El chico de la otra realidad

Capítulo XXI

Toqué la manilla de mi puerta con la yema de los dedos con los que había estado tomada de la mano con Lorent. Su calor se había quedado en ella, así que cuando posé la mano en la manilla, instantáneamente el frío metal recorrió cada poro de mi cuerpo. Mi sonrisa aún no había sido borrada, en unas horas volvería a encontrarme con él para nuestra tercera cita. Extrañaba el olor de su abrigo y su bufanda, que tuve que devolverle antes de entrar al edificio para no levantar sospechas.

Por supuesto, Robin me esperaba dentro de mi habitación, me puso los medicamentos que mi cuerpo necesitaba y escuché uno de sus sermones a los que le presté poca atención. Pensaba en qué iba a ponerme para ver a Lorent más tarde esa noche. Habíamos quedado en vernos en tres horas, cuando las luces del hospital estuviesen apagadas y los vigilantes hicieran el cambio al turno nocturno.

Unos minutos después, tras las advertencias de Robin de no salir de la habitación fuera del horario permitido, sustituí mi ropa por un abrigo peludo con un vestido de tela gruesa color mostaza que cubría lo suficiente para ocultar mis brazos amoratados, mis piernas las escondí debajo de medias panty negras de microfibra especiales para el invierno que camuflaron muy bien mis moretones azul violáceo y amarillo verdoso y un gorro gris de invierno que me cubría las orejas. Mi madre había empacado muy bien toda mi ropa nueva, así que tuve que pasar un largo rato ordenando mi habitación del desastre que había hecho.

Por primera vez en mucho tiempo me sentí conforme con lo que veía en el espejo. Incluso usé los esmaltes de uñas y el maquillaje que me había regalado Robin para cualquier ocasión que no fuera esta. Cubrí los defectos de mi cara con una gruesa capa de base tan pálida como mi piel y hasta algunas de mis pecas quedaron escondidas bajo la capa.

Si Robin se enteraba que iba a salir con Lorent, me mataría.

Habían pasado casi dos semanas desde el día de mi huida y, después de todo, no sabía lo que era vivir, pero sí entendía lo que era sentirse con vida al estar cerca de Lorent. Él me hacía sentir cosas y yo no era de las personas que sentían cosas.

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26 de febrero de 2019

Tres semanas en libertad

Escuché un sonido parecido al de un chasquido de dedos que provenía de la ventana de mi habitación, luego le siguió otro y fui directo a ver qué ocurría. Miré hacia abajo y mis ojos se encontraron con los de Lorent. Ya era medianoche.

Me sonrió y pensé que tenía excelente puntería desde aquella distancia, me hizo una seña para que bajara y luego señaló el ala B del edificio, eso quería decir que me esperaría allí, así que asentí dejándole saber que lo había entendido.

Iba recorriendo los pasillos de un lado a otro con una sonrisa en mi rostro. La distancia del ala A al ala B quedaba tan lejos como están el oriente del occidente, cada remoto sonido hacía que me sobresaltara y los pasillos oscuros me ponían nerviosa. Cuando estaba apunto de llegar a la salida, mi cabeza se tropezó con alguien que, sin dudarlo, también estaba fuera de su habitación a escondidas. Un chico de piel oscura se detuvo frente a mí casi con la misma cara aterrada que yo había puesto, ambos creíamos que alguien nos había pillado y estuvimos a punto de gritar, pero él logró taparme la boca. Un gesto que me pareció haber vivido anteriormente en situaciones más aterradoras.

Lo reconocí enseguida.

ㅡOh, gracias a Dios ㅡexclamóㅡ. Pensé que lo había arruinado todo otra vez.

ㅡ ¿Otra vez? ㅡpregunté.

ㅡSí. No es la primera vez que arruino mi escapada a una fiesta.

ㅡ ¿UNA FIESTA? ㅡesta vez mi tono de voz sonó tan agudo que casi despertó a todo el hospital.

ㅡShhhttt ㅡsusurróㅡ. Hey, no te preocupes, no es tan malo como parece. La primera vez que fui pensé que me metían a una secta satánica, pero ahora que lo sé todo, no está nada mal.

La idea de reunirme con personas que sabían exactamente por lo que había pasado días atrás, simplemente hacía que me temblara el cuerpo entero.

ㅡTranquila, es sólo una fiesta, todo estará bien. Soy Charlie, amigo de Lorent ㅡel chico extendió la mano esperando que yo le entregase la mía.

ㅡSoy Cassie ㅡreaccioné.

ㅡLo sé. Lorent nos está esperando en la salida, aunque creo que ya no seremos sólo él y yo ㅡhizo una pausaㅡ. No importa, yo iré caminando.

ㅡ ¿A dónde iremos? ¿Cómo iremos Lorent y yo? ㅡpregunté intrigada.

ㅡBah, ya lo verás. Vamos, no es un buen lugar para quedarse parados en medio de la noche.

Había algo que me tenía inquieta, y es que cómo era posible que todos en ese hospital supieran quien era yo y Lorent no tenía la más remota idea. Estuve a punto de preguntarle a Charlie si él había hablado con Lorent sobre eso, pero luego me di cuenta de que Charlie se había detenido en medio del pasillo a mirarse las manos.

ㅡ ¡Hey! ¿Qué crees que haces? ㅡsusurré.

ㅡMírame, Cassie, tengo más dedos que tú. Incluso creo que tengo más ojos que tú ㅡdijo cuando se encontró con mi rostro de frente.

ㅡ¡Venga, Lorent tenía razón! Sí que estás loco. No es momento para esto, Charlie.

ㅡCreo que deberías continuar sin mí. Me quedaré un momento aquí.

ㅡYa veo que fue así que arruinaste tu escapada a aquella fiesta.

Charlie miró a la nada, tragó saliva varias veces y fruncí el ceño.

ㅡLo digo en serio, Cassie, no creo que pueda moverme de aquí hasta que trague al menos veinticuatro veces seguidas y acabas de hacer que pierda la cuenta con esa mirada que tienes.

ㅡEscucha, Charlie ㅡdije buscando un poco de paciencia. No tenía ganas de ir a la fiesta, pero tampoco me apetecía que nos pillaran a los dos en medio del psiquiátricoㅡ. No soy alguien a la que le gusta la oscuridad, así que tenemos un problema. Si tú no te mueves, no creo poder seguir adelante por mucho tiempo. Todo esto no me lo esperaba.




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