Una estela de luz se coló aquella mañana por una ventana del hospital St. Judas, exponiendo así a dos personas en la habitación número setenta y siete, una de ellas es Matthew Freeman y la otra es Scarlett Vermillión, una joven chica del pueblo que creció en el mismo vecindario que la familia de Matt, ambos están en silencio, intentando cada quien por su parte y a su manera entender la situación, de pronto irrumpe en la habitación el medico de turno.
- Que sorpresa Sr. Freeman, al fin despertó – dijo este mientras se acercaba a ambos.
- Dr. Zúrich Matt no me recuerda – dice Scarlett notablemente preocupada.
- A ver ¿es eso cierto Matt?
- No sé quiénes son ustedes, o que hago aquí - afirmó Matthew
- Mira Matt sufriste un accidente de auto, el coche quedó totalmente destruido, tus heridas eran graves, casi estabas muerto al llegar aquí, haz pasado algún tiempo en coma y debido al choque sufriste una contusión cerebral importante, tu amnesia es quizás producto de ella.
- ¿Accidente? ¿Coma? ¿De qué habla? hasta hace poco Salí de la casa de mi abuela y luego ¡Ahh! – gritó Matt al sentirse sumido en una fuerte jaqueca. – ¡Yo me suicide!
- Matt eso fue hace siete años y no moriste, sufrías de una sobredosis de relajantes y una ambulancia te trajo a este mismo hospital, logramos salvarte en ese momento.
- ¿Estuve en coma siete años?
- No… solo el último mes, aquella vez dormiste un par de días y luego volviste a casa – El dolor de cabeza de Matt se agudizó, de pronto recordaba al doctor Klaus Zúrich que era un viejo amigo de su padre, también recordaba a Scarlett su novia desde que comenzó la universidad el año pasado, de golpe vio en su mente pequeñas escenas de siete años de vida que parece haberse saltado, aunque no recordó ni la cuarta parte fue tanta información que terminó desmayándose del dolor de cabeza, pasó así quince minutos, luego recobró la conciencia y una enorme cantidad de recuerdos (desordenados) que aparentemente tenían lugar después de su atentado suicida, pero no recordaba a la chica que vio al borde de su muerte, ni a la gran serpiente de tres cuernos, ni trompeta alguna y por alguna razón en su mente podía ver escrita una palabra cuyo significado o pronunciación Matt desconocía.
Pasaron tres días más en el hospital St. Judas hasta que Matthew fue dado de alta, era el trece de julio, se disponía entonces el ya no tan chico Freeman a volver a casa en compañía de Scarlett, su memoria aun era un completo desastre, habían muchos callejones sin salida en su cabeza, pero el doctor dijo que conforme pasaran los días recuperaría sus recuerdos, aunque ya recordaba algunas cosas, como que la abuela murió en un incendio el día que intentó suicidarse, que estaba estudiando psicología en la universidad del pueblo que en los últimos siete años se había ampliado bastante y que ahora contaba, entre otras cosas con una universidad, un estadio de beisbol y un par de grandes iglesias, de las cuales una, como otras construcciones importantes se llamaba St. Judas en honor al patrono del pueblo y en la que Matthew se congregaba cada domingo junto a su novia. Si bien ya sabía todo eso y un poco más, los detalles de muchas cosas permanecían vagos, a pesar de no entender casi nada se hizo la vista gorda confiando en las palabras del médico, a su tiempo cada cosa estaría en su lugar, pensó. El ocaso se hacía paso en el firmamento y se hizo largo el camino a casa, muchas cosas parecían distintas, muchas otras parecían nuevas y otras tantas parecían extrañas.
Silbó entonces el viento en la noche, Matt y Scarlett llegaron en taxi a casa, a la misma vieja casa de sus padres, todo estaba casi igual a hace siete años, no parecía que el tiempo hubiese avanzado desde el día del fatídico accidente que le quitó a Matt todo, pero al entrar notó que no había foto alguna de su familia en el vestíbulo, hasta el cuadro familiar que colgaba en la pared había desaparecido, sin pronunciar palabra sobre esto siguió caminando hasta el recinto principal, tratando de hacer revisión para saber que más faltaba, pasó por la cocina y luego dio vuelta atrás para subir las escaleras, Scarlett solo observaba paciente, el médico le dijo que mientras más cosas viese Matt más de sus recuerdos recuperaría, así entonces se dispuso a subir las escaleras de la casa, entró al baño principal y percibió la falta de espejos, le extrañó pero en realidad nunca le gustaron aun desde niño, a pesar de que no recuerda el motivo él sabe que es así, salió y observó una puerta grande y roja al final del pasaje que daba a las habitaciones, esta llamó su atención de inmediato, parecía la única cosa nueva en esa vieja casa, se acercó a ella y trató de abrirla, pero no cedía ante el deseo de Matt, tenía pasado el seguro, llamó entonces a Scarlett, esta acudió y el procedió a preguntar:
-¿Qué pasa con esta puerta?
- Esa puerta siempre ha estado cerrada desde la primera vez que vine, tu eres quien debería saber él porque.