El Castillo de los Espejos

Capitulo IV

Durante los siguientes días decidí no salir de mi casa, la ciudad  se encontraba muy agitada para mí. No que yo saliera mucho tampoco, pero solía ir por algunos libros a la biblioteca cada dos días. Me entretuve en el bosque que rodeaba el lago, cortando alguna leña y pescando alguna que otra trucha en el lago. Cuando menos me quise dar cuenta se había hecho el día de la fiesta, y como si el cielo anunciara el infortunado día haba amanecido con un tormentoso cumulo de nubes que amenazaba con soltar un tremendo chubasco. Hasta se escuchaba uno que otro relámpago, el frio calaba los huesos pero eso no pareció importar a la gente que se arreglaba con premura en sus casas.

            Las candidatas revisaban sus rulos y aplicaban spray a sus cabellos para que la humedad no los volviera más rebeldes. Los empleados del gobernador se apresuraban en acomodar las mesas y poner los elaborados manteles blancos, los cocineros corrían de un lado para otro ladrando órdenes  a los subordinados acerca de la presentación de los platos. Los músicos se acomodaban ya sus trajes y afinaban sus instrumentos. Las señoras acomodaban sus peinados y pelucas altas acorde al estilo de las nobles venecianas, muchos se asomaban a las puertas al ver unos grandes camiones de los que se bajan una veintena de artistas con trajes coloridos, había escuchado que se trataban de un grupo que pertenecía a un reconocido circo del país. Había de todo desde trapecistas, equilibristas y contorsionistas hasta mimos, magos, titiriteros y lo infaltable para un carnaval con esta temática ¡payasos!

            Me percate de esto cuando fui por la mañana a recoger una carta a la oficina de correos, aunque mi ruidoso auto nunca llamaba la atención esta vez resultaba cosa imposible cuando todos se encontraban absortos observando a tan despampanantes personajes, no se podía destacar nada importante de su colorida vestimenta debido a que a medida que iban bajando del camión se apresuraban a entrar en Castillo. Estaba concentrado viendo el barbullo cuando vi una cara conocida entre la multitud, se trataba de aquella muchacha del otro día, pero esta vez me sorprendí en sobremanera al verla del brazo de otro hombre el cual reconocí de inmediato se trataba del hijo de un importante político sobrino del gobernador. Ella caminaba junto a él con un semblante totalmente diferente al del otro día y parecía apresurada por entrar al lugar.

            Aparte mi mirada de allí cuando vi llegar otro camión, un poco más pequeño que el que transportaba a los artistas. De él bajaron dos hombres, uno lleva una gorra puesta y me fue imposible identificar el rostro pero se me hacia conocido. Abrieron las puertas traseras del camión y junto a algunos empleados bajaron larga cajas rectangulares que parecían llevar con sumo cuidado, eran aproximadamente unas 50 cajas y todos parecían particularmente interesados por saber que se hallaba en el interior incluyéndome yo.

            Me fui a casa a prepararme yo también, ya era la hora del medio día y el carnaval daba inicio a las  siete de la noche y no me había preparado en absoluto. El carnaval parecía más interesante de lo que yo esperaba.

            Eran las 6:30 cuando Salí de casa decidí llevar mi auto en caso de que por la enorme cantidad de gente no pudiese tomar un taxi. El cielo seguía anunciando la próxima lluvia que ya se manifestaba como una suave brisa. Me fui adentrando en el pueblo y me percate de la enorme cantidad de autos que se encontraban estacionados, estaba seguro que más de la mitad de la ciudad se encontraba ahí. Ciudad león era más bien un pequeño lugar apartado del resto del mundo y ciertamente era algo que me gustaba.

            Me estacione a media cuadra de Castillo, y camine desde allí. Realmente parecía un autentico carnaval de Venecia, todo adornado con múltiples colores y las personas pasando a mi alrededor con sus curiosas mascaras  de Moretta y Pierrot entre otras que pude identificar mientras me acercaba. La entrada estaba repleta de gente queriendo entrar y me vi haciendo una cola enorme, los riquillos por supuesto habían conseguido pasar un poco más temprano, seguramente por eso había visto a esa señorita entrar desde la mañana, lo escuche de una señora que no paraba de parlotear muy cerca de mí.

            Cuando por fin pude acceder al lugar me quede totalmente pasmado, la decoración estaba esplendida, me sentí traslado a la Venecia del siglo XVIII había una numerosa cantidad de artistas haciendo sus diferentes actos en unas pequeñas tarimas que se encontraban apostadas en un rincón, los meseros vestían trajes soberbios y las mascaras le daban un aire un poco tétrico a todo el asunto pero por lo demás todo lucia maravilloso. Me di cuenta que alrededor del salón habían una serie de espejos rectangulares que reflejaban a la gente que pasaba por allí.



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Editado: 23.04.2018

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