciones. No cualquier tipo de canciones. Era música para meditar, con mensajes de motivación y superación. Él también quería marcar una gran diferencia en este mundo. Hizo de la música una de sus principales armas de luz, como él las llamaba. La música, la palabra, el pensamiento, el autocontrol, la meditación, la naturaleza eran sus aliados, sus consejeros, sus compañeros de vida.
Pero junto con la música amaba la astronomía y la magia. Era un aficionado a mirar las estrellas. Nunca dejaba de sorprenderse pensando en las distancias estelares, en el tamaño de las galaxias, de los planetas, soles y nebulosas. Meditaba en la paz silenciosa de las noches profundas plagadas de astros. En estas noches en particular sentía nostalgia. –Mi hogar no está en este mundo.- pensaba anhelando dejar la tierra.
Había estudiado magia práctica y esoterismo. Él estaba seguro que parte de lo que necesitaba este mundo era conocer más allá de lo material. Sabía de la conexión de los chakras con las glándulas reguladoras de ciertas funciones en el cuerpo humano y de las vibraciones musicales que producen ciertos efectos en el cuerpo físico y en las emociones. Sabía que había una conexión entre lo que llamamos magia y la realidad del ser humano. Si los hombres sanaban su espíritu, sanarían sus emociones, sus cuerpos, su entorno y la vida entera en el planeta.
Estas reflexiones lo habían llevado a convertirse en orador profesional. Tenía un mensaje importante que entregar a la humanidad. Estudió religiones del mundo, metafísica, gnosis e innumerables escritos sagrados que le dieron un conocimiento importante. Había asistido regularmente a recibir instrucción de maestros budistas.
Reivaj sabía que permanecer humilde era una clave importante para entregar un mensaje puro y que llegara al corazón y no solo al intelecto.
Pero Reivaj también anhelaba amar. Era un buscador de la verdad y entre esa verdad descubrió que el amor es la fuente de todo lo que existe en el mundo. Creía en un amor raíz, un amor que si todos conocieran, la vida sería transformada. El amor es la luz primigenia de la creación. Hay un éxtasis de amor que es necesario compartir en esta vida. Este éxtasis de amor es capaz de reunir a dos seres en un abrazo cósmico, infinito y eterno en el que el éxtasis no se puede describir con palabras conocidas. Reivaj anhelaba enamorarse de verdad. Y había encontrado a la mujer con quien quería compartir este éxtasis de Amor.
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Ewarik era una mujer amable, sencilla y buscadora de la paz, aunque muy herida por diferentes circunstancias de la vida. A ella le gustaba ayudar a las persona a encontrarse a sí mismas y así poder librarse del dolor, de la soledad, de la tristeza.
Había vivido experiencias difíciles que la hicieron alejarse de todo aquello que llevara el nombre de amor. Había creado para sí una coraza emocional para no volver a sufrir dolor y decepción. Se había convencido a si misma que no merecía ser amada.
Ayudaba a los demás a encontrar consuelo y ánimo, pero no podía aplicar sus consejos en ella misma. Tenía una fascinación extraordinaria por la magia y el ocultismo. No lo que ella llamaba ocultismo “oscuro”, sino que decía que era necesario conocer lo que está escondido a los ojos de la humanidad para crecer como civilización. Para ella era vital auto observarse para aprender lo que no se sabe de sí, y encontrar a esa persona oculta en cada ser humano que no sabe aún de su potencial y misión de vida.