Sentado en la escalinata de la entrada, con Rehys a su lado, Rayden miraba pasar escenas frente a ellos en el jardín. Recuerdos hechos de polvo dorado aparecían como en una obra de teatro, donde los actores tenían los rostros velados. Su hermano, absolutamente dedicado, dibujaba el retrato de una dama, al tiempo que tarareaba una canción de cuna, que Rayden creía conocer, pero que no alcanzaba a recordar. El sonido de un piano llamó su atención y al volverse hacia el jardín, pudo verse a sí mismo, interpretando en aquel instrumento, la melodía que Rehys tarareaba.
Cada vez que desafinaba, una afectuosa mujer acariciaba su cabeza y le indicaba nuevamente como tocarla, pero él no la reconocía. Trataba de concentrarse en ella, cuando la voz de su hermano anunció que había terminado el dibujo y lo distrajo. Al volverse, pudo ver la imagen del retrato ser tachado, la pluma de Rehys caer al suelo y a su hermano desvanecerse, antes de que la oscuridad lo inundara todo.
Si has llegado hasta aquí nuevamente te agradezco y te admiro. Un nuevo descanso antes de la siguiente parte y nos vemos mañana.
Editado: 03.12.2024