El chico de la fiesta +16

◀Capítulo Uno▶ Parte II

Antes que nada debo decirte que algunas personas me pintan como una heroína pero también existen  otras que solo me ven como una tipa loca que asesino a un grupo de personas de una manera cruel y que merece recibir la vacuna de la muerte por sus acciones. Pero en lo personal pienso que deberías tener la mente en blanco y  luego que termine de contarte todo lo que me paso, así eres libre de decidir si me quieres apoyar o me quieres odiar.

El comienzo de todo este  infierno fue; El día en el mis amigos me hicieron comprar unos boletos para asistir a una maldita fiesta. Íbamos caminando por la escuela mientras que comíamos unos helados  cuando Dae, una amigable muchacha de piel morena y tatuajes que siempre usaba una trenza, propuso que saliéramos todo nuestro grupo para hacer desmadre. Todos comenzamos a decir las posibilidades de ir algún sitio interesante como el cine, la playa o comer en algún restaurante con entretenimiento en vivo pero luego de ver unos carteles pegados a los alrededores de la escuela todos decidieron que debíamos a la fiesta que se estaba anunciando.

Las cosas pueden variar de acuerdo de a quién  le preguntes por mí, tal vez algunos te digan; que  yo era similar  todos los habitantes de Ciudad Del Viento y  siempre  estaba emocionada por asistir a una "maxirumba" pero la verdad es que no ocurrieron de esa manera, ni siquiera se les parece un poco. Siendo muy sincera y con riesgo a que no me creas:

Yo no estaba encantada sino aterrada en el momento en el que todos comenzaron a hablar de la fiesta con suma emoción. A menudo siento en mi garganta ese nudo que tuve aquella tarde cuando me preguntaron si estaba emocionada por ir, pues si tenía emociones encontradas  pero ninguna buena debido a que nunca en mi pútrida vida había asistido a una fiesta que no que tuviera trampolines y/o payasos haciendo la famosa rutina de los animalitos de globos, era claro que no tenía experiencia con este tipo de actividades sociales pero no podía hacer nada.
Con suma frecuencia suele repasar que me sentía como si estuviera comprando drogas, las manos me sudan y el nerviosismo me hacía mirar a todos lados como si buscará a un proveedor o incluso buscará a una persona con claros indicios de ser miembro de la policía.

—Al carajo todo, no pertenezco a esos lugares. —Recuerdo muy bien haber dicho eso.

También está planteado en mi memoria el hecho de haber dado una media vuelta dispuesta a marcharme lejos de ese sitio de mala muerte, que en realidad era un salón vacío ubicado en la parte trasera de la escuela, porque no me gustaba para nada la pinta que tenían las personas que estaban al frente y detrás de m debido a que la malicia de sus almas se notaba sin mucho esfuerzo.

Pero la gran mano de Nate (Amigo pero a veces enemigo) se posó en mi hombro evitando que huyera tan fácilmente de ese lugar, es más, con un simple y rápido jalón que me dio, mi cuerpo fue llevado de regreso a ese sitio que deseaba abandonar, él junto a  varios de sus amigos me hacían compañía en aquella fila ya que casi todos mis cercanos tenían tantas ganas de ir como yo ahora de beber café.

—Tú no vas a ningún lado, vamos a comprar las entradas y asistirás a la fiesta te guste o no. ¿Quedó claro? —Hablo Nate, tratando de sacar su mejor intento  de macho alfa cuando en realidad él era tan Anastasia (Creo qur todod saben que se trata de la protagonista  de los libros 50 sombras de Grey) cuando se trataba de mí.

—Nathaniel, cambie de opinión, no puedo ir a esa fiesta. Respeta mi decisión. —Dije insegura.
En esos momentos no entendía porque le  tenía miedo a  ir a la fiesta.

¿Sabes? Al parecer tu cuerpo muchas veces reacciona de una manera muy curiosa, en esos momentos a veces trata de  avisarte que no deberías ir o hacer ciertas cosas, pero varias veces que esto ocurre —por no decir todas las veces— no lo escuchamos.

No podía ir a esa fiesta y no era mi madre no me otorgó permiso, en realidad lo tenía. Incluso ella me sugirió ir y que  llevará conmigo a mi amiga Yugenis y a mi hermano Josh para que ellos también se divirtieran un rato, además de que me alego que si llevaba chaperones  mi papá me dejaría quedarme hasta que fueran las tres o cuatro de la mañana.

No podía ir gracias a mis inseguridades sociales; esas que no me lo permitían ni pararme cerca de los chicos que vendía las entradas para la fiesta.

¿Saben que era lo más frustrante de la situación que estaba viviendo ese día? Que en verdad yo quería ir para estar con mis compañeros de clases y joder un buen rato con ellos, ya saben, para bailar torpemente mientras canciones de la época suenan con fuerza alrededor de mis amigos y así matar el rato y olvidar el mal genio que el profesor de Física me había dejado con ese examen sorpresa pero una voz en mi cabeza causante de mi pánico se la pasaba diciendo repetidas veces;

"Por mucha ropa linda que tengas no sabes cómo van las chicas a la fiesta y dudo que en tu guardarropa haya algo similar esas ideas que Pinterest te sugiere usar para ese tipo de eventos. "

"Harás el ridículo ya que eres tan torpe que la cagas hasta respirando."

"Vas a una fiesta y ni siquiera bailas en tu mente. Pobres pies pisados de aquellos caballeros que te inviten a bailar. "

"Terminarás bebiendo agua con una buena cantidad de drogas y te joderan la vida para siempre. Recuerda las idioteces de la rosa de Guadalupe pueden tener algo de verdad. "

Lo sé, tengo una mente negativa pero ese día ella duplico su producción de negatividad.

—Vamos Alana, la pasaremos bien y nada malo te sucederá. Yo te cuidaré. —Dijo Nate con una sonrisa de político que hizo que rápidamente sacará los 4 dólares que guardaba en mi bolsillo para dárselos a esa chica que vendía las entradas pues nos había alegado que las entradas estaban en preventa.




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