El chico de la otra realidad

Capítulo VI

Me puse de pie como pude, me sentía herida y con pocas fuerzas, además seguía conectada a los medicamentos sobre mi cabeza. Quise decirle a Lorent con la mirada que no podría hacerlo y me entendió perfectamente sin tener que mencionar una palabra. Se me acercó, con delicadeza tomó los cables, los desconectó de mis manos sin tocar las agujas que seguían pegadas a mis venas y cortó el paso del líquido, como todo un experto, con una pieza plástica que estaba colgada junto a los medicamentos para esa finalidad.

Eso estaba mal. De cualquier forma, quitarse los medicamentos, estaba mal.

ㅡNo te asustes, si te los quitas por un momento, no te pasará nada. Tu cuerpo tiene suficiente para resistir un par de horas sin ellos.

ㅡ ¿E... estás seguro? No parece muy seguro que digamos.

ㅡEstoy totalmente seguro. Mírame, ¿parece que estoy muriendo por no tener conectados los medicamentos?

Lo miré y vi su belleza, su auténtica belleza, que eclipsó todo lo malo en mi interior. Creí que se veía con más vitalidad que un niño de cinco años después de comer muchos gramos de azúcar. Efectivamente no estaba muriendo, pero sí se asemejaba un poco a un cadáver por su piel paliducha, además parecía un poco trastornado y divertido.

Después de un suspiro y su mirada insistente, confié en él, pensé que estaba completamente loca si hacía lo que me decía y si lo acompañaba a quién sabe dónde, pero cuando la curiosidad es así de grande no es tan difícil desobedecer. Tarde o temprano debía hacer amigos, es lo que Robin siempre decía, aunque también me dijo explícitamente que no me hiciera amiga de este chico en particular.

Así pues, tomé un abrigo y abrimos la puerta de mi habitación con sumo sigilo para que nadie se enterase de que habían dos locos sueltos. Aún me dolía un poco el costado, en el área de mis costillas, pero aún así caminé. Miré sus redondos ojos azules cautivadores, el chico no parecía perdido. Al contrario, parecía saber perfectamente hacia donde se dirigía y yo simplemente lo seguí.

A ratos no parecía estar sufriendo de algo en realidad, y mucho menos tenía la apariencia de un loco, aunque sus movimientos y la forma lenta de hablar eran un tanto diferentes a los de los demás. Era sólo un chico único y particular.

La luz de emergencia en el pasillo me confirmó sus pecas, que se estiraban por toda su cara y sus ojos brillaban más que la propia luz de la luna que se metía por las pequeñas ventanillas del pasillo, era tan guapo y alegre que sentí una conexión inmediata.

Suerte que mi habitación quedaba a unos cuantos pasos de una escalera, porque pudimos zambullirnos por la puerta de emergencia para subir escalón a escalón. Ningún guardia tuvo la remota sospecha de que había dos locos caminando por el psiquiátrico en la madrugada.

ㅡ ¿Te gusta ver estrellas en los techos? ㅡme preguntó cuando comenzamos a subir las escaleras.

ㅡNo lo sé, jamás lo he hecho, ¿tú sí?

ㅡCada vez que puedo.

Hice un esfuerzo exagerado para levantar mi pierna, apoyar el pie en el escalón y estirarla de nuevo. Lorent iba al mismo paso que yo, no le importaba ir a la velocidad de un caracol, pero yo seguía nerviosa por si alguien nos escuchaba.

ㅡ ¿Es a donde me quieres llevar? ¿A ver estrellas?

ㅡNo sólo a verlas, a encantarlas.

ㅡ ¿Cómo se encantan a las estrellas?

ㅡNo es tan fácil. Nuestros ojos no están hechos para ver su belleza real, pero les gusta que las miren, son un poco tímidas y presumidas. Si te conectas con ellas, seguro que se dejarán ver tal y como son. Es como un hechizo.

ㅡEstás bromeando ㅡdije mofando.

ㅡLo desconocido te hace dudar hasta que lo pruebas.

ㅡEntonces creo que debería pasarme la vida probando cosas. Créeme que no soy una persona muy conocedora de la vida.

Por fin habíamos llegado hasta la última escalera. Tuve que ingresar grandes cantidades de aire a mis pulmones y Lorent avanzó un poco frente a mí para acercarse a una puerta metálica. La abrió con un pequeño truco como si fuese la puerta de la entrada a su propia casa y un aire frío se metió en cada uno de mis poros.

Abrí mis ojos y no recordaba la última vez que lo había hecho para ver cuán hermosa era la noche, y era aún más hermosa a la altura en la que nos encontrábamos. Atravesé la puerta y sentí que mis pies flotaban, jamás en mi vida me había sentido tan alta, el edificio estaba ubicado en una montaña donde podías ver todo desde muy arriba, veías unas pocas luces de coches a la distancia moviéndose a varias velocidades y podías ver un lago a lo lejos que dejaba un agujero oscuro en medio del bosque. Luego subí mi rostro para ver el cielo estrellado. No voy a negar que estar a esa altura de la ciudad me hizo sentir muy viva.

No voy a negar que estar a esa altura de la ciudad me hizo sentir muy viva

ㅡYo... yo jamás había visto algo como esto.

ㅡMe gusta hacerme la idea de que las estrellas en realidad son pequeños agujeros en una cúpula de cristal negro y que detrás de él hay un manto blanco más brillante que cualquier cosa. Lo leí en un libro y no puedo sacarme la idea de la cabeza ㅡdijo Lorent con elocuencia.

Tenía sentido. Tenía completo sentido, por eso escuchamos que cuando ibas al cielo lo primero que ves es una luz brillante que no hace daño a la vista. El cristal negro se rompería y estarías viendo la inmensa luz real de las estrellas.

Lorent se sentó en el suelo y me hizo una seña para que repitiera su movimiento. Puse mi mano en el frío concreto del techo y gemí de dolor en silencio al sentarme.




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