El carretón de los perros contentos.

¡Por favor no me olvides!

 

Exactamente una semana antes de todo esto, bueno, horas más, horas menos, otro grupo de carretoneros que salían de aquel arrabal la vieron pasar de regreso, y aunque pocos habían tenido el privilegio de verla en su forma quiliana, de inmediato supieron que aquella bella amazona felina, era su querida bruja del arrabal, así que tan solo se apartaron del camino sin atreverse a preguntarle, ni a comentar entre ellos, de quien era el cuerpo ensangrentado que llevaba sobre el lomo de Relámpago.

Erly cruzó el laberinto de chatarra y sin mucha dificultad bajó a Billy cargando, ya que en su forma felina era mucho más fuerte que en su apariencia humana, cruzó la estancia de la sala, y al atravesar el cortinal, una moderna capsula con tecnológicos sistemas de tratamientos médicos, deslizándose desde el techo, se desplegó inmediatamente para recibir el cuerpo de Billy, que inerte porque ya estaba clínicamente muerto, no sintió cuando aquella capsula se cerró, presurizándose, e iniciando sus funciones médicas, comenzó el escaneo preliminar a la restauración, la felina seguía atenta los parámetros del escaneo, cuando el sistema comenzó a desplegar los primeros resultados del análisis, la angustia aceleró su corazón, ya que las posibilidades de restaurar ese cuerpo herido de muerte, eran muy bajas, y furiosa comenzó a manipular sus controles y protocolos, ignorando las alarmas de restricción de tecnología, programó a un par de sus drones de combate, en lo que sus sistemas de rastreo ubicaban por medio de sus firmas corporales, a los autores de la masacre canina de esa noche, en la que también habían asesinado a Billy, dejándolo con muy pocas posibilidades de ser restaurado, pero al ejecutar el protocolo de intervención letal, el sistema se bloqueó y los drones no salieron, frustrada golpeó los controles y tratando de recuperar la cordura, atendió a las pantallas que le indicaban que un grupo de carretoneros, estaban entrando al laberinto con los cuerpos de los perros muertos y heridos, e inmediatamente desplegó un par más de capsulas médicas que eran de los pocos sistemas tecnológicos que no se bloqueaban cuando tenía una restricción de uso de tecnología, y los habitantes del arrabal no tardaron en ayudarla a acomodar sus cuerpos, afortunadamente ninguno tenía el tiro de gracia, y sus restauraciones podrían ser más rápidas que el destrozado cuerpo de Billy, que había sido cocido a balazos, aunque dicha capsula ya había curado a varios de sus perros de mortales heridas de bala, no curaba cerebros destrozados o con más del 40% de daño cerebral, porque aunque ya lo había intentado, algunos de los pacientes caninos habían quedado en estado de coma cerebral o no recuperaban sus funciones motrices, y ya había tenido que aplicarles la eutanasia, pero ella estaba preocupada por una herida que Billy tenía en la cabeza, a la altura de su mejilla derecha, aunque no había sido hecha por un tiro de gracia, pensaba que si alguna bala había destrozado su cerebro, entonces no lo podría recuperar.

Doña Cata arribó en ese momento a la casa, y en cuanto cruzó el cortinal la miró preocupada y desesperada mirando los protocolos médicos de la capsula donde se restauraba un cuerpo humano, que por su tamaño, pensó que se trataba de otro tripulante quiliano que había sido herido, pero al verlo con más detalle, se dio cuenta que, si no era un quiliano con apariencia humana artificial, entonces era uno de los suyos. 

  -A este muchacho lo conozco.

Pensó al verlo más detenidamente mientras Erly abrazaba la capsula médica como si quisiera abrazarlo a él, y al verla abatida, la tomó de la cintura para abrazarla, tratando de tranquilizarla; Erly no pudo más y se dejó caer al suelo, doña Cata la tomó entre sus brazos y por primera vez en todos los años que tenia de conocerla, miró a aquella mujer alta, hermosa y fuerte, como una feroz felina de un lejano planeta llamado Quill, y que ahora lloraba como una débil y delicada mujer de la Tierra.

El monitor de pulsaciones comenzó a marcar los primeros latidos del restaurado corazón de Billy, y contenta se levantó para verlo más de cerca.

  -Ahora si polaca, te prepararé chocolate.

Dice doña Cata mientras se metía al área de la cocina en aquella amplia habitación sin divisiones físicas, algunos perros ya estaban siendo restaurados, y eran transportados en camillas para meterlos a las jaulas de rehabilitación, mientras otros metían a los demás perros, primero a los que estaban bien muertos, mientras lavaban las heridas de los que estaban tan solo heridos, y así, pasaron todo lo que restaba de esa noche de domingo para amanecer lunes, ya el último de ese mes de Marzo del 2010, el reloj local en la pared de los relojes marcaba las 6: 30 horas, ya habían sacado el último perro de las capsulas médicas, y tan solo el cuerpo de Billy seguía en tratamiento, aunque todos los parámetros indicaban que todo iba a salir bien, la angustia no dejaba al corazón de Erly, que tal vez no se tranquilizaría hasta verlo salir completamente restablecido.

  - ¿Él es Billy, verdad?

Pregunta doña Cata, que era la única que aún estaba con ella, ya que los demás las habían dejado solas para atender a los perros; Erly asintió con la cabeza, cruzada de brazos, recargada en la capsula médica, que conteniendo a una nube de blanca niebla en el interior, no la dejaba ver el cuerpo de su amado, aunque tal vez aún no sabía que él era su amado, su cabello lucía despeinado, y su faz de agotamiento le daba un aspecto aún más triste, ya se había quitado la bata de dormir ensangrentada, pero la abrazaba como a un tesoro, la olía y la acariciaba como si lo estuviera abrazando a él, mientras lágrima tras lágrima, humedecían sus mejillas humanas, ya que solo así, sus ojos podían hacerlo.




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