El chico de la fiesta +16

Capitulo siete |Parte II

Recuerdo que Cece y yo una vez habíamos hablado de la posibilidad de ir a todas las fiestas de la ciudad cuando tuviéramos la edad adecuada para tomar y entrar a los clubes, incluso habíamos planeado dar una gran fiesta, pero también recuerdo algo importante, su sueño era asistir a una fiesta de gala de la ciudad y  allí conocer algún chico guapo salido de novela juvenil, ese día me había reído y le dije que la acompañaba a una fiesta de ese tipo pero solo porque quería probar el caviar. Sin duda, mi amiga le fuera gustado ir a la Golden Party conmigo, pero en lugar de darme tristeza pensar en eso, todo me daba mala espina, tal vez se debía a que siempre era desconfiada.

 

El sentimiento de mal presagio no desapareció sino que aumento, y más cuando el comentario de Paul llego, no recuerdo bien que era lo que él había comentado, sin embargo recuerdo que me dio escalofríos puesto a que en pocos había dicho que esa noche sería una que jamás olvidaría, algo que se presta para muchas interpretaciones pero a mí me había asustado un poco, luego de eso muchas personas comenzaron a decir cosas que ahora no tienen lugar en mi memoria. No obstante, bloquee el teléfono pensando en los hermanos.

 

No podía evitar hacerlo, no jamás iba podido dejar de hacerlo. Cada segundo pensaba en sus caras, en sus acciones. Ellos eran chicos que  por alguna razón no me gustaban, no me caían bien y eso que no nos conocíamos de algún otro lado.  No podía comprender porque nos odiamos, nuestras personalidades eran diferentes

 

Mi mente iba a explotar cuando pensaba en los extraños hechos que estaban ocurriendo en mi vida, jamás  había negado o creído completamente las historias de dioses, hechiceros y  fantasmas pero habían cosas que los números, la física y la biología no podía ayudarme a explicar, me parecía extraño y muy conveniente que aquellas cosas me ocurrieran a mi cuando yo no era la chica con complejo de heroína o la chica que fantasea sexualmente con las copias mal hechas de Edward Cullen, yo solo era una chica curiosa que quería entender en donde si esos hechos tenían lógica o relación con su persona.

 

Pero mi mente estaba estancada, esta solo daba vueltas y vueltas sin parar en los sucesos que había vivido, nunca un fantasma me había tirado de los pies mientras dormía pero días atrás había terminado en el cementerio, sabía que los Stampone tenían las respuestas a todas mis dudas, y estaba  decidida hacer hasta lo imposible para exponer la verdad sobre ellos y la verdad de muchas personas.

 

 

Sin nada bueno que hacer, me quede un rato en el local luego de que me dieran mi pedido, gaste mi tiempo hablando con mi amiga extranjera hasta que Mal de Amores con el Ex me aviso que su padre  ya estaba llegando adonde le había indicado, la fea y abominable mansión en donde el cadáver del cuervo estaba siendo atacado por un grupo de gatos que lo devoraban como si fuera un mangar. Al subir al auto pude notar que Patrick, el padre de Yugenis , tenía en su rostro la huella de la confusión, a mi padre le había pasado lo mismo y hasta esos momentos no teníamos una explicación y a nadie a quien culpar, tampoco conocíamos sobre la existencia de otra persona a la que los vidrios de su auto le fueran estallado de la nada. Ni Yu, ni  yo nos atrevimos a preguntarle cómo habían ocurrido los acontecimientos por lo fue un viaje demasiado incómodo y silencioso, mi amiga y yo dedicamos nuestro trayecto a revisar nuestros teléfonos y ella junto al grupo de WhatsApp aprovechaba para pedirme explicaciones de la foto que había subido a mis redes, a lo que solo me limite a decirles que debíamos hacer una reunión de emergencia en mi casa en menos de 10 minutos. Luego de eso, no paso ni cinco minutos cuando ya me estaba bajando en compañía de Yu.

 

Mi hermano estaba sentado afuera en compañía de mi mamá y de Lynn, también estaba mi hermano menor pero este jugaba en una pequeña piscina inflable demostrando de esa forma que estaba completamente desinteresado  de lo que iba a ocurrir. Mi madre, Lynn y Josh lucían acalorados, sus frentes brillaban por el sudor y pese a que llevaban ropas ligeras los pobres se abanicaban  con sus manos mientras tomaban largos tragos de una limonada instantánea que supuse que  mi madre había hecho antes llegáramos.

 

—No te lo dije por WhatsApp pero a la hora en la que posteaste la foto se fue la luz, de nuevo. —Dijo,  con un fuerte tono de voz, mi hermano ya que no estábamos tan cerca. —Y Ann llamo hace poco, dijo que está en camino.

 

No dije nada, solo asentí mientras caminaba hacia donde se encontraban para sentarme en el suelo del porche con la intensión de cubrirme del sol, hablar con mi familia y esperar que Ann y la Luz llegaran.

 

Estaba segura que las facturas de luz esos meses iban a ser bajas gracias a que los condenados apagones continuaban y cada vez se hacían más frecuentes, el alcalde de la ciudad había salido en diferentes ruedas de prensa  para decir que la planta eléctrica de la ciudad operaba bien y que se encontraba en perfectas condiciones, a pesar de que se desconocían  lo que provocaban los apagones se había creado un plan para reducirlos, el gobernador del estado, como buen político que era, había llamado a varios periodistas para indicar que se estaba realizando todo tipo de investigaciones  ya que se estaba comenzando a pensar que podría tratarse de terroristas entrenando para hacer un golpe en gran escala.  Y el presidente,  bueno ese, ni siquiera le prestaba atención a lo que ocurría en la ciudad en la que residía.

 

Se decía que en Ciudad del Viento la violencia estaba en aumento, cada día muertes extrañas  y sangrientas estaban ocurriendo sin explicación alguna en  los lugares cercanos al área pero jóvenes que componían  los diez mil habitantes, en aquellos años, de la ciudad no podían tomarse algo de tiempo para pensar en lo que estaba pasando en el lugar. Y yo no era distinta a ellos, en lugar de ponerme a especular  seriamente en los asesinatos que habían ocurrido  la semana pasada en la ciudad, solo estaba preocupada por la reacción que mi comité de asesoramiento compuesto por los únicos lo suficientemente cercanos a mi como para pedirle consejos, o sea mi madre, mi hermano, Yugenis, Ana  (quien había llegado en su bicicleta, en el momento en el que había comenzado a relatar como Paul me había dado las entradas) y Lynn. Ellos tenían es sus narices los brazaletes pero a todos nos parecía poco lógico que Paul Stampone, un chico al que había humillado y con el que frecuentemente me peleaba en redes sociales, me fuera invitado a la fiesta más lujosa del año.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.