Me atrapa la figura de ese desconocido que está parado en la puerta de baño de hombres. Con un semblante serio, demasiado sumido en sus pensamientos como para darse cuenta de que lo miro. Entonces, el levanta su mirada y me encuentra acosándolo de la forma más penosa del mundo.
Dios, dame un poco de dignidad.
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Editado: 24.11.2020