Un día como cualquiera me encontraba tomando la merienda, siempre me han gustado las historias paranormales y esto lo sabían muchos de mis familiares. Por esta misma razón, esa misma tarde me contaron todo lo sucedido en una estancia donde trabajaban. Relatos que me pusieron la piel de gallina y me hicieron cuestionar una y otra vez si todo lo que escuché había sucedido realmente o en un momento de desesperación todos habían sufrido de paranoia conjunta. En este momento no tengo una respuesta conclusa, pero me parece justo transmitir esta historia que sucedió no muy lejos de donde vivo, en esa estancia llamada “El Chacay”, lugar que hasta el día de hoy no tiene ocupantes y que secó sus tierras desde la muerte de Don Salomón”.