Su tía le había dicho que podía cerrar temprano si no llegaban muchos clientes y eso estaba apunto de hacer, pero la vió y decidió esperar.
Sofia había discutido de nuevo con su madre, necesitaba alejarse de ella por un rato hasta que la tensión entre ambas disminuyera, recogió toda su ropa sucia y salió rumbo a la lavandería, solo esperaba que el chico atractivo de siempre le atendiera.
Raúl al verla entrar le dedicó una sonrisa a la que ella respondió con una igual, pero Raúl se dio cuenta de que ella no estaba bien, el brillo que había visto antes en sus ojos era casi nulo.
Cargó las lavadoras y se sentó en una de las sillas a esperar, Sofia sabía que el chico la miraba, pero no se sentía incómoda, deseaba que el chico le hablara.
-Hola, soy Raúl.-dijo el chico extendiendole la mano. Ella la estrechó antes de hablarle.
-Sofía, un gusto.
-Perdona que sea un entrometido pero te noto mal, ¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte en algo?
-Estoy bien, es solo, bueno, tengo problemas con mi mamá...
Y así de fácil ella empezó a contarle su vida a un completo desconocido, Raúl prestaba total atencion a la chica, las lavadoras tenían más de una hora de haber terminado su ciclo...ninguno de los dos se dio cuenta.