El chico de la otra realidad

Capítulo VIII

ㅡ ¿Tan serio que mis padres tienen que venir hasta aquí?

ㅡSé que no estás preparada para verlos, pero aún no eres mayor de edad y estamos en la obligación de comunicarte cualquier cosa sobre tu salud en su presencia. 

Nunca me había sentido tan aterrada en la vida ¡Y vaya que he vivido cosas aterradoras en los últimos años! La expresión de Robin no había sido para nada agradable, como solía ser siempre.

Lo gracioso, sin duda, no era la cara de Robin esperando a que le diera una respuesta, sino los pensamientos que tenía en mi mente en ese momento. Pensaba en Lorent, pensaba en qué pensaría él si estuviese a punto de recibir una mala noticia. Seguro ya había recibido malas noticias en algún momento, como el día que le diagnosticaron cualquiera que sea su trastorno, entonces me dije a mí misma que el chico posiblemente tendría una rápida y creativa respuesta a lo que sea que estuviera por escuchar. 

Me pregunté, además, en qué piso del edificio estaría alojado, pues era bien entendido que el edificio tenía cinco pisos, de los cuales los dos primeros eran para los casos severos, digamos que era el lugar para los trastornos peligrosos o que los pacientes podían incluso poner en riesgo sus propias vidas; el tercero y el cuarto, donde yo me alojaba, era el lugar de casos similares a los míos que los sufrían personas con comportamientos, emociones y pensamientos muy diferentes a las expectativas. Supongo que esas personas "normales" de las que hablábamos Lorent y yo hace un rato antes piensan que no somos capaces de desempeñar interrelaciones personales con los demás por simplemente tener una condición causada por experiencias no muy comunes en la vida y de las cuales no somos culpables.

Lorent me había demostrado que son ellos quienes no tienen la capacidad de comprender. Normalmente yo no solía analizar tanto las cosas, hasta que conocí a este chico. No sabía si estaba sacando lo mejor o lo peor de mí.

El quinto piso del edificio, era el área común para los pacientes del tercero y cuarto piso. En los próximos días estaría por recibir el horario para acudir a esas áreas, pues allí impartían una especie de clases o charlas, algo así como una escuela. Mi psiquiatra y Robin decían que formaba parte de un programa de terapias. 

Olvidé mencionar la planta baja del edificio, donde había una piscina olímpica y un jardín hermoso, pero de eso hablaré más adelante. No quiero quitarle protagonismo todavía a mi primer lugar favorito del edificio y que Lorent se había dedicado a enseñarme: El techo.

Era seguro que Lorent no estaba en el tercer piso, donde yo estaba alojada. No lo había visto por los pasillos y el día anterior había salido del ascensor con el chico que le lanzó el balón invisible. Probablemente estaba alojado en el cuarto piso, pues no parecía tener un trastorno notablemente grave, parecía ser un chico común y corriente, sólo que cuando lo escuchabas hablar y lo veías observar las cosas, te dabas cuenta de que no lo era. Era diferente y único.

ㅡTierra llamando a Cassie ㅡdijo Robin y así fue que volví a la conversación.

ㅡLo siento, estaba pensando en otra cosa. 

ㅡEstás en el infinito, pero eres especial ¿Lo sabías?

ㅡNo sé si lo dices en el buen sentido o en el mal sentido.

ㅡPodría decir que en ninguno de los dos.

ㅡMe estás confundiendo, Robin.

Robin se echó a reír. No podía entender cómo podía estar tan alegre las veinticuatro horas del día. Hasta los días que estaba de guardia, como aquel día, estaba siempre feliz.

ㅡHey, Rob, ¿puedo hacerte una pregunta?

ㅡSí, claro.

ㅡ ¿Estás casada?

La pregunta pareció sorprenderle.

ㅡ ¿Te digo que tenemos que hablar de algo serio sobre tu salud y es la mejor pregunta que tienes para hacerme? Eres especial, definitivamente.

ㅡTengo que pensar en otra cosa, supongo que no me darás ni una pista hasta que lleguen mis padres, no me complicaré la existencia hasta el momento en que esas personas crucen por esa puerta.

ㅡSupones bien.

ㅡEntonces, ¿estás casada o no?

ㅡNo estoy casada ni tengo novio, pero lo tuve alguna vez.

ㅡ ¿Por qué no tienes novio ahora?

ㅡNo me quiero complicar la existencia hasta que el indicado cruce por esa puerta ㅡdijo repitiendo tiernamente mis palabras y me sonrió.

ㅡEntiendo. Yo tampoco tengo novio, y nunca he tenido uno, obviamente.

Robin miraba el reloj constantemente y veía las máquinas a las que estaba conectado mi cuerpo, estaba atenta a cada latido de mi corazón, a mi presión sanguínea y al oxígeno que entraba a mi cerebro. Sí, toda esa información la indicaban aquellas máquinas, me parecía increíble. Me parecía aún más increíble la forma en la que Robin estaba atenta a todo, era tan multifuncional que podía hacer varias cosas al mismo tiempo con mi cuerpo y aún así no perderse en la conversación.

Sacó unas jeringas y las destapó, luego un frasco de vidrio con un líquido, insertó la aguja de la jeringa en el frasco para succionar el líquido y luego inyectarlo en uno de los tubos que estaba conectado a mi cuerpo. Inmediatamente sentí un ardor fulminante en las venas de mi mano.

ㅡ ¿Qué me has puesto?

ㅡParacetamol.

ㅡ ¿Para qué sirve?

ㅡPara el dolor ㅡseñaló con la jeringa usada el área de mis costillas. Era mi médico, tenía que saber absolutamente todo lo que me pasaba.

Le colocó nuevamente la tapa a la jeringa y la tiró en un cubo rojo de la habitación.

ㅡNo sé qué información pretendes sacarme con esas preguntas. ¿Por qué quieres saber si tengo novio?

ㅡSólo por curiosidad. Quisiera saber qué se siente tener uno.

ㅡYa lo sabrás. Por ahora dedícate a quererte a ti misma, es lo que todas las personas deberían valorar más antes que sentirse cómodas acompañadas por alguien ㅡdijo Robin. Me gustaban sus consejosㅡ. Por cierto, hablando de quererte a ti misma, ¿tienes idea de qué quieres ser cuando seas mayor?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.